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El Becado


Mi nombre es Sergio actualmente tengo 22 años y cuando pasaron los hechos que les voy a contar tenía 18 años, me considero un chico como cualquier otro, nada fuera de lo común, me gusta el deporte, soy estudioso y responsable, tal vez algo solitario. Mi padre trabaja para una importante empresa de telecomunicaciones española, un día lo mandaron a la sede de origen a hacer una capacitación y nunca más volvió, lo último que sé de él es que formó otra familia allá, por eso desde muy chico me crié con mi mamá y con mis abuelos maternos, en la ciudad de Córdoba, Capital de la provincia Argentina del mismo nombre.
El nombre de mi madre es Sandra y desde que el culiao de mi papá nos abandonó ella se rompió el alma para sacar la casa adelante, ella es médica y cuando tenía consultorio o largas guardias en el sanatorio, me dejaba al cuidado de mis abuelos, ellos también nos ayudaron económicamente, demás esta decirles que sacrificó su vida social, en los pocos tiempos libres que tenía ella decidía pasarlos conmigo, llevándome a la plaza, al cine, a caminar, a tomar o comer algo, íbamos siempre juntos, mamá tuvo un par de novios, pero ningún hombre le pareció lo suficientemente bueno para formar una familia. Nunca ninguno de esos novios se quedó a dormir en casa, con una visión más adulta creo que esos tipos eran un desahogo sexual no creo que hayan sido algo serio.
Yo decidí estudiar ingeniería como mi abuelo, soñaba ser un profesional para devolverle a mamá con creces todo lo que ella invirtió en mí, y no hablo solamente de dinero, sino de cosas que sacrificó, como viajar y conocer lugares nuevos, distraerse sin tener que pensar en trabajar. En la secundaría fui un alumno destacado, pasaba tardes enteras encerrado en a biblioteca pública estudiando, gracias al promedio elevado con el que me recibí, gané una beca para estudiar ingeniería civil en la Universidad Nacional Autónoma de México, la famosa UNAM.
Mi familia entre alegría y mucho llanto festejó la beca que obtuve, mamá vendió el departamento en donde vivíamos y se fue a vivir con mis abuelos, para poder darme dinero para sobrevivir los primeros meses hasta conseguir un trabajo con el cual mantenerme. El 6 de febrero de 2.016 me subí al avión con más miedos que esperanzas, los primeros meses fueron muy duros me costó muchísimo adaptarme, estaba muy acostumbrado a ser el nene mimado de mamá, tenerla a ella al lado mío para lo que necesite, contar con el apoyo incondicional de mis abuelos, extrañaba a mis amigos, el cuarteto, La Mona Giménez, Ulises Bueno, el fernet... La comida mexicana me resultaba incomible, hasta el agua tiene picante, cuando me hicieron probar “alambre” un plato típico del lugar, me bebí hasta la humedad de las paredes, casi llamo a los bomberos.
Con mamá hablábamos todas las noches por skype y ella me daba fuerzas para que siguiera adelante y no me desanimara. Por suerte Alfredo, mi compañero con el cual compartía el arrendo del apartamento, me consolaba, tenemos la misma edad pero él parece mayor, mide más de 1,80 mts, tiene la piel cobriza, pelo corto, físico muy trabajado en el gimnasio, daba clases de personal trainner y con eso se costeaba los estudios, es tan simpático como mujeriego, no sé como lo hace pero todos las semanas tiene una mujer distinta a su lado, debo confesar que en más de una oportunidad sentí envidia cuando traía a sus conquistas al departamento para tener sexo. Él me presentaba mujeres pero por mi timidez y las ganas de volver a mi país, ellas no me daban bola, para mi cólera cuando se encerraba en la habitación con la conquista de turno, hacía temblar las paredes, mi consuelo era echarme una pajita escuchando el concierto de gemidos.
El mejor amigo de Alfredo era Vicente, también cursaba con nosotros pero dos años más avanzados, en ese tiempo él tenía 20 años, nos llevábamos bien y me ayudaba con las materias que no entendía, era como mi tutor, como él vivía con sus padres se la pasaba en nuestro apartamento, no pagaba alquiler pero siempre traía comida y bebidas. Vicente de cuerpo es muy parecido a mí, la única diferencia es que yo soy rubio y de ojos claros y él morocho de ojos marrones, por lo demás muy similares, era común que intercambiáramos prendas de vestir.
A pesar de mis dos amigos la idea de regresar a mi córdoba estaba presente y mucho más cuando reprobé la materia sistemas de representación gráfica, entonces pasó lo impensado y que desencadenó que yo les esté contando este relato, mi mamá viajo a visitarme y ayudarme a seguir adelante.
Vicente me prestó su VW Vocho para pasarla a buscar por el aeropuerto, cuando nos encontramos nos abrazamos por 15 minutos y lloramos un rato más. Ella siempre le tuvo pánico a los aviones, era la primera vez que viajaba en uno y yo valoré mucho su padecimiento de estar encerrada por más de 10 horas en uno. Antes de ir al apartamento la llevé a recorrer la ciudad de México y a comer algo.
Cuando estuvimos en casa se las presenté a mis amigos y mamá les preparó unos sanguches con los salamines de Colonía Caroya que pudo pasar sin que se los quiten, después de comer, como toda madre limpió y ordenó el departamento, cuando terminó la vivienda era otra. A la noche cenamos unos tacos con cerveza y conversamos, entre la charla pasó un:
  • Alfredo sos muy bien parecido, mi hijo me comentó que eras fachero, pero no un galán de Televisa jajajajajaja
  • Bueno Sandra tu no te quedas atrás, eres muy bonita, en Córdoba deben estar llorando porque se les están escapando los ángeles...
Con ese piropo mamá se sonrojo pero la cosa quedó ahí, nadie le dio demasiada importancia.
Es un buen momento para contarles que mamá tenía 41 años, rubia y de ojos claros como yo, mide 1,74 mts de altura, posee actualmente un cuerpo delgado y con buenas formas, un busto grande y redondo, vientre chato, nalgas pomposas y piernas largas y bien formadas. Siempre anda a cara lavada, no usa ni una gota de maquillaje y se viste con ropas holgadas.
Como yo tenía que estudiar para recuperar la materia reprobada, los primeros días mis amigos le hicieron de guías de turismo y la llevaron a recorrer todos los lugares históricos y de atracción, luego ella ya se manejaba sola, hacía las compras y nos preparaba comida casera. Cuando mis estudios y mi trabajo de camarero me lo permitía, salíamos a pasear solos con mamá.
Ya había pasado una semana y faltaba un poco más de otra semana para que ella tenga que regresar. Un día Vicente nos dijo que sus padres se iban a visitar familiares a otra provincia y que tendría la casa para él solo 3 días y que el sábado iba a hacer una fiesta, a la cual nos invitaba, mi madre aceptó encantada.
Alfredo y Vicente compraron muchísimas bebidas para la fiesta, como buenos mexicanos no faltaban las caguamas Carta Blanca y XX, las latas de Tecate, botellas de mezcal y tequila, y jugos variados para los tragos.
Llegó el sábado y ya a la tarde cuando llegamos la fiesta comenzaba bien chingona, con música de Bronco, La Voz de Mando, El Grupo La Firma, Selena, Los Ángeles Azules, etc.. Ya habían como 12 personas y la gente seguía cayendo. Cuando Alfredo vio a mi madre vestida con un vestido negro de breteles, algo ajustado con un escote holgado y falda plisada corta que llegaba hasta la mitad de sus muslos, mostrando sus bien torneadas piernas, con sus finos pies calzados en sandalias plateadas de taco alto, enseguida vino a saludarnos y la sacó a bailar a mi madre justo cuando sonaba en los parlantes “Sergio El Bailador por Bronco”, mientras él la tomaba por la cintura y la hacia girar, para luego bailar algo juntitos mirándome y contándomela, como a modo de gracia, cada ves que la canción mencionaba mi nombre.
Vicente residía en Lomas de Chapultepec, el mejor barrio de Ciudad de México, en un caserón grande de dos plantas, en la inferior una sala enorme, una biblioteca (la de su padre), una sala más pequeña para reuniones íntimas, el baño, la cocina y el salón comedor, en la planta superior estaban los dormitorios.
A las horas la fiesta superaba los 20 invitados y no paraba de entrar gente, yo me la pasé sacando a bailar a las amigas de Vicente y Alfredo, pero luego de bailar todas me dejaron solo, por eso me agarró la noche con varios “ojos rojos” adentro para ahogar las penas, pero las malditas sabían nadar y cuando el mundo comenzó a girar alrededor mío, para no pasar papelones, fui a la habitación de mi amigo para recostarme hasta que se me fuera la borrachera.
Hasta donde sabía mamá estaba pasándosela muy bien, bebía cerveza liviana y bailaba con mis amigos, con otros chicos y hasta con mujeres, ella bailaba, reía y bebía, hacía muchos años que en su bello rostro no se dibujaba la felicidad, hacían círculos algunos y hacían palmas alentándola a que no pare de bailar. Le vino fantástico desenchufarse de tanto trabajo y de su vida tan rutinaria y disfrutar sin pensar en un mañana, dejando atrás la monotonía de su vida ordinaria.
Cuando me desperté, lo hice con dolor de cabeza y la boca pastosa, mientras bajaba los escalones escuchaba de fondo “Cumbia Coqueta”, en la sala grande había varias personas charlando, sentadas en los amplios sillones, me uní al grupo y quise ser parte de la conversación pero no pude lograrlo, hablaban de cosas que no conocía y cuando metía un bocadillo todos me quedaban viendo con extrañeza, como si yo fuera Mr. Bean.
Me levanté comí algunos emparedados, fui al baño a lavarme la cara, dí una vuelta al lugar con la intención de levantarme cualquier chica, sin conseguirlo regresé a la sala comí un burrito y a la primera mordida me quemaba el paladar, para ahogar al dragón bebí lo primero que tenía a mano y sin proponermelo hice un fondo blanco de mezcal.
Como en ningún momento me crucé con mi madre decidí ir a buscarla, cuando pasé por la sala pequeña escuche su voz, intenté entrar pero la puerta estaba cerrada, golpee y la llamé:
  • Mamá soy Sergio ¿Estás acá?
Volví al golpear y al rato escuché que me respondía.
  • Si hijo, esperá un momento que enseguida te abro...
Tuve que esperar casi un minuto para que abriera la maldita puerta, cuando lo hizo me sorprendió encontrarla descalza y con los breteles de su vestido caídos, solo se sostenía la prenda gracias a sus voluminosos pechos que eran como un muro de contención. Sus ojos tenían una mirada rara, su cara estaba ruborizada y sus labios tenían un brillo como a mojado.
  • ¿Que le pasó a tu vestido?
  • Ah... los breteles se rompieron de tanto bailar, por suerte no pasó nada... el vestido tiene de donde agarrarse jajaja...
En la salita estaban sentados Alfredo, Vicente y dos chicas muy lindas, todos ellos me miraban como si hubieran hecho alguna travesura y no querían que yo los descubriera.
  • Mamá ya es muy tarde ¿Querés que regresemos al departamento?
  • Pero si es temprano, la fiesta todavía no terminó, me la estoy pasando muy bien con ellos, estamos charlando a gusto...
Vicente comentó:
  • Buey no te preocupes por la hora, cuando termine la fiesta puedes usar mi carro para llevar a Sandra...
  • ¿Ves hijo? No te preocupes por la hora y volvé a la fiesta que hay muchas chicas preciosas...
Mamá me dio un beso y me cerró la puerta en la cara, permanecí un rato parado sin moverme, tratando de escuchar que estaba pasando detrás de esa puerta, pero hablaban bajo esta vez y no entendía nada.
Fui a la parte de la casa donde estaba la mayor cantidad de gente y me puse a bailar, comer y beber, hasta que me descompuse nuevamente y subí al cuarto de Vicente para vomitar, estuve por más de media hora abrazando al inodoro, pálido, todo transpirado. Cuando me incorporé advertí que mi camisa estaba manchada de vomito, la lavé en la pileta del cuarto de baño y aproveché a limpiarme, busqué en el placar de mi amigo y me puse una remera de él, me tiré en la cama a descansar un poco y me quedé nuevamente dormido.
Al despertar el reloj marcaba las 2 de la madrugada, bajé a la sala y ya no quedaba nadie, solo restos de botellas, vasos vacíos, latas abolladas y una paz de cementerio.
  • ¿Dónde están todos?, ¿Habrá pasado algo?, ¿Ya se fueron todos?, ¿Y mi mamá dónde está?
Me auto preguntaba en voz baja.
Me senté un rato largo en el sofá hasta que mis ojos se acostumbraron a la obscuridad, de lejos escuchaba como el murmullo unas personas personas, entré en la duda si ese sonido provenía de la calle o era de la casa. Caminé hasta la sala pequeña, la puerta estaba abierta y era el único lugar de la casa donde las luces estaban encendidas, dentro estaban los mismos que antes, Vicente y las dos hermosas mujeres jóvenes estaban sentados en el sofá, Alfredo y mi madre en un sillón de dos cuerpos, reían y bebían tequila.
A duras penas podía caminar recto, me paré como pude en la puerta, mamá al verme, se paró de inmediato diciendo:
  • Hijo estas hecho una piltrafa...
  • Si... no me siento bien...
  • ¡Estas borracho!.. no podés ni hablar, la lengua se te traba...
  • Estoy bien, Vicente dame las llaves así nos vamos al departamento...
  • En ese estado vos no podés ir a ningún lado, mirá como estas...
Al tiempo que mi madre me retaba las chicas reían a carcajadas.
  • Cuatacho, descansa en la biblioteca, que tiene un sofá enorme, duerme algo y cuando te mejores te llevó... ándale Alfredo, tu que eres fuerte llevalo.
No terminó de decirme eso Vicente, que mamá y Alfredo me llevaron uno de cada brazo hasta ese lugar y me acostaron, mamá me acarició y me pidió que descanse luego de besarme en la frente.
La biblioteca quedaba atravesando la sala grande pero enfrentada a la sala pequeña.
Dormitaba por momentos, hasta que las ganas de vomitar me despertaban, como tenía sed me levanté en búsqueda de una botella de agua o jugo, a lo lejos todavía veía gente, sin hacer ruido como no encontré nada “potable” para beber fui a la cocina, cuando regresé me tumbé en el sofá, el mareo no me dejaba caminar bien, me chocaba con todo.
Me dormía por breves intervalos de algunos minutos, me dí cuenta por los saltos en las conversaciones que ellos mantenían. En un momento de la madrugada escuché la voz de mamá que entre risa estaba contando algo, los otros también estaban conversando y eso me costó comprender lo que decía, yo estaba con una cruda que me moría pero los demás estaban borrachos y desinhibidos.
Estaban jugando a verdad o consecuencia, una de las chicas le preguntó a mi madre:
  • ¿Cuánto tiempo llevas sin acostarse con un hombre?
Todos callaron y miraron a mi mamá, como no respondía la animaron a que lo haga.
  • ¡Vamos Sandra, dilo!.. es solo una pregunta, la consecuencia puede ser muy picosa jajaja
  • Mmm... se van a reír de mí...
  • Que va... anda Sandra cuentanos...
  • No llevo la cuenta pero Sergito tenía creo 12 años cuando estuve con mi último novio... eso es... a ver... 6 años...
Todos estaban conmocionados, nadie se animaba a emitir palabra. Una de las chicas dijo:
  • Eso no es posible...
  • Yo si paso tres días sin darle alegría a mi panochita me muero jajaja
Respondió la otra.
Me volví a dormir, cuando desperté no estaban ni Vicente ni las dos chicas, solo Alfredo y mamá recostados en el sofá, muy próximos el uno del otro, besándose apasionadamente. El palpitar acelerado de mi corazón me mantenía despierto.
Alfredo descendió con sus besos húmedos por el cuello de su madre, luego de un rato los besos se convirtieron en mordiscos, chupones, ella gemía y reclinaba su cabeza para atrás para dejarle más extensiones de su piel para ser colonizadas por la boca de él...
Mis párpados se cerraron nuevamente, cuando volvieron abrirse casi me da un infarto, mamá estaba parada completamente desnuda con su vestido a los pies, no podía creer las tremendas tetas que tenía, eran fantásticas, duras, redondas, con pezones largos rosados, su culo simplemente majestuoso, frente a ella sentado estaba Alfredo con su musculoso cuerpo y su verga apuntando al techo, no era muy larga pero si extremadamente ancha, parecía un barril a escala, ella se arrodilló y apenas podía introducirlo en su boca, le pasaba la lengua por todos lados, en especial en la cabeza, ella trataba de abarcar la pija con su mano pero el grosor era descomunal, no le daban los dedos para cubrir la circunferencia, mirando fijamente esa extraordinaria verga le hizo una paja a velocidad bestial.
  • Para o te echo mis mecos...
Dijo sujetándole la cabeza con ambas manos y obligándola a elevarse hasta que estuvo a su altura y la besó.
  • Ponte encima que voy a regar esa aridez...
  • jajajajajjajaja
A ella la veía ansiosa, pero decidida, abrió sus piernas y apoyando sus rodillas en los almohadones, a cada lado de él, despacio fue bajando su pelvis hasta que su concha se tragó como pudo ese monstruo, cuando su cola chocó con los huevos de él, permaneció quita un largo rato para que su concha se acostumbre al ancho de esa verga, tiempo que Alfredo aprovechó para mamarle las tetas, las devoraba con hambre, las apretaba con las dos manos y le pegaba sonoros chupones.
Desde donde yo estaba veía el culo magnifico, empezando a subir y bajar despacio, disfrutando la cabalgata que iba tomando velocidad.
  • Ahhhhhhhhhhh.... que vergaaaaaa... uffffffff... es maravillosa...
Gemía sin control saltando sobre esa pija, no sé cuanto tiempo pasó pero se me hizo interminable.
Una de las chicas apareció para buscar un preservativo de su cartera, al ver el espectáculo se acercó a mi madre y le pegó una fuerte palmada en una nalga, cuando mamá se quejó, ella le metió la lengua en la boca mientras le acariciaba un seno y para mi sorpresa ese beso fue respondido.
  • Disfruta Sandra te mereces una buena verga como la de Alfredo, es sensacional, ya la he probado.
Acto seguido, se fue como vino y subió las escaleras. Alfredo solo le soltaba las preciosas tetas para abrazarla por la espalda y apretarla contra él, ella trataba de contener sus gemidos sin éxito y cada tanto miraba hacia donde yo estaba, pero la penumbra de la biblioteca me amparaba. Alfredo volcó su cuerpo sobre ella y logró acostarla de espaldas sobre el sofá, se acomodó mejor y la bombeó salvajemente amasándole las tetas en todo momento.
La vagina tenía una fina mata de vellos rubios que contrastaba con el color cobrizo de la verga invasora. Cuando él aplastó su cuerpo contra el de ella, mamá lo rodeó con sus piernas, cruzando los tobillos por sobre la cadera de Alfredo, el ritmo aumentaba, los dedos de los pies de ella se cerraban, las penetraciones eran profundas, hasta el fondo de su concha, una y otra vez.
  • Brrrrrrrr... auughhhhhhhhhhh...
Gimió él indicando que había eyaculado dentro de ella. En ese instante me sentí flotar y me quedé dormido por enésima vez, al despertar ya era de mañana y el sol entraba por las ventanas, un intenso dolor de cabeza me seguía atormentando, me dolía todo el cuerpo, tenía la boca seca y el estómago revuelto, apenas mis piernas tenían fuerza para mantenerme en pie, me paré, rezaba para que todo hubiera sido nada más que una asquerosa pesadilla, mi corazón latía agitado, había ropa por todas partes, de hombres y de mujeres, en el sofá de la sala pequeña dormían Alfredo y mamá, totalmente desnudos, ella estaba algo de lado recostada sobre él, al lado del precioso culo estaba la imponente verga, incluso en reposo daba miedo, me acerqué con cautela de no hacer ruido para no despertarlos, me paré al lado del sofá y observé que la concha estaba rojiza, inflamada, muy abierta y goteando semen.
Mamá dormía con cara de satisfacción, por todo el cuerpo tenía moretones, marca violáceas producidas por los fuertes chupones, en especial en el cuello y en las tetas, del suelo tomé su tanga y corpiño, me los llevé a la nariz para llenarme los pulmones con su exquisito olor, a modo de una mínima venganza el sujetador lo escondí detrás de unos libros y la tanga me la guardé en el bolsillo del pantalón.
No quise seguir mirando, giré mi cara con los ojos bañados en lágrimas y con nauseas por la escena y la resaca, subí las escaleras y en una de los dormitorios estaba Vicente con las dos chicas cogiendo, no me quedó otra que volver a la biblioteca antes de alertar a todos que yo estaba despierto y hacer el ridículo, el único que no pudo tener sexo y para colmo de males me garcharon a mi madre.
Por suerte ni bien me acosté en el sofá me quedé dormido, un grito de mujer me despertó, al abrir los ojos serían las 10 de la mañana, mamá estaba en cuatro patas apoyada en el respaldo del sofá y le estaban rompiendo el culo, pero había algo raro, me refregué los ojos y levanté la cabeza para ver mejor, quien estaba atrás de mi madre no era Alfredo sino Vicente quien la penetraba a un ritmo implacable, sus tetas se movían al compás de los embates, como campanas llamando a misa. Alfredo seguramente estaría con las dos chicas. Ella gritaba pero no hacía nada para evitar la enculada, todo lo contrario levantaba más las caderas para recibir la verga mejor, las manos de Vicente le sobaban las tetas.
  • De México te vas a regresar cogida como debe estarlo siempre una hembra como tú...
  • Siiiiiiiiiiiiiiiiiii...
  • Te me vuelves con los agujeros bien abiertos... y quien sabe con un chamaquito de regalo jajaja...
Preferí no seguir mirando, al mediodía cuando me levanté, la cabeza me estaba por explotar, caminé por la casa y en la cocina me encontré con mamá, sonriente, exultante, al verme me saludó con la mano y dijo.
  • No te da vergüenza haberte emborrachado... vení sentate con nosotros que te preparo algo de desayunar así te cambia la cara...
Sentados a la mesa estaban las dos chicas vestidas solamente con una remera de Vicente, mis dos ¿amigos? en pantalones cortos y mamá con el vestido bastante maltrecho y sus tetas bamboleantes a falta del corpiño para que las sostenga. Una sonrisa pícara estaba presente en la cara de todos, menos de quien les escribe.
  • Amorcito de mamá tomá el café así te despabilas...
  • Vamonos a casa, ya es muy tarde... o temprano... ya no sé que mierda digo...
  • ¿Pero carnal cual es la prisa si mis padres vienen recién dentro de dos días?
  • Es que tengo mucho que estudiar...
  • No hay problema, entonces yo me quedo estos días acá así te dejamos el departamento solo para estudiar tranquilo...
No quise ni que me lleven, salí casi corriendo y me tomé un bus. Me pasé los siguientes días recordando todo lo que había visto, sin entender el cambio de mi madre y la traición de aquellos que se decían mis amigos.
El lunes por la mañana cuando regresaron, lo hicieron sonrientes y alegres, pero esa efervescencia les duró poco cuando me vieron con las maletas hechas y les dije que me volvía para Córdoba.
-------------------------------------FIN--------------------------------------
® Autor: Gus Becker
Relato basado en la historia que tuvo que vivir un lector hace unos años y que me contó por correo.

Pensar historias nuevas y escribirlas es mucho esfuerzo, por eso solicitamos que comenten cada relato, para que exista un ida y vuelta entre nosotros.

Cuando supere los 15 comentarios se publicará un nuevo relato.




Comentarios

  1. Muchas gracias por este relato, gran reconocimiento para los lectores que somos de México. Muchos buenos detalles aunque algunos exagerados sobre la cultura. Muy morboso el asunto

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  2. 15 comentarios y subis uno nuevo?? Vamooooo loco comenten jajaja muy bueno el relato abrazos

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  3. Excelente forma de llevar adelante la cuarenntena

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  4. que bueno, de este estilo me encantan

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  5. Q buen relato amigo espero la siguiente parte lo q t faltó fue resaltar todo lo q terminó d hacer Sandra aunque sabemos q lo q hizo fue follar y en el próximo q Sandra siga teniendo más amantes y q el hijo la siga viendo chingar como perra en celo

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  6. MUY BUENOS COMO TODOS. SALUDOS DESDE ESPAÑA Y SI NO ES MUCHO PEDIR EN ESTOS DIAS SUBE MAS RELATOS PARA PASAR EL RATO MAS AMENO. ESTAR TODO EL DIA ENCERRADO ES MUY ABURRIDO.

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    1. Llevo años leyendo tus relatos me pareces uno de los mejores escribiendo si no el mejor. Algunos los he leído bastantes veces me parecen buenísimos. Me encanta el sexo anal duro. Un abrazo y ha esperar la próxima publicación me volver ha leer algún relato o algunos en lo que sale el siguiente a la luz

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  7. Empieza muy bien, la situación genial, pero poco morbo en el sexo, y el anal muy suave; ella consiente muy fácilmente. No me convenció.

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  8. Hola muy buen relato!! Me parece que le falta una parte donde Desayunan y se va corriendo que pasa con la mujer!! Abrazo grande

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  9. Estuvo muy bueno, ya sé sé extrañaba este tipo de relatos.
    Gracias

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  10. buen relato, justo para pasar esta cuarentena

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  11. Excelente relato. Gracias x volver a escribir en estos tiempo de cuarenta. Saludos manugares

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  12. Excelente gracias por tan exquisito regalo

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  13. Un tremendo relato, me gusta mas el trama del hijo quw vei como emputecian a su madre una lastima que no se pudo unir a la divercion y tambien putearla, con hancias espero los proximoa relatos.

    Saludos y gracias maestros

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    1. Ojalá que en la próxima entrega se una el hijo . Abrazos enorme y espero con ansias la próxima edición de estos fantásticos relatos

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  14. Me gustaría uno de esposas infieles. Con algo de lo que creo me pasó a mi. Saludos.

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  15. Muy buen relato !! Interesante y atrapante😊

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  16. De lo mejor que he leido felicidades, lo tuyo es un don.

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  17. Bueno bueno… Esa doña le quitaron es verano que cargaba y el hijo bien borracho no cogio ni aire.

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