Fuimos
a bailar, mi esposa y yo junto a un matrimonio amigo. Ya en la disco
(de tipo swinger), conocimos a dos parejas más y uno de los hombres
la invita a bailar a mi esposa. Ella me mira buscando mi aprobación
y con un gesto le digo: Si.
Yo
a su vez bailo con la esposa de él, y volvimos al rato a la mesa a
sentarnos. Quiero aclarar que las dos parejas que conocimos eran
swinger experimentados, no así, por supuesto, el matrimonio amigo
nuestro y nosotros. Les cuento, que con mi esposa Mariana, llevamos
19 años de casados, con cuatro hijos y una vida normal y feliz, la
naturaleza me dotó con un pene normal y siempre tuvimos una vida
sexual normal e intensa, aunque convencional y a veces aburrida.
Promediando los 40 años de Mariana, en pleno apogeo de su vida como
mujer, empezó a insinuarme sutilmente que le gustaría cumplir el
sueño de cualquier mujer, de sentir adentro suyo uno de esos penes
enormes que se ven en los vídeos porno.
Yo
también delicadamente comencé a alentar esa fantasía, hablándole
mientras hacíamos el amor y en la penumbra de nuestro dormitorio,
diciéndole cosas tales como:
- ¿Te gustaría tener la pija de otro hombre?, ¿Se la chuparías ?, ¿Te gustaría que te de permiso para que cojas con otro?, a lo que ella se excitaba más y más, pero luego, ya en frió, no se tocaba más el tema.
Yo
insistí sobre el tema muchísimas veces, pero ella aducía el pudor,
la fidelidad, el prejuicio, etc, etc.. Todavía no se como aceptó ir
a una disco swinger, aunque la intención era solamente ir a bailar
y divertirnos.
Retomando,
cuando sale a bailar con Mauro, (cuarentón, robusto, 1.90, un poco
de panza, rubio, piel tostada y ojos claros, muy simpático), ella
vuelve colorada y con los ojos brillantes, (típicos en una mujer
excitada). Ella es petisita, 1,65 de altura, delgada sin panza ni rastro de los embarazos, tez blanca,
delgada, cabellera morocha y lacia que le llega hasta la mitad de la
espalda, ojos miel, nariz recta, una boca sensual que con solo verla
te dan ganas de besarla, cintura fina, tetas grandes con pezones
enormes similares a fresas tentadoras que provocan morderlos y una
colita bien parada. Mauro me dice muy cordialmente:
- Gracias Gustavo por dejarme bailar con tu esposa, baila muy bien y es muy divertida.
Se
cruzan ellos unas miradas de complicidad, yo las capté al vuelo y me
despertaron mis celos, pero me los aguanté, ya que estábamos en una
noche de diversión, a él se le notaba a través del pantalón un
bulto prominente, que mi mujer no dejaba de mirar, a pesar de su
disimulo. Luego en la mesa, mientras bebíamos unas cervezas,
recuerdo que una de las mujeres hizo un comentario al respecto y la
esposa de Mauro asintió, en el sentido de que era bastante dotado y
que esa era una de las razones por las cuales aceptó ser swinger,
para que no la engañe con otras mujeres ya que él es muy viril y
tenía la necesidad de todos los días mantener relaciones sexuales,
en cambio a ella tanta frecuencia y tamaño le lastimaba la vagina,
necesitaba un par de días para reponerse, con este estilo de vida,
por lo menos, sabía con quien lo hacía de común acuerdo, y no lo
perdía.
Terminó
la velada y Mauro se ofreció a llevarnos a nuestro domicilio, éramos
8 personas en un auto, que si bien era un Mercedes Benz muy grande y
amplio, viajaríamos apretados como sardinas. Me sorprendió cuando
él me dijo:
- Gustavo , maneja vos.
Entonces
él se sienta en el asiento de atrás, cuando miro por el espejo, en
medio del bullicio, las risas y la alegría del momento, veo a mi
esposa sentada arriba de Mauro, pues de otra manera no había lugar.
Era todo un jolgorio, "noche de diversión"... pensé
mientras conducía el auto por la ciudad. En un momento Mariana se
levantó y se estira hacia adelante para recibir un cigarrillo que le
ofreció quien iba al lado mio y cuando volvió a sentarse arriba de
Mauro, su expresión cambió. Pasó lo siguiente: Cuando mi esposa se
levantó, la pareja de Mauro le subió la minifalda, cosa que pasó
desapercibido entre tanto roce de cuerpos, salvo para Mauro que sacó
su enorme pija afuera, quedándose quieto y cuando Mariana volvió a
sentarse, lo hizo directamente arriba de la verga de Mauro. Mi mujer
no dijo nada, me miró tensa, fijamente por el espejo retrovisor,
trataba de actuar normal para que yo no me diera cuenta de la
situación. La pareja de Mauro contaba cosas risueñas y todos reían,
para disimular lo que pasaba. A los 10 o 15 minutos de viaje, el
rostro de mi esposa era irreconocible, cerraba los ojos y luego los
abría desmesuradamente, transpiraba, y en un momento intentó
inclinarse nuevamente hacia adelante, como para acomodarse mejor y al
sentarse de nuevo, emitió un sonido, un jadeo, un grito casi ahogado
que se perdió en medio de las risas... y se quedó quieta.
Mauro
le había acomodado la pija en la puerta de la conchita, corriéndole
el hilito de la tanguita y se notó (por lo menos yo lo percibí),
que logró meterle la cabeza, y así viajamos otros 20 minutos más.
Yo miraba por espejo y la cara de mi esposa era un tomate, sudaba,
disimulaba todo lo que podía para evitar un escándalo de mi parte,
pero por como se mordía los labios, me di cuenta que estaba gozando.
Al rato una de las chicas dijo:
- Gus pará en una estación de servicio por favor que tengo ganas de mear.
Así
lo hice, cuando paré el auto bajaron todos corriendo, riéndose, y
yo también, todos menos mi esposa y Mauro, pero nadie se dio cuenta
que ellos dos se habían quedado. Fingí entrar al open a comprar
caramelos y me volví al auto, me acerqué disimuladamente a la
luneta trasera para espiar. No podía creer lo que lo estaba viendo:
Ella estaba con la bombacha en los pies, sentada arriba y de espaldas
a él, subiendo y bajando las nalgas... Las manos de él le amasaban
las tetas por arriba de la blusa.
- Dale, dale Mariana que me falta poco... mmm... movete maaaaaas...
- Noooo, que puede venir mi marido, acá no, te prometo que nos vemos en otra ocasión...
Y
fue en ese momento que él bajó sus manos para tomarla por las
caderas y la empujó bruscamente hacia abajo, clavándole más de la
mitad de la terrible pija. Ella se paralizó unos segundos al sentir
un intruso de semejante calibre entre sus piernas, tiempo que
aprovechó él sujetándola por las tetas para atraerla más hacia su
cuerpo, al reaccionar mi esposa quiso levantarse pero él la abrazaba
y no la dejaba, al rato vi que ella relajaba su cuerpo, entreabría
sus piernas y se abandonaba al placer, girando su cara hacia un
costado buscó la boca de él para besarse apasionadamente y con
mucha lengua... Me acomodé para ver mejor y me asustó el tamaño de
esa verga, era muy ancha y gorda en la base, y si bien el tronco era
algo más delgado, el tamaño era enorme, parecía la pija de un
burro, era venosa y muy pero muy larga... era como el doble de la
mía.
Las
piernas me temblaban, no sabía que hacer, mi mujer gemía fuerte, él
le tapaba la boca con la mano y embestía salvajemente, ella pegaba
la cabeza contra el techo del auto y se sostenía del respaldo del
asiento delantero para evitar una penetración mayor, no alcanzaba a
entrarle toda, en un momento ella se dio la vuelta poniéndose frente
a él, abrió varios botones de su blusa y se sacó una teta para
dársela a su intempestivo amante como premio, quien la mamó como si
fuera un bebé hambriento, ahora las caderas de ella se movían en
círculos, para que la pija se clavara más profundamente. Estaban
como locos o poseídos, cogían con furia, ella lo miraba con los
ojos desorbitados y enredaba sus dedos en la cabellera de él, por
como arqueaba su espalda me pareció que Mauricio le arrancó varios
orgasmos.
De
repente mi esposa pegó un grito, fue cuando él se la enterró toda
hasta el fondo de la concha, ella lo abrazó fuerte y se quedan
quietos... Quería quedarme pero aproveché a salir para evitar que
me vieran. En el baño por suerte no me encontré con nadie, cosa que
agradecí, disfruté mi soledad haciéndome una paja para descargar
mi calentura. A la salida del sanitario todos estaban en el bar de la
estación de servicio bebiendo un café o comiendo algo, las miradas
estaban puestas en mí, la situación resultaba muy evidente pero
todos nos hacíamos los tontos, me moría de vergüenza, no sabía
que hacer y el resto no quería que yo me diera cuenta, pues no
podían imaginarse mi reacción. Luego de varios minutos incómodos
todos volvimos al auto, mi esposa, nerviosa, al fumar me tiraba el
humo a la cara, pero el olor a sexo estaba impregnado en el vehículo
y no se tapaba con nada. Como vivimos a las afueras de la ciudad
nosotros fuimos los últimos en bajar, al despedir a las otras
parejas fue lo usual, intercambios de números de teléfonos y
promesas de volver a encontrarnos para ir a bailar y de profundizar
la amistad recién iniciada, etc., etc. Cuando llegamos a casa y
Mariana les agradecía el habernos traído tanto Mauro como su esposa
me miraban con una risita burlona dibujada en sus rostros... o al
menos eso me pareció a mí... ya en casa, fuimos directo al
dormitorio y mientras ella se desvestía lentamente me dijo:
- ¿Qué bien lo pasamos, no?.. Mi amor, como nos divertimos...
Acto
seguido, desnuda se me acerca caminando sensual y me da un beso con
lengua, es impresionante el gusto a semen que tiene en la boca, yo no
le digo nada, pero veo su minifalda arriba de la cama manchada de
leche, al igual que la parte baja de la blusa que llevaba puesta. Su
cuello y tetas estaban húmedos y pegoteados. Le toco de improvisto
la conchita, como para iniciar un jueguito, y la siento mojada,
chorreando una sustancia viscosa, le inserto un dedito suavemente, se
sonríe y me mira lujuriosa, siento su conchita dilatada, ensanchada
y bien abierta. Cuando saco mi mano y la veo empapada con algo más
que su flujo, ella entra rápido tomando su cartera al baño,
sonriendo lascivamente... me desnudo y me acuesto pensando, no lo
puedo creer, no se que hacer ni que decir...
En
eso suena el teléfono, es el celular de mi esposa, cuando me acerco
a la puerta del baño y pegó mi oreja, la escucho susurrar:
- Me mataste Mauro, jamás sentí una pija tan grande, nunca me sentí tan llena, me llegaste hasta el fondo, donde jamás ningún hombre llegó... me hiciste sentir una hembra bien cogida, tengo la concha dolorida llena de tu leche... hasta cuando te la chupé para limpiártela me acabaste, sos un semental... ahora soy tu puta, si, Mauro, quiero que me cojas en una cama, llámame y arreglamos un encuentro... ¿Por el culo?, ni lo sueñes... ¿Me querés partir en dos?... si, siii, me encantó meterle los cuernos a mi marido en el auto delante de todos, quiero hacerlo bien cornudo con vos... no, no me animo a decirle, ...si ya sé que él siempre me incitó a que tenga otro macho, pero me da algo de miedo... está en el dormitorio, si... me parece que se dio cuenta, no sé... si Mauro, sos mi macho, el único, soy tuya, tuya, tuya... si a mi también me gustaría que me cojas delante de él... que mire como le rompen la concha a su mujer, que mire como me trago esa pija de caballo que tenés... que mire como lo hacemos cornudo... que me sienta gritar de placer... un beso mi amor, nos vemos, agradecele a tu mujer por ser tan generosa y compartir esa terrible chota conmigo... chau.
Espero
unos segundos y haciéndome bien el boludo cuando la veo salir le
pregunto:
- ¿Quién era, Mariana?
- Era Mauro, quería saber si llegamos bien y como lo pasamos... ¿No te enojas si hacemos el amor mañana?, Es que estoy rendida y destrozada... de sueño.
En
otro relato les contaré como tuve que asumir ser un cornudo
complaciente, sumiso, y ver como Mauro se cogía a mi esposa, y
escuchar las palabras de mi esposa:
- ¿No era eso lo que vos querías?
Un relato de esos que se siente raro, entre excitación e incertidumbre.
ResponderBorrarGenial.
Quien no se ha exitado alguna vez fantaseando con su mujer y un extraño, aunque son sentimientos encontrados llenos de morbo y celos; ver a nuestra pareja ser el deseo de otro exita mucho, la frase "...¿Te gustaría tener la pija de otro hombre?, ¿Se la chuparías ?, ¿Te gustaría que te de permiso para que cojas con otro?..." tiene mucha carga de morbo, el relato super exitante me voy ahora mismo a leer la siguiente parte porque promete...
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