Mi
nombre es Luís, pero mis papis y mis amigos me llaman Luisito, ahora
soy grandecito pero cuando pasó lo que les voy a contar era
chiquito. Con mis papás vivimos en Santiago de Chile, en un edificio
de la zona de Providencia, es una zona céntrica con un gran parque
al que íbamos a jugar con mis amigos del barrio, ubicado al costado
del río Mapocho.
Mi papá
se llama Carlos y es comerciante, de estatura promedia y panza
prominente, 11 años mayor que mi mamá que es ama de casa y se llama
Bluma, alta como buena descendiente de alemanes, de ojos celestes y
cabellera rubia corta por arriba de los hombros, delgada, con lolas
grandes y turgentes, de caderas anchas que hipnotizan al verlas
bambolearse al caminar, pero el fuerte de sus encantos es sin duda su
una cola que despierta suspiros en los hombres cuando pasea por la
calle; sus amigas le dicen Yayita por su gran parecido físico a la
novia de Condorito.
El
departamento que está frente al nuestro se vendió y lo compró una
familia colombiana que se mudó a mi país por negocios vinculados al
café. Un matrimonio con dos hijos y un sobrino, el Hombre se llama
Jackson, su mujer Eloísa, su hijo Freddy de 17 años, su hermano
Camilo de 19 y un primo de 23 años de nombre Edwin. Pero a pesar de
ser gente bonachona y muy alegre, en el barrio no cayó muy bien que
sean negros como la brea en la noche. Esta discriminación la sintió
Feddy que no tenía amigos ni en la escuela ni en el barrio. Camilo y
Edwin no la vivían porque trabajaban con Jackson, pasando casi todo
el día alejados de la casa.
Mamá
apiadándose del muchacho lo contrató como una especie de niñero
mío, para que me lleve al parque y me cuide, ya que por mi edad
mami no me dejaba ir sólo y mucho menos cruzar la calle. Esto fue
una gran distracción para él y nos permitió hacernos muy amigos,
en poco tiempo él se convirtió como en mi hermano mayor, jugábamos
a la pelota solos o con mis amiguitos, paseábamos y hasta me enseñó
a andar en bicicleta (claro con una ruedita en la rueda trasera para
ayudarme a mantener el equilibrio).
Cuando
regresábamos del parque mami nos preparaba la merienda y la comíamos
mirando los dibujitos en la sala.
Una
tarde luego de mi regreso de la escuela, fuimos al parque y
ayudándome a trepar a un árbol, resbalé y para que no me haga daño
Freddy intentó sujetarme y caímos pesadamente los dos al piso,
desde la parte baja de la copa, por suerte para mí caí arriba de él
y no me hice ni un moretón, pero él con una rama se raspó la parte
interna del muslo derecho, pues al hacer calor ambos llevábamos
pantaloncitos cortos.
AL
llegar a casa, mamá nos estaba esperando con un refrigerio, vestida
de entrecasa, pero ni bien le vio la herida, le dijo que se siente en
el sofá y fue por el botiquín de primeros auxilios. Ella se sentó
en una silla frente a él y con un algodón embebido en agua
oxigenada le limpiaba la herida. La pierna lastimada descansaba sobre
la pierna izquierda de mi madre.
Como a
Freddy le ardía, mami se acercó a soplarle sin deja de pasarle el
algodón. Al inclinarse ella, le dejó un primer plano de sus pechos
asomando algo más de lo prudente por sobre el escote de su vestido
que mi amigo miraba embobado.
Yo
estaba sentado en uno de los sillones laterales, a la derecha de
Freddy y desde mi lugar observaba que un bulto debajo de los shorts
de él, comenzaba a crecer y una cosa grande y oscura con forma de
hongo comenzaba a escapar por el borde del escueto de una de las
piernas del pantalón, en dirección a la mano de mamá.
Con la
cercanía de la cara de mami al muslo de él, soplándole la herida,
sus ojos se posaron incrédula en el glande y sin darse cuenta su
soplido dejó de ir hacia la herida para dirigirse hacia la parte
visible del pito, provocando una mayor turgencia y un leve cabeceo
que casi llega a rozar los labios de mamá.
Olvidándose
de la herida y de mí, ella acarició suavemente la parte visible de
la verga y la sopesaba, provocando que mi amigo exclamara un ahogado
gemido que sacó a mami de su sopor, y recordando mi presencia, sin
soltarle la verga, enderezó su torso y mirándolo a los ojos le dijo
que era mejor que lo siguiese curando en su dormitorio, porque yo era
muy impresionable con las heridas.
A Freddy
se lo veía con miedo, sin saber como reaccionar.
Diciéndome
que me quedara en la sala viendo los dibujitos, ella condujo al
muchacho a su dormitorio y cerró la puerta.
Luego de
permanecer inmóvil por varios minutos y como la curiosidad me
desbordaba, caminé hasta pararme frente a la puerta de la habitación
en donde se encontraban.
Como me
preocupaba el estado de la herida de mi amigo, pegué mi oreja a la
puerta para escuchar que pasaba ahí dentro.
La voz
de mamá decía algo como que estaba muy grande y pensando que se
refería a la herida me inquieté.
Agudizando
mi oído seguí escuchando a mamá:
- Nunca
pensé que podías tener algo taaaan grande… mmm… y al
acariciarla parece que sigue creciendo… es descomunal… te juro
que esta cosa negra me asusta… mmmmm…
Todo
esto me llevaba a pensar que la lastimadura de mi amigo podía a ser
algo bastante serio.
Para
tranquilizarme un poco, volví a donde estaba para ver la televisión,
pero al pasar los minutos y no verlos salir del cuarto, me fui a
pegar la oreja a la puerta.
No se
entendía que pasaba ahí dentro, solo se escuchaba a la cama
chirriar, gemidos y la voz de mamá insultando, cosa rara porque ella
es toda una dama.
-
Siiiiiiiiiii,
apenas me entraaaaa… hijo de puta me estás abriendooooohh… no
pareeeeeeeees… me rompiste la concha pendejo de mierda… que lindo
pijudo estoy desvirgando… soy tu primer hembra no me vaaaaas a
olvidar maaaaas, como mi concha tampoco va a olvidarte... machiiiito
mío… ufff… ¡¡¡Noooo pareeeeeeees!!!
Luego de
un buen rato, ella pegó un grito que me asustó y le siguió un
bufido ronco de él.
De la
habitación ya no escapaba ningún sonido.
Permanecí
pegado a la puerta hasta que escuché que la cama chirrió y unos
pasos que se me acercaban.
Corriendo
fui a la mesa a sentarme fingiendo que estaba haciendo algo.
La
puerta se abrió y salió mami con su bata blanca algo abierta, se
encaminó hasta donde estaba diciéndome que ya había curado a
Freddy, me preparó la leche y regresó a su habitación, cerrando la
puerta al entrar, volviéndome a dejar sólo.
Como a
la media hora, salieron ambos muy sonrientes, ella ya sin la bata
vestida nuevamente de entrecasa y Freddy me dijo que su herida estuvo
muy grande pero que mamá supo bajarle la gran hinchazón que tenía…
El se
sentó a la mesa a mi lado y ella le sirvió la merienda, diciéndole
que tenía que reponer fuerzas. El ambiente estaba en tensa calma y
los tres en silencio observábamos la tv.
Se hizo
la hora en la que papá acostumbraba llegar y mamá le dijo a Freddy
que era mejor que se fuera a su casa, y guiñándole un ojo le
recordó regresar al otro día, así ella le seguía curando la
herida para que no se ponga más grande de lo que está...
El se
despidió de nosotros con un beso. Yo estaba algo confundido con la
situación, pero al verlos tan contentos, no dije nada.
Al
llegar papi me preguntó como fue mi dí y le conté todo, que con
Freddy nos caímos del árbol y él se lastimó el muslo y mamá lo
había curado para que esa cosa grande que tenía no se le infecte.
Mamá nos interrumpió abruptamente diciéndonos que la cena estaba
servida y poniéndome cara fea me mandó a lavarme las manos.
Al
regresar a la mesa, papá retomó la conversación, retándome por
subirme al árbol, me hizo prometerle que no lo volvería hacer,
seguimos charlando y por supuesto que el resto de los detalles no se
los brindé.
Papá le
pidió a mami que le vea la herida y que si era algo para preocuparse
que lo lleve al sanatorio, que nosotros correríamos con los gastos
médicos. Ella dijo que si lo curaba en los próximos días no sería
necesario llevarlo a un médico, que se encargaría de él.
Papi le
había tomado cariño a Freddy por la ayuda que me brindaba y sentía
algo de culpa ajena porque varios de los vecinos de nuestra
urbanización lo discriminaban por su color.
Al otro
día por la tarde, estábamos sentados con mamá en el sofá
escuchando música, pero ella se había vestido como si fuera a
salir, llevaba un vestido
de verano muy ligero, color amarillo que le llegaba hasta donde
termina la cola y le marcaba mucho los voluminosos senos, ,
zapatos de tacón alto y bien maquillada. Se la veía preciosa y algo
nerviosa. Cuando sonó el timbre del departamento, ella se levantó
rápidamente a abrir, Freddy me saludó y me dijo que me ponga hacer
los deberes que él me iba ayudar.
Al rato,
con las voz algo temblorosa mamá le pidió que fuera a su habitación
para curarlo, porque esa cosa grande que tenía se iba a poner muy
mal si ella no la atendía.
Ellos se
encerraron en el cuarto y yo permanecía por varios minutos en mi
lugar, hasta que sin hacer ruido fui hasta la puerta como el día
anterior para saber lo que pasaba ahí dentro.
Se
escuchaban besos y él diciéndole que le gustó mucho lo que pasó
ayer y que estaba muy contento que su primera vez haya sido con ella.
Mamá le dijo que era un divino y que se desnude rápido.
- ¡Ay
madre mía!, pero si parece más grande que ayer, ¿Pero será
posible?, ¿Te habrá crecido?
Mi
amigo dejó escapar una fuerte carcajada.
-
¡Ah,
ya vas a ver!, vos no sos el único acá que tiene algo grande, mirá
mis tetas pendejo, ¿Viste que grande las tengo?, pero si parece que
fueron hechas justo para hacerte una cubana jajajaja… poné tu
verga entre ellas y vas a ver la paja de lujo que te hago… mmm…
la tenés tan grandota que puedo chupártela mientras me coges las
tetas… que lindo machito me conseguí... uhh…
No
entendía muy bien de que hablaban pero me daba cuenta que era sobre
sexo.
Pasaron
varios minutos y no se oía nada más, tenía miedo que hayan
descubierto y por ese motivo pararon. Cuando estaba por irme, la cama
empezó a chirriar y golpear la pared con el respaldo.
-
Machito
mío metémela toda, pero despacito que me duele… aggggh… asííí…
siiii despacito… no te detengas porque te mato… ¡Ayyyy! Que lo
parió, me siento de nuevo virgen con voooooooos… desflorame con tu
vergaaaaah… ¿Sentís como me estás abriendo?… Ughhhh
Tenía
unas ganas bárbaras de entrar y ver que sucedía ahí dentro, pero
mi miedo era muchísimo mayor, dejándome como estaqueado frente a la
puerta. Los gemidos y los gritos iban creciendo en paralelo con el
golpeteo de la cama. Mami estaba desaforada.
Sin
poder contenerme tuve una polución manchando mis calzoncillitos y
pantalón con mi primer descarga de semen.
Para no
hacer ruido fui a la cocina a limpiarme y tardé mucho en secar mis
prendas con un repasador; mis piernas me temblaban y a pesar de ello
me encaminaba hacia la habitación de mis padres, cuando de repente
la puerta de ahí se abrió y aparecieron ellos resplandecientes de
felicidad. Ella lo acompaño hasta la puerta y Freddy se retiró
prometiéndole volver mañana.
Cuando
me quedé sólo con mami, le pregunté como estaba la herida de él y
me respondió:
-
Preciosa…
ehh, preciosa porque está mejorando, la curación le está haciendo
efecto, con mi tratamiento cuando se va la tiene más chica que
cuando llega jijiji, señal que cicatriza bien, pero por varios días
vamos a tener que seguir con lo mismo, tal vez semanas…
Los
días pasaban y los hechos se repetían como calcados, cada vez que
llegaba Freddy se encerraba con mi mamá en la habitación por casi
dos horas y yo tras la puerta escuchándolos.
Pero a
diferencia que las veces anteriores, estaba aprendiendo a disfrutar
de las erecciones que me provocaban los ruidos que ellos provocaban,
me tocaba el pitito corriendo la pielcita para atrás y adelante,
continuamente, de forma innata, casi compulsiva, hasta que eyaculaba
copiosamente.
Al salir
del cuarto, ellos siempre estaban relajados, sonrientes y se
mostraban muy mimosos entre si; lejos de darme celos o molestarme, me
caía muy bien, dado que se veían muy felices. El coqueteo era cada
vez más evidente, buscando el roce casual, la mirada del otro, los
besos casi a escondidas.
El fin
de semana se me hizo tortuoso, ya que estando papá en casa, ella le
dijo que descansara y recupere fuerzas para el lunes. Ese día llegó
y al entrar Freddy, mamá no le dió tiempo a saludarme y a las
corridas lo encerró en su cuarto diciéndole que tenían que
recuperar todo el tiempo perdido.
Esta vez
ellos no se contuvieron como las veces pasadas, estaban desenfrenados
de pasión, los gemidos pasaron a ser gritos y la cama sonaba como si
se fuera a romper en cualquier momento.
Esa
tarde me hice dos pajitas y ellos seguían encerrados; mis fuerzas no
me permitieron seguir de pie escuchando y para calmarme fui a la sala
a ver la tele. Entre los ruidos de la batalla sexual pude distinguir
la llave de papá en la puerta, que por suerte estaba cerrada también
con el pestillo.
Sin
pensarlo, fui hasta el cuarto para avisarles que papá había
regresado, para luego correr hasta la puerta y fingir que el seguro
estaba duro para darle tiempo a mamá. Una vez quitado el seguro,
papá entró diciéndome que se había olvidado un contrato
importante que ese mismo día debía de ser firmado, lo buscó en la
sala y al no encontrarlo fue hasta su habitación. Casi se me escapa
el corazón del cuerpo cuando estaba por abrir la puerta y apareció
mami con el pelo todo revuelto y la bata mal cerrada dejándome
apreciar que estaba totalmente desnuda debajo, por la abertura debajo
del lazo anudado, observé su pubis con el vello rubio bien
recortado, dejando una especie de bigote rodeando a los labios
vaginales.
-
Buuuuaaaa…
hola mi amor, ¿Qué haces tan temprano en casa?
-
Vine a buscar unos papeles importantes. ¿Y vos, recién te levantás?
- Si,
es que me dí un atracón de carne y me cayó algo pesada, por eso me
acosté hasta que se me pase...
Papá
entró a su dormitorio y al rato salió con los papeles en la mano,
me saludó acariciando mi cabeza y dándole un beso de despedida le
dijo a su esposa que no lo esperemos para cenar porque iba a regresar
de la oficina muy tarde.
Con papá
en casa, temía el estallido de la bomba atómica y no explotó ni un
petardo.
Buscando
una explicación, ingresé a la habitación en busca de Freddy, pero
no lo pude encontrar. Mami me miraba sonriente, muy divertida por mi
asombro, mientras se cerraba bien la bata.
- Mi
esposo ya se fue, podes salir tranquilo.
Mi
amigo salió de mi habitación con el cierre del pantalón bajo y la
remera colocada al revés.
Mamá
reía por mi cara de asombro.
Le
pregunté que hacia él en mi pieza y me respondió que lo mandó a
buscarme para que le dijese donde guardábamos el algodón para
seguir con la curación.
Mamá me
pidió que me quede en la sala viendo las caricaturas mientras ellos
terminaban lo que estaban haciendo.
Ellos
ya en la habitación y yo detrás de la puerta, escuché:
- ¡Uy
Uy Uy, casi nos atrapan!, Si no fuera por Luisito que nos avisó nos
hubiera encontrado el cornudo con tu terrible verga adentro mio.
-
Siiiiiii, tuvimos mucha suerte, si nos pescaba nos mataba de seguro.
- Vos
Negro me matas con los pijazos que me clavas...
- Si
tu hijo supiera que gracias a él, su madre puede seguir abriéndome
sus piernas jejeje.
-
Salvó mis agujeros para que vos puedas seguir usándolos…
Esas
palabras me excitaban y me hacían sentir orgulloso de haberlos
ayudado.
Cuando
las palabras callaron los gemidos continuaron como si nunca hubieran
sido interrumpidos.
Pasadas
las 18 hs. Freddy regresó a su casa y mamá quedó boca abajo
tendida en la cama rendida, tapada con la sábana. Contemplándola
durmiendo, observe que su ropa estaba desparramada por el piso,
levanté su húmeda tanga y un olor agrio subyugaba mi nariz.
Sin
proponérmelo, advertí que un mal encuadre en el marco de madera de
la puerta creaba en la parte baja, una abertura que me permitiría
ver desde el lado exterior.
Con
una herramienta de papá agrandé el agujero. Muy difícilmente sería
descubierto, era la oportunidad perfecta para saciar mi curiosidad,
en el próximo encuentro, de lo que sucedía ahí dentro.
Espero
poder hacerme entender y explicar bien lo que viví y vivo. Si les
parece bien, les sigo contando lo que pasa entre Freddy y mi mamá.
------------------------------------------------- FIN---------------------------------------------
Sus comentarios nos motivan a seguir escribiendo.
Excelente relato, espero que salga la segunda parte... Son los mejores
ResponderBorrarmuy buen escrito excelente historia bastante caliente
ResponderBorrarExcelente relato aunque falta la segunda parte
ResponderBorrar