Un jóven regresa a su casa cuando menos lo esperaban y sorprende a sus tios en una orgia con su madre... |
Recién había cumplido los 16 años cuando regresaba de una
infructuosa ida de viaje de estudios que por una semana mis compañeros de
escuela y yo haríamos a Misiones y las cataratas Del Iguazú, digo infructuosa
pues el viaje se suspendió porque nuestro profesor y los dos guías que le
acompañarían se accidentaron unas horas antes de iniciar el tour y resultó que
fue suspendido.
Desalentado regresé a casa poco antes de la media noche,
cansado, con mi mochila al hombro, me detuve fuera de casa a revisar mi cámara
de video en la cual había filmado a mis compañeros alegres primero y tristes
después por el accidente y nuestra fracasada excursión.
Sabía que en casa estaba mi madre, que estando sola se
encerraba a piedra y lodo y además de poner las trabas a las puertas, les metía
candado, así que me sorprendió ver desde fuera los autos de mis tíos Ramón y
Martín, hermanos de mi madre, que nos visitaban regularmente acompañados de sus
esposas, Marcela y Cristina, un par de bellezas muy sensuales que nada mas de
verlas me dejaban tan duro como una piedra y regularmente me masturbaba
fantaseando con ellas.
Alicia, mi madre, es mas bella que ellas, a sus 42 años sigue
manteniéndose hoy en estupenda forma, pese a que me tuvo cuando tenía 16 años,
esa noche ella cumplía los 38 años de edad y hasta esa noche, no la había visto
como mujer jamás.
La presencia de la familia me despertó el ánimo, preparé una
nueva cinta de video, puse una nueva pila e irrumpí en la cocina con la cámara
filmando, pero para mi sorpresa no había nadie en la cocina, tampoco en el
comedor, ni la sala.
Me dirigí a la biblioteca, al estudio, al gimnasio y nada.
Fue entonces cuando escuché los gemidos.
Provenían de la planta alta, eran gemidos sensuales, voces de
hombres y mujeres que evidentemente estaban teniendo relaciones sexuales.
Sorprendido, subí las escaleras en silencio, temía que algo
malo estuviera pasando, pensé que una banda de pandilleros hubieran llegado y
sorprendieran a mi madre, sus hermanos y sus esposas y las estuvieran violando,
pero cuando llegué al segundo nivel, los gemidos y las voces fueron mas claros,
la voz de mi madre era clara.
Desde la oscuridad del pasillo, me asomé por el lente de mi
cámara y casi caigo de la sorpresa: Sobre la cama, mi madre se encontraba
desnuda, sobre rodillas y manos, a horcajadas sobre tio Ramón mientras tio
Martín la penetraba por el trasero, tia Marcela le chupaba las tetas y los
pezones erguidos, mientras tia Cristina estaba chapándole la concha a tía
Marcela.
Creí que estaba indignado, pero, ni en la más calenturienta
de mis fantasías me imaginé jamás aquel cuadro, no podía quitar los ojos y el
lente de la escena: ahí estaban desnudas las dos mujeres que mas había deseado
desde que tuve mis primeras erecciones: Marcela y Cristina, pero también noté
que no podía dejar de ver a mi madre.
Jamás la imaginé así, con senos perfectos, erectos, coronados
por pezones cafés a punto de reventar, moviendo las caderas entre los penes de
sus hermanos que la cogían doblemente, ese hermoso trasero, sin rastro de
celulitis, sin rastro de sobre peso, el vientre plano, las piernas tersas y
firmes, su rostro, ese rostro hermoso que muchos afirman es idéntico al de Demi
Moore que hasta esa noche fue para mi el mas dulce y maternal, se transformó en
un rostro sensual, erótico, caliente, el de una mujer que disfrutaba a todo
vapor de su pasión.
Filmé todo: como ella tuvo varios orgasmos hasta caer rendida
de lado, aún penetrada por sus hermanos, como estos tomaron a tía Marcela y
repitieron la dosis con ella, mientras Cristina se hizo cargo de mamá.
Yo tuve una erección tremenda y terminé masturbándome
lentamente y tuve un orgasmo cuando mi madre fue cogida nuevamente por sus
hermanos.
Quedaron rendidos, se repusieron y siguieron en la orgía
hasta las primeras horas del día siguiente.
Salí de casa antes que el sol saliera completamente, no sabía
que hacer, así que me hice el aparecido después de medio día, mi madre dormía en
su recamara como si nada hubiera pasado y después de tocar a su puerta, ella
despertó sorprendida por mi presencia, llevaba un sensual salto de cama, medias
de malla y ligueros y, aunque se cubrió un poco, pude observar nuevamente sus
encantos mientras le explicaba nuestra fracasada exploración peninsular, cosa
que ella trató de compensar diciéndome que ese periodo vacacional lo
aprovecharíamos viajando ambos.
Tres días después, cuando presumí que ella estaba atendiendo
su Gimnasio de Aeróbic en el centro de la ciudad, puse en la tele de la sala el
video, donde la contemplaba como una diosa del sexo y sus cortesanos, mientras
me masturbaba.
Su voz me heló la sangre en las venas, cuando descubrí que
estaba ahí viéndome ver la cinta mientras me masturbaba. Estaba un poco alterada
y me exigió que le entregara la cinta mientras me increpó por haberlos filmado.
Se veía enojada, muy molesta, quizá por ello, al descubrir dentro de mi que la
veía como mujer, que la deseaba y que quería cogerla, la enfrenté y le dije que
tenía varias copias, que haría llegar a mis abuelos y el resto de la familia si
ella no me daba lo que compartía generosa con mis tios y sus esposas.
No supo que decir, solo me veía con los ojos encendidos por
el enojo mientras yo permanecía de pie, con mi erección en alto.
-¿Sabes que no puedes tenerme?, soy tu madre y me niego a
ceder a tus perversiones- dijo.
Le increpé, le cuestioné a fondo como era posible que viera
el incesto como un pecado, cuando cogía con sus hermanos y las esposas de estos.
Me dio la espalda y subió a su recamara, donde se encerró no
no salió hasta el día siguiente.
Me sentía mal, sentía que había cometido un grave error, pero
por otro lado mi deseo por ella había aumentado a grado tal que por la mañana
toqué a su puerta y le exigí una respuesta.
Cuando su silencio me pareció la respuesta final, la puerta
de su recamara se abrió y apareció ante mi cubierta solo por medias negras de
malla sujetadas por un liguero del mismo color.
-¿Quieres cogerme?, ¿quieres meterle la verga a la puta de tu
madre y gozar de ella?, bueno, ven por tu botín, tómame, pero será por esta
única ves, jamás me tendrás nuevamente- dijo mientras se daba la vuelta y
contoneando su hermoso trasero, de dos hermosas esferas duras, tersas,
paraditas, forjadas por años y años de ejercicio aeróbico.
Tenía seca la boca y el pene erecto hasta casi reventar, no
sabía que hacer hasta que la ví ponerse sobre rodillas y manos en la cama y
contonearse exhibiendo su belleza.
Al crecer mi pene, ella observó con atención el tamaño del
mismo, que mis compañeras del colegio afirman es tan grande que algunas de ellas
se han negado a tener relaciones sexuales conmigo porque dicen que temen ser
lastimadas, en cambio otras, pese a que lloran y gritan, me han dado excelentes
ratos de placer y creo que ellas también lo han disfrutado.
-¿Quieres coger a la puta de tu madre o no?- me dijo.
Me quité la ropa en un santiamén y cuando subí a la cama me
dijo: -me vas a coger así como estoy, nada de abrazos, nada de besos, nada mas
meteme la verga así, no pidas nada más.
No pude evitarlo, la tomé por las caderas y pegué mi pene a
su trasero, en medio de sus hermosas, hermosísimas y duras nalgas, me froté
contra ellas, bien en la raya sudorosa de su culo y finalmente contra su concha
empapada de jugos, que, pese a lo frió de la actitud de mi madre, estaba
caliente, húmeda, esperando que le metan hasta los huevos.
Estaba sumamente excitado, jadeante, tembloroso, tomé mi
poronga y lo coloqué en sus labios vaginales, lentamente empujé mientras ella
emitió un gemido ronco primero y agudo después. Pero no se movía, empecé a
entrar y salir y ella no se movía.
Hasta que llegué a fondo. Ambos nos acostumbramos lentamente
a nuestros sexos. Entonces noté como sus caderas empezaron a moverse, muy
lentamente primero, pero después con mas cadencia y ritmo, al tiempo que yo le
daba cada ves con mas fuerza y la afianzaba por las caderas.
-¿Esto es lo que deseabas?, tu también querías cogerme,
meterme la verga, disfrútalo, porque no podrás volver a hacerlo, así, hazlo así,
mas rápido ¡mas rápido!- Fue su rendición, bajé mis manos a sus senos y los
masejé a gusto, mientras ella empezó a gemir y gritar al tiempo que le metía y
sacaba el pene con toda la fuerza posible.
En medio de aquella maravilla que era para mi estarle
haciendo el amor, me di cuenta que sus movimientos fueron cada ves mas rítmicos,
fuertes y cadenciosos y aumentaron al mismo tiempo que sus gemidos crecieron
hasta que tuvo una serie de orgasmos que la dejaron desmadejada sobre la cama,
mientras yo seguí empujando mi pene hasta que sentí como llegaba mi orgasmo, la
afiancé de las caderas y me fui a fondo.
Ella lanzó un grito que después me confesó fue de dolor
combinado con placer, pues al parecer toqué a fondo la entrada de su matriz y a
punto estuve de entrar en ella, mi madre parecía como si estuviera recibiendo
una descarga eléctrica por los movimientos convulsivos que tuvo mientras lloraba
y gritaba que no parara, que le diera a fondo, que no dejara de bombearla.
El final de mi orgasmo fue coronado con varios mas de ella,
cayó nuevamente sobre la cama, pero esta ves conmigo encima, ella lloraba y reía
al mismo tiempo que mi pene se ponía duro nuevamente dentro de ella.
No necesité pedírselo, se recuperó y empezó a mover de nuevo
las caderas, pero esta ves ambos acostados, conmigo atrás de ella, los embates
que le lancé fueron lentos esta ves, trataba de disfrutarla lo mas posible pues
me dijo que sería la única ves que la tendría, que ese sería el precio por
recuperar las cintas y que jamás la tocaría de nuevo.
Pero algo me dijo que mi futuro sería el paraíso entre sus
piernas cuando de nuevo excitada, gimiendo y lloriqueando, me ofreció sus labios
y nos fundimos en un largo beso apasionado que culminó con un orgasmo mío que
nos dejó dormidos hasta el día siguiente.
La
única forma de saber si el relato les gustó y que quieren que
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Saludos
y no duden en visitar en nuestro blog, cuya dirección figura en el
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buenisimo relato
ResponderBorrarExcelente relato sería bueno una segunda parte
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