Esta historia sucedió hace muchos años y a pesar de los años no he podido borrarla de mi mente.
Mi nombre es Mauricio, soy hijo único y mi mamá se llama Marina, es
comerciante y por aquel entonces tenía 38 años, alta, tez clara,
cabellera morocha y lacia hasta la mitad de la espalda, nariz recta,
ojos rasgados de color gris claro alucinantes, muy delgada, piernas
perfectamente torneadas, cintura marcada, vientre plano, cola redonda,
busto pequeño y firme, o sea, lo que se dice una hermosa mujer. Cuando
tenía 5 años mi papá, que era geólogo y se dedicaba a la minería, murió
en Bolivia en un accidente con explosivos, dejándonos en una buena
posición económica gracias a su seguro de vida, pero con una gran
soledad y desde ese momento mamá no volvió a tener otra pareja.
A partir de la muerte de mi padre, ella empezó a sufrir de dolores de
cabeza intensos, sumado a otros síntomas como: nauseas, vómitos,
hipersensibilidad a la luz y los ruidos, que se fueron intensificando
con el correr de los años. Consultó a muchos doctores y le hicieron
muchos estudios, pero sin solución.
Los neurólogos creían que había una relación entre sus migrañas y la
epilepsia, medicándola con antiepilépticos. Los oftalmólogos sostenían
que las cefaleas se daban porque la imagen se formaba antes de la fóvea,
recetándole lentes con bastante aumento que la mareaban, y los
psiquiatras sostenían que era producto de una gran depresión originada
por el fallecimiento de mi padre y le daban antidepresivos. Pero ningún
galeno halló una solución eficaz para evitar esas terribles cefaleas que
la obligaban a encerrarse en su cuarto a oscuras, con la puerta y las
ventanas cerradas, para evitar sonido alguno y la fotofobia, tratando de
dormir, ya que el sueño era lo único que ayudaba aque ese sufrimiento
se calme.
A pesar de no creer en supercherías, el dolor la llevó a recurrir a una curandera, que tampoco le brindó solución.
Al lado de casa vivía Doña Rosa, una señora con más de 60 años, viuda
y muy amiga de mamá; Dicha amistad se acrecentó después de la muerte de
papá, como la señora también había perdido a su marido, mi madre se
reflejaba en ella, además de recibir el consuelo de Rosa, le daba la
seguridad de dejarme a mí en buenas manos, cuando mamá por alguna razón
no podía cuidarme. La vecina era como una madre para mi mamá y una
abuela para mí.
Las migrañas la agobiaban una o dos veces por semana.
Rosa al ver la gran cantidad de medicamentos que tomaba, le decía:
- Hija no le hagas caso a esos matasanos y buscate un novio, vas a ver como se te va a pasar los dolores de cabeza.
Mamá no la tomaba enserio y se reía, a mí no me causaba ninguna gracia ese comentario, más bien celos y bronca.
Pero un domingo por la tarde, mientras tomaban el té y charlaban, la señora le insistió con su consejo.
- Llevás muchos años sin un hombre y sos joven, por eso te duele la cabeza, haceme caso Marina…
- Rosa, por favor… decís cada cosa…
- Lo digo porque soy viuda como vos, pero no soy monja. Desde que murió mi marido he tenido algunas aventuras…
- ¿Qué?, ¿Lo decís de verdad?
- Claro, la vida continúa pichona.
- Pero si no te conocí ninguna pareja.
- No tuve pareja porque no me volví a enamorar, pero eso no significa
que no haya estado con otros hombres desde que falleciera mi Braulio...
son dos cosas distintas el amor y el sexo. Marina no pierdas tu
juventud, los años que pasan no se recuperan… que te distraigas con
algún hombre no implica que dejes de amar a quien fue tu esposo, te va a
venir bien relajarte.
- ¿Te parece?
- Ya intentaste con tantos médicos, tantas pastillas y seguís igual…
probá mi consejo vas a ver que te va a gustar y te va hacer bien jijiji
- Me da no sé que…¿Qué hago, publico un aviso en una revista del corazón?
- Sos muy linda, podés levantarte a cualquier tipo con una bajadita
de ojos… José el farmacéutico es solterón y te come con la mirada, lo
tenés muerto, andá a la farmacia a comprar cualquier cosa y dale una
señal, vas a ver como te avanza…
- Voy a probar…
Al escuchar esto, un odio tremendo me invadió, sentí como si mami y
Rosa me traicionaran. Y cuando a los pocos días mamá me dijo que me iba a
dejar a la noche con la vieja porque ella iba a salir con el
farmacéutico casi me muero, ella no hizo caso a mi rabieta y me dejó al
cuidado de Rosa, quien estuvo muy contenta con la decisión de mamá.
La vecina se dió cuenta de mi enojo y trató de hacerme entender.
- Mauri no tenés que ponerte así, es normal estar celoso de mamá, nadie te la va a quitar.
- No me gusta que salga con otro.
- Tu papá hubiera querido que ella rehaga su vida, tenés que pensar en tú mamá… ¿Acaso te gusta verla sufrir?
- No, ¿Pero que tiene que ver?
- Los dolores de cabeza son porque se siente sola y abrumada,
necesita un amigo que la cuide y con quien compartir cosas de adultos…
si sos un buen hijo vas a querer que mejore y le deje de doler la
cabeza… ¿No es así? ¿Te importa mamá?
- Ssssi… no quiero que siga con las migrañas…
- Bueno, entonces dejá que tenga un amigo, ella siempre va a seguir queriendo a tu papá y sobre todas las cosas a vos.
La vieja me había puesto en una encrucijada, si contestaba que no
quería que saliera con otro hombre estaba implícito que no me importaba
que mejore, no tuve más remedio que aceptar, aunque por dentro la rabia
me carcomía el alma.
Al domingo siguiente, mientras volvían a estar juntas a la hora del
té, mientras yo fingía que jugaba, paré la oreja para escuchar su
charla.
- ¿Y nena… ¿Cómo te fue con el farmacéutico?
- Fuimos a tomar un café, él es un divino pero… que se yo, no me
gustó… en ningún momento intentó ir más allá, es muy tímido, era como si
me tuviera miedo.
- ¿No te apuró?
- Nooo, para nada… y yo estoy acostumbrada a mi marido… me da cosa insinuarme a un tipo, creo que él tiene que avanzar…
- No tenés que bajar los brazos, ya va a aparecer alguno, vos sos joven y muy linda.
Yo dí gracias al cielo que al farmacéutico dejaría de verlo.
Casi al mes, cuando pensé que ya todo se había calmado, mamá le contó
a la vecina que uno de los empleados le tiraba onda, que se trataba de
un hombre maduro, de alrededor de 50 años, algo pelado, alto, fornido y
separado, si bien no dijo el nombre, con esa descripción tenía que
tratarse de Arturo, el encargado del local, nunca me gustó ese tipo,
tenía cara de hijo de puta, parecía mala persona.
Cuando mamá regresaba del negocio, estaba como nerviosa, algo
distraída y eso me daba mala espina. Las semanas pasaron y a ella se la
veía más suelta y jovial, las fuertes migrañas no la atacaban tan
seguido, pasó de estar alicaída a preocuparse por su manera de vestir.
Mamá es dueña de un local de ropa de mujer que está ubicado en una
galería del centro, los días de semana por lo general se llena al
finalizar el horario de oficina, por eso decidí caer de sorpresa al
negocio antes que las secretarias lo hicieran. El negocio es grande y
además de Arturo y mamá, trabajan dos empleadas más, al entrar solamente
encontré a una de ellas, la saludé, me comentó que su compañera estaba
de licencia por embarazo y si buscaba a mi madre, ella estaba en la
trastienda haciendo el inventario de la mercadería con Arturo, se excusó
de acompañarme para no dejar solo el local y me encaminé al encuentro
con mamá, pero no sé por que razón, pueden llamarlo sexto sentido, lo
hice sin hacer ruido.
Al entrar a la trastienda, me encontré con varias cajas apiladas en
el suelo pero no había nadie, pensé que estarían en el fondo acomodando
las cajas en los estantes, por tipo de prenda y talles, caminé con
sigilo por el estrecho pasillo y cuando estaba llegando al final escuché
un susurro, esto me trajo un mal augurio, me asomé detrás del último
estante y vi a mamá de espaldas contra la pared siendo besada de lengua
por Arturo y manoseada por todo su cuerpo, esto me dejó de piedra, como
pude me escondí detrás de unas de las cajas grandes que supuestamente
tenían que acomodar, ella llevaba puesto un vestido blanco ajustado con
una abertura en forma de rombo en el pecho y la falda llegaba hasta la
mitad de sus muslos, era tipo mini, usaba zapatos negros brillosos de
taco alto con strass, sin medias.
Las manos de él le levantaron la falda del vestido hasta la cintura y
le manoseaba el culo, la breve tanga negra con encajes blancos en sus
bordes permitía que el contacto fuera piel con piel, pues la escasa tela
no alcanzaba a cubrir demasiado.
- Dejá de tocarme (dijo ella).
- ¿Qué te pasa?
- Me estás calentando y puede entrar alguien.
- ¿Quién va a entrar? Está Julia sola cuidando el negocio y a esta hora no viene nadie… relajate…
- Nooo… es peligroso…
- Me encanta tu culo… me lo venís prometiendo y nunca me lo das… mmm… es increíble…
- A nadie se lo dí, ni a mi marido… no es natural por ahí… ¡Dejá las
manos quietas, que me estás sacando la tanga!.. te dije que acá no
quiero, me da vergüenza…
- Pero si la trastienda es casi nuestro nidito de amor…
- Después de cerrar, ahora no estamos solos…
Ella protestaba bajando su falda, pero él se la volvía a levantar.
Arturo llevó una de las manos de mamá a su bragueta y ella palpando le
preguntó:
- ¿Qué pasó ahí?
- Vos me ponés así, hay que ser puto para no ponerse al palo con una mujer como vos.
Arturo al tiempo que hablaba le cacheteaba sonoramente las nalgas.
- A ver… mostrame papito como te pongo…
Mamá intentaba bajar el cierre del pantalón pero sus uñas largas se
lo dificultaban, él lo hizo por ella y extrajo del interior del pantalón
una pija gorda muy venosa, curvada hacia arriba. Él la hizo girar y
apoyar su pecho contra la pared, está posición me dio un primer plano
del diminuto triangulito de la tanga que se perdía en medio de los
redondos cachetes del culo. Con su pija le pegó repetidas veces en la
pomposa cola, el miembro estaba tan duro que dejaba marcas más rojas que
cuando lo hizo con la palma de una de sus manos.
La escena era muy erótica, por primera vez me dí cuenta que mi madre
es una mujer bellísima, parece raro pero antes de eso mamá siempre había
sido para mí, mamá, y ahora la estaba viendo como mujer. Momentos más
tarde ella giró y atesoró con sus manos el miembro varonil diciendo:
- Voy a ver en que estado está… uy mirá como reacciona cuando la
toco… cabecea… parece que quiere jugar con mi conchita… como crece, está
más gorda que de costumbre…
Mientras ella lo masturbaba, él le hurgaba con su asquerosa lengua
los recovecos bucales y le sobaba las tetas por sobre el vestido. Cuando
se separó de ella, tirándole del pelo la hizo agacharse en cuclillas,
con las rodillas bien separadas y le introdujo la verga en la boca. La
sensual boca de labios pintados engullía con avidez grandes porciones de
carne, entretanto él se bajaba los pantalones. No sé que habrá pasado
en estas semanas pero mamá estaba muy cambiada, la desconocía, ese
hombre lograba sacar la perra que llevaba adentro.
Ella con una mano le masajeaba los huevos peludos y con la otra se
dedeaba, su tanga traslucía la humedad de sus jugos. Las fuertes manos
del cincuentón inmovilizaron la cabeza de mi madre y de forma ruda le
bombeaba en la boca. Él pasó a tener el control.
- Como te gusta mamar mi verga… cuando te rompa el culo te voy a
dejar renga… por más que te hagas la putona no me vas a convencer para
que no te desflore el orto…
Arturo atraía hacia él la cabeza de ella y lograba introducirle en la
garganta toda su verga, dejando libre solamente sus huevos, mamá
cerraba sus ojos y llevaba la cabeza para atrás. Cuando ella se
atragantó, se la sacó para permitirle toser y tomar aire, mientras le
sacaba por la cabeza el vestido, acto seguido la hizo reclinarse sobre
la estantería, le bajó la tanga y la tiró, dejándola unicamente con el
corpiño blanco de media copa y los zapatos, estos últimos ayudaban a que
ella esté a la par de su altura y no tener que agacharse.
Con una mano se tomó la verga y haciendo movimientos circulares con
ella, le introdujo en la vagina el descomunal glande, aguardó unos
instantes y de un fuerte envión se la enterró, haciéndola gemir. Las
embestidas eran fuertes y profundas, mamá mordía el vestido para atenuar
sus quejidos.
- Está muy mojado acá adentro… te entra todaaah...
- Aia… que caliente estás papi… damela más despacito… uiaaaaa… ohhh
El “CHAS-CHAS-CHAS” que producían los dos cuerpos chocando me
enardecía. La pija de largo normal pero de un grosor que daba miedo se
hacia lugar entre los cachetes para penetrar la rosada vagina.
De la nada se escuchó un ruido, ellos se detuvieron y a mí se me paró
el corazón, por un instante pensé que la empleada podía entrar y
vernos, pero por suerte no fue nada. Arturo acomodó una de las cajas,
sentándose en ella con la pija bien parada apuntando el techo y le hizo
señas para que ella lo monte. Con una mano se abrió los labios vaginales
y de a poco se fue enterrando la gorda verga, mirándolo a los ojos, él
le desabrochó el corpiño y jugó con sus tetas, apretándolas y tironeado
los carnosos pezones. Desde mi posición los veía de perfil y me permitía
tomar más riesgos asomándome un poco más para ver mejor.
- Marina ya es hora de decirle a tu hijo que estamos saliendo, me
hincha los huevos vernos solamente acá y que no puedas pasar la noche
conmigo…
- ¿Cómo voy a ir a tu casa? ¿Qué le digo?
- La verdad, él no es un nene… decile que mi pija te tiene feliz… dejame de romper las bolas, somos todos grandes…
Que estén cogiendo y al mismo tiempo hablando de mí logró que eyacule
mojando mis pantalones. Arturo volvió a besarla y ella cruzó sus brazos
en el cuello de él.
Habrán pasado como 15 minutos, el tipo se paró y pajeándose le apoyó la punta de su verga en la boca.
- Abrí grande la boca y tragate mi lecheeeeeee ohhhhhhh
Un torrente de semen salió disparado de la pija llenándole la boca y
ella obedientemente lo tragó y luego con su lengua le limpió la verga.
Aproveché ese momento para escapar de la trastienda.
Al rato salieron ellos manteniendo la apariencia de jefa-empleado y
la tarada de Julia al verlos acercarse le preguntó a mamá por mí, ellos
se miraron impávidos, mi madre se llevó sus manos a la cara y Arturo
vociferó mi nombre. Gracias al cielo se me ocurrió meterme en los
probadores que estaban cerca de la puerta de la trastienda y salí
fingiendo que había entrado para probarme una remera.
- ¿Hijo que hacías ahí?
- Ehhh, me gustó esa remera y me la quise probar…
- Pero es de mujer…
- Ahora los chicos usamos estas remeras…
- ¿Rosa y con un corazón de lentejuelas?
Seguí manteniendo mis dichos antes que reconocer que los estuve
espiando y menos mal que camino al vestidor pude manotear esa remera.
Más tarde alcancé a escuchar que ella le expresó:
- Te dije que era peligroso…
- Para no correr más riesgos blanqueale nuestra relación.
En los siguientes días evité encontrarme con mamá, no quería darle
chances para que me cuente de su relación con Arturo, ella notaba que mi
actitud era algo rara y me preguntaba el motivo pero le respondía con
evasivas.
Lo cierto, pese a que me duela reconocerlo era que a mi madre se la
veía mejor, la frecuencia de sus dolores de cabeza se redujeron bastante
y eso le elevó el ánimo de una manera considerable. Charlando ella con
Rosa le contó que en la consulta periódica con su médico, este le redujo
la medicación.
- Hijita por más que ese doctor alardee que su tratamiento da
resultados, ambas sabemos que estás mejor porque seguiste mi consejo
jejejeje… realmente te vino bien haber conseguido un hombre que te
alivie las tensiones.
Esa mejoría no solamente se veía reflejada en su cambio de ánimo,
también en su manera de vestir, usaba vestidos coloridos y ajustados a
su cuerpo, además de faldas cortas y blusas llamativas, algo que hasta
hace unos meses era impensado en ella.
Un fin de semana por la tarde, sin anuncio previo, mamá llegó a casa
con Arturo y yo quería que me trague la tierra, por eso luego de
saludarlo me fui a encerrarme en mi habitación. Ella preparó la merienda
y él la ayudó, cuando todo estaba listo me llamaron, al llegar a la
sala observé las tazas sobre el mantel, té para tres.
El ambiente era tenso, un poco de miel no bastaba para endulzarme el
momento, mientras daba un sorbo buscaba descifrar sus rostros para
adelantarme al momento de la noticia odiada. Como una buena película ya
vista, pese a que sabía el desenlace igual me sorprendí, cuando mamá con
dulzura me informó que ellos “se estaban conociendo” (su forma de
manifestarme que estaban saliendo). Disimulé alegría por ella, pero por
dentro me desbordaba la bronca, ese tipo nunca me gustó, no era el
hombre ideal para ella, era muy diferente a mi papá quien era una
persona culta, en cambio Arturo era bruto, con tatujes y con cara de
sátiro.
Muchos de ustedes pueden pensar que los celos o tal vez haber
presenciado la escena de la tienda obnubila mi parcialidad, pero les
aseguró que no, ese hombre siempre nunca me agradó.
Con cada día que pasaba la parecencia de él se hacía constante en
casa y cada vez tardaba más en marcharse; Todos los conocidos y
familiares veían con buenos ojos la relación y se alegraban por la
mejoría de mamá.
Al principio de la relación cuando yo estaba presente se comportaban
asépticos, pero él fue tomando confianza y en menos de un mes le daba lo
mismo mi presencia al besarla o acariciarla, incluso viendo los tres un
partido de fútbol, en el entretiempo cuando mamá se levantó para traer
algo para beber, él tuvo el descaro de pegarle una cachetada en la cola.
Al sentir ella el golpe, totalmente fuera de lugar y ante la presencia
de su hijo, giró su cabeza mirándolo fijo a los ojos, y cuando pensé que
lo iba a regañar, le sonrió con picardía.
Al mes, él se quedó a dormir en casa sin que nadie lo invite, simplemente después de cenar dijo:
- Uyy, que tarde que es… vivo muy lejos y a esta hora ya no pasan colectivos, va a ser mejor que me quede a dormir…
A lo cual como un idiota que no piensa, respondí:
- Entonces te voy preparando la cama nido de mi habitación.
- ¿Para qué? Me quedó a dormir en el cuarto de tu madre… soy su novio no el tuyo…
Al terminar la frase, mamá rió nerviosa y Arturo tomándola de la mano
la llevó a la habitación, el momento fue muy incomodo. Permanecí en la
sala un tiempo más mirando una serie pedorra de Netflix intentando
digerir el mal rato, pero al ser imposible me levanté del sillón y me
fui a dormir.
El cuarto de ella y el mio están enfrentados, separándolos un pasillo
y al final de este se encuentra el amplio baño. No sé que que tiempo
transcurrió cuando el resplandor de la luz del baño me despertó, al
breve instante que entreabrí mis ojos, la luz se apagó, pero gracias al
velador encendido de la habitación de enfrente, logré observar a mamá
regresar rápidamente a su cuarto vistiendo un escueto camisolín azul con
puntilla. Toda la vida tuvimos la costumbre de dormir con la puerta
abierta, sobre todo luego del fallecimiento de mi padre y por suerte la
costumbre llevó a que ella dejara la puerta entornada, intente continuar
durmiendo pero al rato unos sonidos guturales me lo impidieron:
- Nnnnno, no, no… con condón por favor… ¿Podés?
- ¿Con forro querés?
- Ssssi…
- ¿Por qué?
- Porqueee… no quiero embarazarme…
- Yo te quiero hacer siete hijos.
- No le puede hacer esto a mi hijo… sería muy duro para él…
- ¡¡¡Esta está dura para vos!!!
- Ponetelo… ¿Siii?
- Démosle un hermanito… con esta pija hago lindos bebés…
- jajajajaja
Luego no escuché más nada hasta que pasó un minuto.
- Ya por favor que la quiero toda adentro.
- Espera putita, mi verga es tan gorda que cuesta ponermelo… ¿Ya querés que te coja?
- Siiiiiii
- Me encanta que quieras mi verga dentro de ti…
- mmmmmmmm… ahhhhh… ah… ahh… uhhhhh...
Con sigilo me acerqué a la puerta y la entreabrí un poco más, el
velador estaba apagado pero la luz que entraba por la ventana me
permitió vislumbrar a mamá acostada de espaldas y Arturo tirado
totalmente desnudo sobre ella cogiéndola duramente.
Las piernas de mamá estaban abiertas y flexionadas, él con ansiedad
la penetraba incansablemente mientras besaba sus pechos, una mano de
ella estaba apoyada en el bajo vientre de Arturo para frenarlo un poco y
que las embestidas no sean tan profundas, la boca de ella estaba
entreabierta y las bocanadas fueron mayor al sentir sus tetas
estrujadas, mamá respiraba como si le faltara el aire.
El camisolín se hallaba a la altura del ombligo y cuando él irguió su
torso para bombearla con mayor velocidad, aprecié que la concha estaba
más peluda que cuando la vi en el negocio, pero a diferencia de esa vez,
la mata de su pubis estaba más delineada, en forma de triángulo, sin el
vello que crece en el pliegue de las piernas. El silencio de la
habitación fue interrumpido con un “hijo de puta que bien me coges” con
una voz susurrante.
La ancha pija entraba una y otra vez en la gruta vaginal.
- Me encanta mucho tu pijahh.
- ¿Mamita la querés todos los días?
- Siiiiii… soy adicta a tu vergaaaaaaa…
De repente él se detuvo y fue ella quien movía su pubis para que el tremendo falo la siga penetrando.
- Asííí… solita…
- ¿Te gusta?
- Me encanta…
El parate duró poco y Arturo retomó su movimiento con fuertes
estocadas, le clavaba entera su pija desde la cabeza hasta los huevos de
un solo golpe, con mucha vehemencia y luego de un instante inmóvil
repetía la acción. Ella fruncía su rostro como si sufriera pero pienso
que era todo lo contrario.
- ¡Ay!.. ayyyyy… me voy a venir otra vez… ohhh… basta… no puedo más…
Arturo sujetándola de la cintura la cogía como una bestia, como
queriendo partirle la concha. Siguieron así hasta que él sacó el condón y
se la puso en la boca:
- ¿Querés mi lechita?
- Si damela… mmm…
- Chupámela… UFFFFF… abrí la bocaaaaaa
Una copiosa cantidad de esperma llenó la boca de mamá y ella para no desperdiciar ni una gota sacó su lengua.
- Que ricooooo
- Y pensar que tu marido nunca te eyaculó en la boca…
- No, nunca…
- ¿Te gusta?
- Muchooo
Entorné la puerta y regresé a mi habitación, la casa volvió a la
calma, como a los diez minutos ellos fueron al baño juntos, él en
calzoncillos y ella con el camisolín. Yo cerré mis párpados y rogué que
morfeo me venga a buscar para liberar mi mente de ese martirio, pero
nunca llegó y como a la media hora escuché:
- No tengo más forros… el de hace un rato fue el último…
- ¿Y ahora que hacemos?
- ¿Tu hijo no tendrá?
- ¿Cómo se te ocurre que vaya a pedirle?
- Se lo pido yo…
- Dejate de decir boludeces, querés…
- A esta hora no voy a salir a comprar…
- Te hago una paja…
- Ni en pedo, yo te quiero garchar
- Pero estoy en mis días, podés embarazarme
- Entonces prepara el culito divino que tenés
El diálogo se cortó y escuché un ruido como de forcejeo, con miedo
esta vez me asomé a la habitación de ellos y encontré a mamá desnuda en
cuatro patas sobre la cama, con la cara colorada, siendo sodomizada,
mordía una almohada y con sus puños aferraba las sábanas, él se aferraba
a sus caderas y cada tanto le pegaba sonoras cachetadas en las grupas.
No alcancé a entender que le decía, hablaba como entre dientes, en
cambio ella gemía con todos sus pulmones.
Con cada bombeo daba la impresión que el año dilatado le estaba inflando la verga porque se la veía descomunal de tan gorda.
De tan fuerte que la culeaba ella se desplomó quedando totalmente
acostada boca abajo, él la sujetó de los pelos y le golpeaba
repetidamente la cara contra la cama, con fuerza, mamá quiso escapar
pero el tipo le apoyó una mano en la nuca y otra en la espalda a la
altura de la cintura, inmovilizándola y hundiéndole la verga en el culo
como un salvaje, ella pataleaba y él en castigo volvía a azotarle la
cara con violencia.
Yo contemplaba desde el marco de la puerta pajeándome, aprovechando que ellos estaban en dirección contraria a la mía.
- ¡Ayyyyy! Soltame hijo de puta que me haces daño…
La respuesta de él fue sujetarla de ambos brazos como si fueran las
correas de una yegua y cada vez que la penetraba tiraba de los brazos
para levantarla, de manera que le entre la pija hasta el fondo de los
intestinos. De tan fuerte que le sacudía la cabeza un aro salió
disparado a la mierda.
De repente la musculosa pija equivocó su rumbo y salió por completo,
recorriendo la zanja de los cachetes, mamá aprovechó para levantar la
cabeza y respirar, por el reflejo de la ventana la observé demacrada,
tenía el maquillaje corrido y los ojos llorosos, Arturo con una mano
guió su verga al culo, tenía la cabeza de la pija inmensa, pero el ano
estaba tan roto que volvió a entrar sin dificultad.
La culeada pasó a ser más bestial, pero no hubo necesidad que
volviera a sujetarla, como dos pilares a cada lado del cuerpo de ella,
los fornidos brazos de Arturo con los puños cerrados se situaban. Los
golpes de cadera de él eran muy fuertes y no contento con el maltrato
anal, Arturo escupió varias veces la nuca de mamá, impregnando con su
sucia silaba la revuelta cabellera.
Con el primer escupitajo, acabé manchando la puerta con mi leche, los
grumos descendían por la madera. Mamá se mordía uno de los dedos para
no gritar y él sin ningún reparo gritó cuando le eyaculó dentro del
culo.
Por miedo a que me vean regresé a mi cama y esta vez si pude dormir
hasta el mediodía, que fue cuando mi madre me despertó con un “Arriba
dormilón que ya va a estar la comida” y un beso en la frente, por suerte
Arturo se había ido.
Luego de ducharme me senté a la mesa, mamá estaba vestida con un
jeans gastado, una remera blanca y ojotas, llevaba el pelo atado; su
buen animo y su rostro bello no pudieron disimular las ojeras.
Almorzamos en silencio y antes de levantar la mesa me pidió que le
alcanzara el frasco de diclofenac.
- ¿Te duele la cabeza má?
Pregunté pensando que por los golpes que le propinó Arturo contra la cama. Ella me respondió:
- Nnno… pero algo pesado que comí anoche, me cayó para el culo...
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® Gus Becker
Llevamos
alrededor 20 años escribiendo relatos, esto es mucho esfuerzo y nos
agradaría que luego de leer la publicación dejen un comentario, el saber
que hay un ida y vuelta entre nosotros nos motiva a seguir trabajando.
Buen relato va haber continuacion
ResponderBorrarEs muy bueno tendría q tener un segunda parte
ResponderBorrarMe encanta este tipo de relatos, con maduras insatisfechas deseosas de verga, ojala y sigan mas sumandose a contar sus anecdotas y por su puesto espero una segunda parte de esto!!!!
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