Mi
nombre es Sergio actualmente tengo 22 años y cuando pasaron los
hechos que les voy a contar tenía 18 años, me considero un chico
como cualquier otro, nada fuera de lo común, me gusta el deporte,
soy estudioso y responsable, tal vez algo solitario. Mi padre trabaja
para una importante empresa de telecomunicaciones española, un día
lo mandaron a la sede de origen a hacer una capacitación y nunca más
volvió, lo último que sé de él es que formó otra familia allá,
por eso desde muy chico me crié con mi mamá y con mis abuelos
maternos, en la ciudad de Córdoba, Capital de la provincia Argentina
del mismo nombre.
El
nombre de mi madre es Sandra y desde que el culiao de mi papá nos
abandonó ella se rompió el alma para sacar la casa adelante, ella
es médica y cuando tenía consultorio o largas guardias en el
sanatorio, me dejaba al cuidado de mis abuelos, ellos también nos
ayudaron económicamente, demás esta decirles que sacrificó su vida
social, en los pocos tiempos libres que tenía ella decidía pasarlos
conmigo, llevándome a la plaza, al cine, a caminar, a tomar o comer
algo, íbamos siempre juntos, mamá tuvo un par de novios, pero
ningún hombre le pareció lo suficientemente bueno para formar una
familia. Nunca ninguno de esos novios se quedó a dormir en casa, con
una visión más adulta creo que esos tipos eran un desahogo sexual
no creo que hayan sido algo serio.
Yo
decidí estudiar ingeniería como mi abuelo, soñaba ser un
profesional para devolverle a mamá con creces todo lo que ella
invirtió en mí, y no hablo solamente de dinero, sino de cosas que
sacrificó, como viajar y conocer lugares nuevos, distraerse sin
tener que pensar en trabajar. En la secundaría fui un alumno
destacado, pasaba tardes enteras encerrado en a biblioteca pública
estudiando, gracias al promedio elevado con el que me recibí, gané
una beca para estudiar ingeniería civil en la Universidad Nacional
Autónoma de México, la famosa UNAM.
Mi
familia entre alegría y mucho llanto festejó la beca que obtuve,
mamá vendió el departamento en donde vivíamos y se fue a vivir con
mis abuelos, para poder darme dinero para sobrevivir los primeros
meses hasta conseguir un trabajo con el cual mantenerme. El 6 de
febrero de 2.016 me subí al avión con más miedos que esperanzas,
los primeros meses fueron muy duros me costó muchísimo adaptarme,
estaba muy acostumbrado a ser el nene mimado de mamá, tenerla a ella
al lado mío para lo que necesite, contar con el apoyo incondicional
de mis abuelos, extrañaba a mis amigos, el cuarteto, La Mona
Giménez, Ulises Bueno, el fernet... La comida mexicana me resultaba
incomible, hasta el agua tiene picante, cuando me hicieron probar
“alambre” un plato típico del lugar, me bebí hasta la humedad
de las paredes, casi llamo a los bomberos.
Con
mamá hablábamos todas las noches por skype y ella me daba fuerzas
para que siguiera adelante y no me desanimara. Por suerte Alfredo,
mi compañero con el cual compartía el arrendo del apartamento, me
consolaba, tenemos la misma edad pero él parece mayor, mide más de
1,80 mts, tiene la piel cobriza, pelo corto, físico muy trabajado en
el gimnasio, daba clases de personal trainner y con eso se costeaba
los estudios, es tan simpático como mujeriego, no sé como lo hace
pero todos las semanas tiene una mujer distinta a su lado, debo
confesar que en más de una oportunidad sentí envidia cuando traía
a sus conquistas al departamento para tener sexo. Él me presentaba
mujeres pero por mi timidez y las ganas de volver a mi país, ellas
no me daban bola, para mi cólera cuando se encerraba en la
habitación con la conquista de turno, hacía temblar las paredes, mi
consuelo era echarme una pajita escuchando el concierto de gemidos.
El
mejor amigo de Alfredo era Vicente, también cursaba con nosotros
pero dos años más avanzados, en ese tiempo él tenía 20 años, nos
llevábamos bien y me ayudaba con las materias que no entendía, era
como mi tutor, como él vivía con sus padres se la pasaba en nuestro
apartamento, no pagaba alquiler pero siempre traía comida y bebidas.
Vicente de cuerpo es muy parecido a mí, la única diferencia es que
yo soy rubio y de ojos claros y él morocho de ojos marrones, por lo
demás muy similares, era común que intercambiáramos prendas de
vestir.
A
pesar de mis dos amigos la idea de regresar a mi córdoba estaba
presente y mucho más cuando reprobé la materia sistemas de
representación gráfica, entonces pasó lo impensado y que
desencadenó que yo les esté contando este relato, mi mamá viajo a
visitarme y ayudarme a seguir adelante.
Vicente
me prestó su VW Vocho para pasarla a buscar por el aeropuerto,
cuando nos encontramos nos abrazamos por 15 minutos y lloramos un
rato más. Ella siempre le tuvo pánico a los aviones, era la primera
vez que viajaba en uno y yo valoré mucho su padecimiento de estar
encerrada por más de 10 horas en uno. Antes de ir al apartamento la
llevé a recorrer la ciudad de México y a comer algo.
Cuando
estuvimos en casa se las presenté a mis amigos y mamá les preparó
unos sanguches con los salamines de Colonía Caroya que pudo pasar
sin que se los quiten, después de comer, como toda madre limpió y
ordenó el departamento, cuando terminó la vivienda era otra. A la
noche cenamos unos tacos con cerveza y conversamos, entre la charla
pasó un:
- Alfredo sos muy bien parecido, mi hijo me comentó que eras fachero, pero no un galán de Televisa jajajajajaja
- Bueno Sandra tu no te quedas atrás, eres muy bonita, en Córdoba deben estar llorando porque se les están escapando los ángeles...
Con
ese piropo mamá se sonrojo pero la cosa quedó ahí, nadie le dio
demasiada importancia.
Es
un buen momento para contarles que mamá tenía 41 años, rubia y de
ojos claros como yo, mide 1,74 mts de altura, posee actualmente un
cuerpo delgado y con buenas formas, un busto grande y redondo,
vientre chato, nalgas pomposas y piernas largas y bien formadas.
Siempre anda a cara lavada, no usa ni una gota de maquillaje y se
viste con ropas holgadas.
Como
yo tenía que estudiar para recuperar la materia reprobada, los
primeros días mis amigos le hicieron de guías de turismo y la
llevaron a recorrer todos los lugares históricos y de atracción,
luego ella ya se manejaba sola, hacía las compras y nos preparaba
comida casera. Cuando mis estudios y mi trabajo de camarero me lo
permitía, salíamos a pasear solos con mamá.
Ya
había pasado una semana y faltaba un poco más de otra semana para
que ella tenga que regresar. Un día Vicente nos dijo que sus padres
se iban a visitar familiares a otra provincia y que tendría la casa
para él solo 3 días y que el sábado iba a hacer una fiesta, a la
cual nos invitaba, mi madre aceptó encantada.
Alfredo
y Vicente compraron muchísimas bebidas para la fiesta, como buenos
mexicanos no faltaban las caguamas Carta Blanca y XX, las latas de
Tecate, botellas de mezcal y tequila, y jugos variados para los
tragos.
Llegó
el sábado y ya a la tarde cuando llegamos la fiesta comenzaba bien
chingona, con música de Bronco, La Voz de Mando, El Grupo La Firma,
Selena, Los Ángeles Azules, etc.. Ya habían como 12 personas y la
gente seguía cayendo. Cuando Alfredo vio a mi madre vestida con un
vestido negro de breteles, algo ajustado con un escote holgado y
falda plisada corta que llegaba hasta la mitad de sus muslos,
mostrando sus bien torneadas piernas, con sus finos pies calzados en
sandalias plateadas de taco alto, enseguida vino a saludarnos y la
sacó a bailar a mi madre justo cuando sonaba en los parlantes
“Sergio El Bailador por Bronco”, mientras él la tomaba por la
cintura y la hacia girar, para luego bailar algo juntitos mirándome
y contándomela, como a modo de gracia, cada ves que la canción
mencionaba mi nombre.
Vicente
residía en Lomas de Chapultepec, el mejor barrio de Ciudad de
México, en un caserón grande de dos plantas, en la inferior una
sala enorme, una biblioteca (la de su padre), una sala más pequeña
para reuniones íntimas, el baño, la cocina y el salón comedor, en
la planta superior estaban los dormitorios.
A
las horas la fiesta superaba los 20 invitados y no paraba de entrar
gente, yo me la pasé sacando a bailar a las amigas de Vicente y
Alfredo, pero luego de bailar todas me dejaron solo, por eso me
agarró la noche con varios “ojos rojos” adentro para ahogar las
penas, pero las malditas sabían nadar y cuando el mundo comenzó a
girar alrededor mío, para no pasar papelones, fui a la habitación
de mi amigo para recostarme hasta que se me fuera la borrachera.
Hasta
donde sabía mamá estaba pasándosela muy bien, bebía cerveza
liviana y bailaba con mis amigos, con otros chicos y hasta con
mujeres, ella bailaba, reía y bebía, hacía muchos años que en su
bello rostro no se dibujaba la felicidad, hacían círculos algunos y
hacían palmas alentándola a que no pare de bailar. Le vino
fantástico desenchufarse de tanto trabajo y de su vida tan rutinaria
y disfrutar sin pensar en un mañana, dejando atrás la monotonía de
su vida ordinaria.
Cuando
me desperté, lo hice con dolor de cabeza y la boca pastosa, mientras
bajaba los escalones escuchaba de fondo “Cumbia Coqueta”, en la
sala grande había varias personas charlando, sentadas en los amplios
sillones, me uní al grupo y quise ser parte de la conversación pero
no pude lograrlo, hablaban de cosas que no conocía y cuando metía
un bocadillo todos me quedaban viendo con extrañeza, como si yo
fuera Mr. Bean.
Me
levanté comí algunos emparedados, fui al baño a lavarme la cara,
dí una vuelta al lugar con la intención de levantarme cualquier
chica, sin conseguirlo regresé a la sala comí un burrito y a la
primera mordida me quemaba el paladar, para ahogar al dragón bebí
lo primero que tenía a mano y sin proponermelo hice un fondo blanco
de mezcal.
Como
en ningún momento me crucé con mi madre decidí ir a buscarla,
cuando pasé por la sala pequeña escuche su voz, intenté entrar
pero la puerta estaba cerrada, golpee y la llamé:
- Mamá soy Sergio ¿Estás acá?
Volví
al golpear y al rato escuché que me respondía.
- Si hijo, esperá un momento que enseguida te abro...
Tuve
que esperar casi un minuto para que abriera la maldita puerta, cuando
lo hizo me sorprendió encontrarla descalza y con los breteles de su
vestido caídos, solo se sostenía la prenda gracias a sus
voluminosos pechos que eran como un muro de contención. Sus ojos
tenían una mirada rara, su cara estaba ruborizada y sus labios
tenían un brillo como a mojado.
- ¿Que le pasó a tu vestido?
- Ah... los breteles se rompieron de tanto bailar, por suerte no pasó nada... el vestido tiene de donde agarrarse jajaja...
En
la salita estaban sentados Alfredo, Vicente y dos chicas muy lindas,
todos ellos me miraban como si hubieran hecho alguna travesura y no
querían que yo los descubriera.
- Mamá ya es muy tarde ¿Querés que regresemos al departamento?
- Pero si es temprano, la fiesta todavía no terminó, me la estoy pasando muy bien con ellos, estamos charlando a gusto...
Vicente
comentó:
- Buey no te preocupes por la hora, cuando termine la fiesta puedes usar mi carro para llevar a Sandra...
- ¿Ves hijo? No te preocupes por la hora y volvé a la fiesta que hay muchas chicas preciosas...
Mamá
me dio un beso y me cerró la puerta en la cara, permanecí un rato
parado sin moverme, tratando de escuchar que estaba pasando detrás
de esa puerta, pero hablaban bajo esta vez y no entendía nada.
Fui
a la parte de la casa donde estaba la mayor cantidad de gente y me
puse a bailar, comer y beber, hasta que me descompuse nuevamente y
subí al cuarto de Vicente para vomitar, estuve por más de media
hora abrazando al inodoro, pálido, todo transpirado. Cuando me
incorporé advertí que mi camisa estaba manchada de vomito, la lavé
en la pileta del cuarto de baño y aproveché a limpiarme, busqué en
el placar de mi amigo y me puse una remera de él, me tiré en la
cama a descansar un poco y me quedé nuevamente dormido.
Al
despertar el reloj marcaba las 2 de la madrugada, bajé a la sala y
ya no quedaba nadie, solo restos de botellas, vasos vacíos, latas
abolladas y una paz de cementerio.
- ¿Dónde están todos?, ¿Habrá pasado algo?, ¿Ya se fueron todos?, ¿Y mi mamá dónde está?
Me
auto preguntaba en voz baja.
Me
senté un rato largo en el sofá hasta que mis ojos se acostumbraron
a la obscuridad, de lejos escuchaba como el murmullo unas personas
personas, entré en la duda si ese sonido provenía de la calle o era
de la casa. Caminé hasta la sala pequeña, la puerta estaba abierta
y era el único lugar de la casa donde las luces estaban encendidas,
dentro estaban los mismos que antes, Vicente y las dos hermosas
mujeres jóvenes estaban sentados en el sofá, Alfredo y mi madre en
un sillón de dos cuerpos, reían y bebían tequila.
A
duras penas podía caminar recto, me paré como pude en la puerta,
mamá al verme, se paró de inmediato diciendo:
- Hijo estas hecho una piltrafa...
- Si... no me siento bien...
- ¡Estas borracho!.. no podés ni hablar, la lengua se te traba...
- Estoy bien, Vicente dame las llaves así nos vamos al departamento...
- En ese estado vos no podés ir a ningún lado, mirá como estas...
Al
tiempo que mi madre me retaba las chicas reían a carcajadas.
- Cuatacho, descansa en la biblioteca, que tiene un sofá enorme, duerme algo y cuando te mejores te llevó... ándale Alfredo, tu que eres fuerte llevalo.
No
terminó de decirme eso Vicente, que mamá y Alfredo me llevaron uno
de cada brazo hasta ese lugar y me acostaron, mamá me acarició y me
pidió que descanse luego de besarme en la frente.
La
biblioteca quedaba atravesando la sala grande pero enfrentada a la
sala pequeña.
Dormitaba
por momentos, hasta que las ganas de vomitar me despertaban, como
tenía sed me levanté en búsqueda de una botella de agua o jugo, a
lo lejos todavía veía gente, sin hacer ruido como no encontré
nada “potable” para beber fui a la cocina, cuando regresé me
tumbé en el sofá, el mareo no me dejaba caminar bien, me chocaba
con todo.
Me
dormía por breves intervalos de algunos minutos, me dí cuenta por
los saltos en las conversaciones que ellos mantenían. En un momento
de la madrugada escuché la voz de mamá que entre risa estaba
contando algo, los otros también estaban conversando y eso me costó
comprender lo que decía, yo estaba con una cruda que me moría pero
los demás estaban borrachos y desinhibidos.
Estaban
jugando a verdad o consecuencia, una de las chicas le preguntó a mi
madre:
- ¿Cuánto tiempo llevas sin acostarse con un hombre?
Todos
callaron y miraron a mi mamá, como no respondía la animaron a que
lo haga.
- ¡Vamos Sandra, dilo!.. es solo una pregunta, la consecuencia puede ser muy picosa jajaja
- Mmm... se van a reír de mí...
- Que va... anda Sandra cuentanos...
- No llevo la cuenta pero Sergito tenía creo 12 años cuando estuve con mi último novio... eso es... a ver... 6 años...
Todos
estaban conmocionados, nadie se animaba a emitir palabra. Una de las
chicas dijo:
- Eso no es posible...
- Yo si paso tres días sin darle alegría a mi panochita me muero jajaja
Respondió
la otra.
Me
volví a dormir, cuando desperté no estaban ni Vicente ni las dos
chicas, solo Alfredo y mamá recostados en el sofá, muy próximos el
uno del otro, besándose apasionadamente. El palpitar acelerado de mi
corazón me mantenía despierto.
Alfredo
descendió con sus besos húmedos por el cuello de su madre, luego de
un rato los besos se convirtieron en mordiscos, chupones, ella gemía
y reclinaba su cabeza para atrás para dejarle más extensiones de su
piel para ser colonizadas por la boca de él...
Mis
párpados se cerraron nuevamente, cuando volvieron abrirse casi me da
un infarto, mamá estaba parada completamente desnuda con su vestido
a los pies, no podía creer las tremendas tetas que tenía, eran
fantásticas, duras, redondas, con pezones largos rosados, su culo
simplemente majestuoso, frente a ella sentado estaba Alfredo con su
musculoso cuerpo y su verga apuntando al techo, no era muy larga pero
si extremadamente ancha, parecía un barril a escala, ella se
arrodilló y apenas podía introducirlo en su boca, le pasaba la
lengua por todos lados, en especial en la cabeza, ella trataba
de abarcar la pija con su mano pero el grosor era descomunal, no le
daban los dedos para cubrir la circunferencia, mirando fijamente esa
extraordinaria verga le hizo una paja a velocidad bestial.
- Para o te echo mis mecos...
Dijo
sujetándole la cabeza con ambas manos y obligándola a elevarse
hasta que estuvo a su altura y la besó.
- Ponte encima que voy a regar esa aridez...
- jajajajajjajaja
A
ella la veía ansiosa, pero decidida, abrió sus piernas y apoyando
sus rodillas en los almohadones, a cada lado de él, despacio fue
bajando su pelvis hasta que su concha se tragó como pudo ese
monstruo, cuando su cola chocó con los huevos de él, permaneció
quita un largo rato para que su concha se acostumbre al ancho de esa
verga, tiempo que Alfredo aprovechó para mamarle las tetas, las
devoraba con hambre, las apretaba con las dos manos y le pegaba
sonoros chupones.
Desde
donde yo estaba veía el culo magnifico, empezando a subir y bajar
despacio, disfrutando la cabalgata que iba tomando velocidad.
- Ahhhhhhhhhhh.... que vergaaaaaa... uffffffff... es maravillosa...
Gemía
sin control saltando sobre esa pija, no sé cuanto tiempo pasó pero
se me hizo interminable.
Una
de las chicas apareció para buscar un preservativo de su cartera, al
ver el espectáculo se acercó a mi madre y le pegó una fuerte
palmada en una nalga, cuando mamá se quejó, ella le metió la
lengua en la boca mientras le acariciaba un seno y para mi sorpresa
ese beso fue respondido.
- Disfruta Sandra te mereces una buena verga como la de Alfredo, es sensacional, ya la he probado.
Acto
seguido, se fue como vino y subió las escaleras. Alfredo solo le
soltaba las preciosas tetas para abrazarla por la espalda y apretarla
contra él, ella trataba de contener sus gemidos sin éxito y cada
tanto miraba hacia donde yo estaba, pero la penumbra de la biblioteca
me amparaba. Alfredo volcó su cuerpo sobre ella y logró acostarla
de espaldas sobre el sofá, se acomodó mejor y la bombeó
salvajemente amasándole las tetas en todo momento.
La
vagina tenía una fina mata de vellos rubios que contrastaba con el
color cobrizo de la verga invasora. Cuando él aplastó su cuerpo
contra el de ella, mamá lo rodeó con sus piernas, cruzando los
tobillos por sobre la cadera de Alfredo, el ritmo aumentaba, los
dedos de los pies de ella se cerraban, las penetraciones eran
profundas, hasta el fondo de su concha, una y otra vez.
- Brrrrrrrr... auughhhhhhhhhhh...
Gimió
él indicando que había eyaculado dentro de ella. En ese instante me
sentí flotar y me quedé dormido por enésima vez, al despertar ya
era de mañana y el sol entraba por las ventanas, un intenso dolor de
cabeza me seguía atormentando, me dolía todo el cuerpo, tenía la
boca seca y el estómago revuelto, apenas mis piernas tenían fuerza
para mantenerme en pie, me paré, rezaba para que todo hubiera sido
nada más que una asquerosa pesadilla, mi corazón latía agitado,
había ropa por todas partes, de hombres y de mujeres, en el sofá de
la sala pequeña dormían Alfredo y mamá, totalmente desnudos, ella
estaba algo de lado recostada sobre él, al lado del precioso culo
estaba la imponente verga, incluso en reposo daba miedo, me acerqué
con cautela de no hacer ruido para no despertarlos, me paré al lado
del sofá y observé que la concha estaba rojiza, inflamada, muy
abierta y goteando semen.
Mamá
dormía con cara de satisfacción, por todo el cuerpo tenía
moretones, marca violáceas producidas por los fuertes chupones, en
especial en el cuello y en las tetas, del suelo tomé su tanga y
corpiño, me los llevé a la nariz para llenarme los pulmones con su
exquisito olor, a modo de una mínima venganza el sujetador lo
escondí detrás de unos libros y la tanga me la guardé en el
bolsillo del pantalón.
No
quise seguir mirando, giré mi cara con los ojos bañados en lágrimas
y con nauseas por la escena y la resaca, subí las escaleras y en una
de los dormitorios estaba Vicente con las dos chicas cogiendo, no me
quedó otra que volver a la biblioteca antes de alertar a todos que
yo estaba despierto y hacer el ridículo, el único que no pudo tener
sexo y para colmo de males me garcharon a mi madre.
Por
suerte ni bien me acosté en el sofá me quedé dormido, un grito de
mujer me despertó, al abrir los ojos serían las 10 de la mañana,
mamá estaba en cuatro patas apoyada en el respaldo del sofá y le
estaban rompiendo el culo, pero había algo raro, me refregué los
ojos y levanté la cabeza para ver mejor, quien estaba atrás de mi
madre no era Alfredo sino Vicente quien la penetraba a un ritmo
implacable, sus tetas se movían al compás de los embates, como
campanas llamando a misa. Alfredo seguramente estaría con las dos
chicas. Ella gritaba pero no hacía nada para evitar la enculada,
todo lo contrario levantaba más las caderas para recibir la verga
mejor, las manos de Vicente le sobaban las tetas.
- De México te vas a regresar cogida como debe estarlo siempre una hembra como tú...
- Siiiiiiiiiiiiiiiiiii...
- Te me vuelves con los agujeros bien abiertos... y quien sabe con un chamaquito de regalo jajaja...
Preferí
no seguir mirando, al mediodía cuando me levanté, la cabeza me
estaba por explotar, caminé por la casa y en la cocina me encontré
con mamá, sonriente, exultante, al verme me saludó con la mano y
dijo.
- No te da vergüenza haberte emborrachado... vení sentate con nosotros que te preparo algo de desayunar así te cambia la cara...
Sentados
a la mesa estaban las dos chicas vestidas solamente con una remera de
Vicente, mis dos ¿amigos? en pantalones cortos y mamá con el
vestido bastante maltrecho y sus tetas bamboleantes a falta del
corpiño para que las sostenga. Una sonrisa pícara estaba presente
en la cara de todos, menos de quien les escribe.
- Amorcito de mamá tomá el café así te despabilas...
- Vamonos a casa, ya es muy tarde... o temprano... ya no sé que mierda digo...
- ¿Pero carnal cual es la prisa si mis padres vienen recién dentro de dos días?
- Es que tengo mucho que estudiar...
- No hay problema, entonces yo me quedo estos días acá así te dejamos el departamento solo para estudiar tranquilo...
No
quise ni que me lleven, salí casi corriendo y me tomé un bus. Me
pasé los siguientes días recordando todo lo que había visto, sin
entender el cambio de mi madre y la traición de aquellos que se
decían mis amigos.
El
lunes por la mañana cuando regresaron, lo hicieron sonrientes y
alegres, pero esa efervescencia les duró poco cuando me vieron con
las maletas hechas y les dije que me volvía para Córdoba.
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®
Autor: Gus Becker
Relato
basado en la historia que tuvo que vivir un lector hace unos años y
que me contó por correo.
Pensar historias nuevas y escribirlas es mucho esfuerzo, por eso solicitamos que comenten cada relato, para que exista un ida y vuelta entre nosotros.
Cuando
supere los 15 comentarios se publicará un nuevo relato.
Muchas gracias por este relato, gran reconocimiento para los lectores que somos de México. Muchos buenos detalles aunque algunos exagerados sobre la cultura. Muy morboso el asunto
ResponderBorrar15 comentarios y subis uno nuevo?? Vamooooo loco comenten jajaja muy bueno el relato abrazos
ResponderBorrarExcelente forma de llevar adelante la cuarenntena
ResponderBorrarque bueno, de este estilo me encantan
ResponderBorrarQ buen relato amigo espero la siguiente parte lo q t faltó fue resaltar todo lo q terminó d hacer Sandra aunque sabemos q lo q hizo fue follar y en el próximo q Sandra siga teniendo más amantes y q el hijo la siga viendo chingar como perra en celo
ResponderBorrarMUY BUENOS COMO TODOS. SALUDOS DESDE ESPAÑA Y SI NO ES MUCHO PEDIR EN ESTOS DIAS SUBE MAS RELATOS PARA PASAR EL RATO MAS AMENO. ESTAR TODO EL DIA ENCERRADO ES MUY ABURRIDO.
ResponderBorrarLlevo años leyendo tus relatos me pareces uno de los mejores escribiendo si no el mejor. Algunos los he leído bastantes veces me parecen buenísimos. Me encanta el sexo anal duro. Un abrazo y ha esperar la próxima publicación me volver ha leer algún relato o algunos en lo que sale el siguiente a la luz
BorrarEmpieza muy bien, la situación genial, pero poco morbo en el sexo, y el anal muy suave; ella consiente muy fácilmente. No me convenció.
ResponderBorrarHola muy buen relato!! Me parece que le falta una parte donde Desayunan y se va corriendo que pasa con la mujer!! Abrazo grande
ResponderBorrarEstuvo muy bueno, ya sé sé extrañaba este tipo de relatos.
ResponderBorrarGracias
buen relato, justo para pasar esta cuarentena
ResponderBorrarExcelente relato. Gracias x volver a escribir en estos tiempo de cuarenta. Saludos manugares
ResponderBorrarExcelente gracias por tan exquisito regalo
ResponderBorrarUn tremendo relato, me gusta mas el trama del hijo quw vei como emputecian a su madre una lastima que no se pudo unir a la divercion y tambien putearla, con hancias espero los proximoa relatos.
ResponderBorrarSaludos y gracias maestros
Ojalá que en la próxima entrega se una el hijo . Abrazos enorme y espero con ansias la próxima edición de estos fantásticos relatos
BorrarMe gustaría uno de esposas infieles. Con algo de lo que creo me pasó a mi. Saludos.
ResponderBorrarQue te pasó? Contame x mail gus-becker@outlook.com
BorrarMuy buen relato !! Interesante y atrapante😊
ResponderBorrarDe lo mejor que he leido felicidades, lo tuyo es un don.
ResponderBorrarBueno bueno… Esa doña le quitaron es verano que cargaba y el hijo bien borracho no cogio ni aire.
ResponderBorrarMe divirtio mucho, este relato fue muy facil de leer; al final para que estan los amigos?, aunque esperaba que el hijo pudiera aprovechar y se una a la fiesta. Ahora que la madre se libero seria super exitante que siga disfrutando de sus aventuras en su hogar con los vecinos y amigos de su hijo. Que este presente sin proponerlo en una orgia en la que esten sus vecinos (a), amigos (a), compañeros de trabajo de su madre. saludos. edueduardov@gmail.com
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