Este relato habla de cómo mi madre resultó ser una verdadera
perra en celo al cornear durante gran parte de su vida a mi padre.
Bueno, todo empieza desde los pocos recuerdos que tengo de mi
infancia. Vengo de una familia de posición más que acomodada, bastante pudiente,
mi padre es un socio de una compañía bastante grande, la cual obviamente no voy
a nombrar.
Cabe resaltar que mi madre me tuvo cuando ella tenia 18 años,
mi padre le lleva 9 años de diferencia.
Nosotros tenemos en la familia un doctor de confianza
(Nicolás lo vamos a llamar, no es su nombre real, al igual que ninguno de los
nombres que se van a leer más adelante), el es primo hermano de mi padre, y a la
vez buen amigo suyo, o al menos eso es lo que yo creía.
Desde muy niño Nicolás siempre nos atendía, especialmente a
mi madre y a mi, que éramos los que más padecíamos enfermedades. A veces el
venia a hacer la consulta a casa, otras veces íbamos a su consultorio, que no
era otro que su departamento, ya que él trabaja en una clínica y a partir de las
19:00 hs. se marchaba a su hogar, y ahí hacia algunas pocas consultas solo para
su gente más allegada. Lo curioso es que íbamos tres veces por semana, yo sufría
de los bronquios y mi madre decía que teníamos que ir los lunes, miércoles y
viernes para hacer mis respectivos chequeos, tal como el doctor lo había
recomendado. Mi padre estaba de acuerdo.
Nosotros regresábamos a casa antes que mi padre, ya que él la
mayoría de las veces se quedaba hasta tarde en su trabajo.
En un principio yo no entendía bien las cosas, como dije
andaba por los 7 años, pero después de hacerme los chequeos correspondientes,
los cuales no duraban más de 10 minutos, mi madre se pasaba a la otra
habitación, en donde me decían que también tenia que hacerse un chequeo general,
ya que ella me expresaba que estaba un poco delicada de salud, y no quería
preocupar a mi padre, por lo que me pedía que no dijese nada de lo que ocurría;
yo lógicamente hacia caso obedientemente.
Todo esto no me molestaba, ya que me dejaban viendo en un
video mis dibujos favoritos en la sala de espera, y otras veces me quedaba
jugando con los videojuegos que tenia el doctor y que usaba en sus ratos libres,
por lo que me quedaba tranquilo mientras el examinaba a mamá. Por cierto, estos
exámenes duraban bastante tiempo y siempre notaba que tanto ella como él salían
de muy buen humor, se bromeaban, es más, a ella después del examen medico se la
veía radiante, muy hermosa, como revitalizada. Pero con un olor raro, que nunca
pude precisar a que.
Les describo a mamá, en ese momento ella tenia como 25 años,
mide como 1.70, de piel blanca, cabello negro largo hasta la mitad de la
espalda, ligeramente enrulado, labios carnosos, ojos verdes, un buen culo
ayudado por las mañanas en que iba al gimnasio y sus pechos que eran una locura
por lo grandes y turgentes, con unos pezones que siempre se le marcaban en su
vestimentas.
Bueno todo iba normal hasta que en una de las consultas,
mientras veía la tele en su sala, tuve un problema con el video, por lo que me
acerqué a pedir ayuda a la habitación en donde el doctor estaba chequeando a mi
madre (¡Y como la estaba examinando!); la puerta estaba cerrada con seguro, no
me animaba a interrumpir ya que ellos me habían advertido de que los exámenes
que le tomaban a ella eran muy delicados y no podía distraer al doctor, por lo
que no me animaba a tocar; pensé en regresar al sillón y esperar, pero había
algo que me daba mucha curiosidad, se escuchaban levemente sonidos como de una
cama en movimiento, así como cuando acercaba mi oreja a la puerta se escuchaban
respiraciones agitadas y gemidos, los de mi madre y las del doctor.
No entendía bien lo que acontecía aun, pero no pretendía
quedarme con las ganas de ver lo que sucedía ahí dentro, así que empecé a
recorrer toda la habitación buscando la forma de poder mirar.
Por suerte hallé que una de las ventanas no estaba
completamente cerrada, era la más pequeña de la casa. Ellos habían cerrado muy
bien la puerta y todo lugar que pudiera ser un peligro a su intimidad, pero se
olvidaron del lugar más pequeño e insignificante.
Aproveché para correr muy silenciosamente la cortina y… ¡Wow!
Que gran sorpresa fue la que me lleve, ya habían pasado unos 30 minutos
aproximadamente desde que mi madre se encerró con el medico en la habitación, y
lo que ví era para sorprender a cualquiera.
Mi madre estaba recostada boca arriba en la cama,
completamente desnuda y con las piernas abiertas, y Nicolás despojado de toda
ropa, sostenía con sus hombros las piernas de mi madre, al tiempo que la
penetraba profundamente, y con una de sus manos apretaba una de las tetas de
mamá. Mi madre gemía demasiado, y yo no estaba seguro si era por sufrimiento o
si disfrutaba de aquel acto (más adelante pude darme cuenta que lo disfrutaba
mucho), pero a pesar de la duda, yo no podía dejar de mirar.
Sus jadeos eran indescriptibles, él le soltó las piernas y le
tironeaba los pezones duros, mientras que con su otra mano le recorría la
espalda y su culo bien formado.
La cara de mi madre ya denotaba una marcada excitación.
El médico, le empezó a meter un dedo en su ogete, y con la
otra mano le acariciaba el interior de sus muslos, y frotaba su clítoris, con la
clara intención de excitarla hasta donde pudiera, la cara de mi madre era la
imágen del placer; su cabeza iba de un lado a otro como buscando un alivio a su
calentura, sintiendo a ese dedo que entraba y salía repetidas veces y que se
retorcía dentro de ella, entonces Nicolás le introdujo otro o sea los dos a la
vez, ella pego un grito tremendo, retorciéndose en la cama, pellizcándose los
pezones, por lo cual el doctor se le acercó poniéndole su descomunal poronga con
un hongo por glande, cerca de su boca. Mientras seguía sintiendo los dedos
abriendo y revolviendo su concha, mi madre arrebató el pito monstruoso y lo
empezó a acariciar, pero el medico la obligo a comérselo, pero como no le
entraba, le lamía los costados, y en un esfuerzo pudo abrir su boca, dilatando
los labios e introducírselo chupándole la cabeza lentamente como si fuera un
chupetín; el médico empujaba y se lo metía hasta la garganta produciéndole
arcadas, solo aflojaba cuando veía que ya no podía respirar, empezando un mete
saca por la boca colosal.
Yo estaba que no daba más, la visión de mi tetuda madre con
ese pedazo en la boca, me había hecho tener mi primera erección.
Ella dejó de comerse esa barra de carne, se paró, sin
soltarle la poronga, y le metió la lengua en la boca de Nicolás, iniciando un
beso de lo más cachondo. El se dedicó a oprimirle con fuerza las tetas mojadas
por la saliva que caía de sus bocas, y mientras ella jadeaba, la tomó de la
cintura y le apoyó contra la concha el terrible pedazo.
Ella al sentirlo en la entrada de su vagina, bajó una mano y
luego de frotarse el pito por su argolla, guió la penetración. Mamá parecía
sostenida por esa pija, y con sus brazos rodeaba el cuello de él.
Era orgásmico ver esas tetas coloradas por el mal trato
bambolearse.
Volvieron a la cama, ella lo abrazaba y arañaba su espalda,
rodeaba con una pierna la cadera de él, mientras la otra permanecía estirada
moviéndose al ritmo de las envestidas que le daba el doctor. Recibía la poronga
agarrándolo del culo al médico y empujándolo contra ella, para que la clavada
fuese total.
Mamá se llevó una almohada a la cara para contener sus
gemidos, sabiendo que yo estaba afuera.
Unos minutos más siguieron de esa forma; sus labios parecían
comerse entre si, jamás había visto algo similar, no sabia que hacer al
respecto, solo permanecí mirando hasta que en un momento observé que ella
empezaba a retorcer su cuerpo de un lado a otro como poseída, sus piernas se
estiraban y temblaban, sus manos rasgaban con mas fuerza la espalda del doctor y
sus gemidos pasaron a intensificarse con gran fuerza a la vez que el seguía con
sus embestidas que se hacían cada vez más fuertes. Cuando de pronto dio un
empujón y un gran suspiro junto con ella, parecía como que él se libraba de un
peso o algo así (eso es lo que pensé en es instante) a la vez que se prendía de
una de una teta en un chupón interminable; dejo de embestirla y paso a descansar
unos minutos encima de ella entre sus piernas, después de unos momentos el se
levanto para vestirse, pero antes pude ver su verga morcillona saliendo de la
vagina y a la vez chorreando un liquido blancuzco espeso; el tipo le había
llenado la concha de semen.
Inmediatamente regresé a ver televisión, haciéndome el
desentendido. Ellos salieron luego de unos minutos ya cambiados y como si nada
hubiese pasado, una vez más mi madre se veía muy contenta, feliz yo diría.
Camino a casa, abracé a mi madre apoyando mi cabeza en sus
tetas y pude sentir el roce de sus pezones que estaban más grandes de lo normal,
eligiendo como almohada el pezón que había sido sádicamente mordido y chuponeado,
lo que provocó en mi madre un leve gemido.
Así siguieron esos encuentros.
Yo, por mi parte no decía nada, ya que en el fondo sentía
cierto gusto al poder observar esas sesiones, es más, sabiendo lo que ocurría
muchas veces inventaba cierto malestar, pidiendo a mis padres que me llevaran
con el doctor, a lo que mi madre lógicamente accedía inmediatamente muy
preocupada por mi salud. Así fueron pasando los meses poniéndole los cuernos a
mi viejo, y ella no sabia que con mi complicidad lo había convertido en uno de
los mas grandes carnudos que hay.
Con el tiempo mis visitas al médico dejaron de ser, porque yo que estaba creciendo y mi madre ya no quería correr riesgos, dado que ya tenia mejor uso de razón y conocimientos en cuestiones de sexo, por lo cual, la que empezó a sentirse mal fue ella.
Pero al percibir que si salía ella sola al médico podría
despertar ciertas sospechas por parte de mi padre, en una cena familiar, muy
preocupado por la salud de mamá le sugerí a mi padre que de ahora en adelante mi
madre ya no tenga que ir al medico, sino más bien que el venga a darle una
visita a ella cuantas veces sea necesario; mi madre encantada con la idea y el
carnudo de papá no hizo problemas en que la atiendan en casa.
Así a partir de ese momento mi madre le puso los cuernos en
su propia cama muchas veces, y en muchos más lugares de la casa, a veces en la
sala, otras en la cocina, yo lógicamente fui un espectador en primera fila de lo
que pasaba y como tantas veces el tipo le llenaba las entrañas de semen. Y hasta
una vez presencié como se la enfiestaban a mi madre, junto a un par de hombres
conocidos de él.
Todo estos hechos los contaré detalladamente más adelante,
así como ella también consiguió otro amante, al cual yo también observaba
mientras le rompía la argolla a pijazos innumerables veces, ni su culo se salvó.
A quienes les pase una situación similar o simplemente quieran conversar sus fantasías, pueden escribirme.
excelente relato buen escritor
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