Parecía
que el mundo se me caía encima, todo venía mal, mis sospechas de
que mi marido estaba frecuentando a otra personas estaban
confirmadas, si bien no lo pesqué con otra, le encontré
preservativos en el bolsillo de un saco, la casi nula vida sexual y
las ausencias prolongadas ahora se justificaban, por eso lo eché de
casa, decidí separarme de él hasta que la tormenta se calme y ver
como seguimos, pensando en el bien de nuestro hijo fue en buenos
términos, por supuesto él podría ver a nuestro hijo cuando lo
deseara y nos pasaría la manutención.
Fue
un golpe que, a pesar de no ser sorpresa porque hace más de un año
que lo sospechaba, no dejaba de confundirme emocionalmente, hacía ya
varios días que tenía molestias estomacales, consulté al médico y
me dijo que se debían por los nervios, a veces me agarraban
dolorosos espasmos, otros días estaba bien.
Y
como canta Sabina, me llovía sobre mojado, algunas cosas en mi casa
comenzaron a descomponerse: Pérdida de agua en el baño, se rompió
la llave de luz de mi habitación, el ventanal que da al jardín
cerraba mal. Todo eso, más cosas que ya venían sumando me llevaron
a un bajón, mal.
Mi
amiga Míriam vino a casa hace unos días y le comenté en broma,
porque yo no tenía problemas con nadie, que parecía que me habían
largado una maleficio, ella escuchaba y cuando terminé de contarle,
me dijo:
- Puede ser, siempre hay gente mala y envidiosa que disfrutan con hacerle mal a una... ¿Por qué no vas a ver a alguien que te limpie?
- ¿La casa?, Ya la tengo a Ramona desde hace años, no necesito a alguien más, ella es de confianza y además a veces me cuida al nene...
- No boluda, me refiero a que te limpié el camino, la mente y el cuerpo, que te saque la maldición...
- ¿Qué? ¿A quién?
- Mirá Ayleen, yo no fui, pero una vecina me contó que a ella le parecía que alguien la envidiaba o algo por el estilo y a pesar que ella es una mujer grande, se animó y fue a no sé como llamarlo, ella le decía maestro... y que después las cosas comenzaron a enderezarse, irle bien...
- ¿Maestro?, ¿Qué es, de esos tipos que le dicen manosanta?
- No sé que carajo, si es manosanta, paí, gualichero, vidente, curandero, solo me dijo la vieja que es africano... creo, bueno, es negro, y no es de ninguna religión, o eso aparenta... el tipo está con eso de limpieza de malas ondas y purificaciones...
- Míriam vos sos profesional, sos arquitecta, no podés creer en esas chantadas...
- Pero decime una cosa, si vos te sentís para el orto y todo te sale mal, ¿Qué carajo perdés con ir?, Solo unos pesos y vos no tenés problemas de dinero.
- Bueh... dejame pensarlo, nunca fui a esos lugares...
- Yo tampoco, pero iría si estuviera como vos... llevalo a Lalito, por las dudas, si el tipo es bueno, mejor los limpie a los dos.
Al
tema no le dí más bola, pero al día siguiente patiné en la bañera
y me acordé de la charla con mi amiga... “Listo, ya está, me
la voy a jugar con el maestro africano”. Le pedí a Míriam la
dirección o el teléfono y quedó en mandarme un mensaje cuando ella
lo consiguiera de su vecina y a las 2 horas aproximadamente me llegó
su mensaje con el teléfono para solicitar un turno.
Lo
pensé unos minutos y lo llamé, del otro lado sonó la voz de una
mujer que me imaginé muy mayor:
- Aló...
- Hola, buenas tardes, llamo porque una amiga me recomendó al maestro y como me están pasando muchas cosas negativas últimamente, quería consultarlo...
- ¿Me dice su edad?
- Si, 31 años...
- ¿Puede el viernes a las 5 de la tarde?
- Si puedo, le aviso que debo ir con mi hijo, no tengo con quien dejarlo, es muy chico...
- Esta bien...
- ¿Me pasa la dirección?
- Si, anote... calle XXXX altura 4127, a cinco cuadras de la avenida XXX...
- Uhh... queda lejos... es a las afueras de la ciudad, nunca anduve por ahí...
- Es una casa vieja con rejas verdes y jardín en la entrada, toque timbre y anunciese...
- Ok
- ¿Su nombre?
- Ayleen,
- Si se pierde llame y le decimos como llegar...
- Pondré el GPS de la camioneta, no creo que me pierda, gracias...
- Nos vemos el viernes.
Faltaban
2 días, solo había que esperar y que ese maestro me ayudara. El
viernes a eso de las 15 hs., cambié a Lalo y como estaba cómoda me
dejé el maillot negro que estaba usando, me puse un jeans y para
taparme un poco el escote una camperita blanca liviana, que me
vendría bien por si refrescaba más tarde. Salimos antes de las 16
hs, calculando el tráfico y si nos perdíamos, pero no, llegamos lo
más bien siguiendo las instrucciones, 10 minutos adelantada.
La
casa parecía de espectros, no sé si alguna vez, después de su
antigua construcción a la pobre la habían pintado y era muy grande,
con terrenos baldíos a sus costados, esa zona es muy peligrosa por
eso al estacionar recé para encontrar la camioneta a la salida.
Lalito se resistía a bajar pero no lo podía dejar solo en el
vehículo, a la fuerza me acompañó, llegamos al frente y toqué el
portero eléctrico:
- ¿Quién es?
- Ayleen.
Sonó
la chicharra, empujé y abrí el portón, caminamos por un sendero de
piedra y antes de llegar a la desvencijada puerta de madera, una
mujer mulata, grande, no se, calculo que 65 años tenía, con un
sonrisa forzada, abrió y me dijo:
- Adelante Ayleen, pase... hay pero que lindo nene, hola lindo.
La
entrada daba a un gran patio cubierto, con muchas plantas, muchas
sillas y puertas rodeándolo, había una mujer con su marido supongo
esperando.
- El maestro está atrasado.
- Me imagino....
- ¿Quiere un café mientras paga?
- Si, gracias.
Luego
de abonar la visita, que no fue barata, me dio un café muy cargado
para mi gusto y me senté a esperar con Lalo a upa, a mi hijo ese
lugar le daba tanto miedo que se subió arriba mío. Como a los 20
minutos salió de la puerta del medio un hombre canoso con cara de
depresivo, se marchó y entró el matrimonio, previo a que pasen se
asomó un hombre negro, más oscuro que el alquitrán, grandote y muy
alto, usaba una túnica roja y sandalias de cuero, me miró fijo como
la mujer que me atendió, supuse que ese era el maestro.
A
los 15 minutos la pareja se fue, el maestro llamó a la mujer y se
encerraron hasta que salió y me dijo que pase sola, que ella cuidaba
a mi hijo, golpee la puerta y después de que me diera autorización
entré, la habitación era enorme con techo muy alto y en las paredes
había fotos de todo tipo, símbolos, alguno me pareció reconocer
como diabólico pues los había visto en películas de terror,
pentagramas esotéricos, una cabeza de chivo disecada y colgada,
cuadros de gente negra, fotos de cementerios, y en el gran escritorio
había una calavera y muñecos, algunos como los machos cabríos de
las películas de terror, la verdad es que soy cagona y todo eso me
daba mucho miedo, yo no entendía que orientación tenía este
maestro, pero parecía apuntar más al infierno que al cielo.
Se
levantó y cuando se acercó lo vi bien, era tan negro como alto lo
único blanco en el eran sus dientes y parte de sus ojos, su cutis
estaba lleno de arrugas, el cabello crespo corto y bigotes con
barbita candado, imposible calcular la edad, 60, 70, 80 años... no
podía, sus manos eran grandes con dedos muy largos y uñas crecidas
en los dedos mayores. Con el rostro serio, fruncido, se acercó a mí
y sujetó mis manos, creí que me orinaba encima cuando me tocó, en
un raro castellano dijo:
- Bienvenida hija...
- Gra... gracias, es un placer.
- Eres bellísima. ¿Qué anda pasando en tu vida? Toma asiento y cuéntame.
Me
acercó una silla y él ubicó otra silla justo frente a mí, nos
sentamos y volvió a tomarme las manos, traté de resumirle mis
problemas, pero no se hasta donde me escuchaba, tenía sus ojos rojos
como congestionados fijos en mi cara, era tan fuerte su mirada que me
obligaba a bajar mi vista, sus manos apretaban fuerte las mías,
tanto que traté de apartarlas, pero el volvió a retenerlas entre
las suyas pero con una menor intensidad. Terminé mi relato y me
quedé en silencio.
- Entiendo hija, entiendo... vamos a levantarte el ánimo, veras que poco a poco todo se irá arreglando y pronto recuperarás tu felicidad... con respecto a tu hijo, él no está cargado....
- ¿?
- Solo tu estás con muchísima mala energía, veo espíritus que te desean...
- ¿Eh? (si antes tenía miedo, ahora era pánico)
- Pero yo los ahuyentaré porque ellos me temen...
No
entendía de que mierda habla.
- A ver hija, necesito concentrarme mucho en ti, tu caso es difícil... ¿Puedes venir dos veces por semana el primer mes?, No te preocupes por el dinero, te haré un gran descuento...
- Essstá bbien, si usted lo dice, nno tengo problemas... (tartamudeaba al hablar)
- Muy bien mi querida isifebe... el martes ven a las 19 horas...
- Ok
- Tendremos una sesión larga, mi asistente se quedará con tu hijito hermoso y yo comenzaré a sacar lo que te estorba.
- Muchas gracias, nos vemos el martes entonces, acá estaré sin falta.
- Te esperare ansioso... (dijo mientras me miraba desde mis cabellos a mis pies)
Y
nos fuimos, cuando subíamos a nuestro vehículo, una mujer que
pasaba en bicicleta, sin detenerse me dijo en voz baja:
- Cuidado mujer, en esa casa vive el diablo...
¿Está
loca esta mina? Pensé, encendí el motor, nos pusimos los
cinturones de seguridad y regresamos a casa. Dejé a mi hijo viendo
los dibujos animados y llamé a Míriam.
- Loca, ¿Qué onda tu vecina con el maestro?
- Ninguna, es vieja, si te referís a...
- No, no me refiero temas del corazón, el maestro parece un pergamino arrugado y tiene más años que la injusticia... hablo que vi cosas satánicas, la estrella, retratos, muñecos, un animal muerto...
- Ahhh, ni idea, pero no seas boluda, mientras te ayude... ¿Qué carajos te puede hacer si es un viejo choto como decis?
- Ya se boluda, solo preguntaba si sabías algo de eso.
No
hubo más cosas raras por suerte en los días siguientes, yo seguía
bajoneada sobre todo a la noche cuando me veía sola en la cama.
Llegó el martes y decidí ponerme una calza negra con botas negras,
un polerón blanco ajustado, mi campera negra y para allá fuimos con
mi nene.
Al
llegar no había nadie en la sala de espera, María, la mujer que
atendía como recepcionista, a los pocos minutos me dijo que el
maestro me esperaba y que ella se quedaría entreteniendo a Lalo. Al
entrar y cerrar la puerta tras de mí, noté enseguida que el
ambiente estaba cambiado, había más fotos diabólicas y un olor
raro de no sé qué, además vi tres luces rojas encendidas que antes
no estaban y la música casi lúgubre tampoco ayudaba a mi
tranquilidad.
El
maestro se levantó, me dio un beso en la mejilla, fue a la puerta y
le puso llave, luego caminó hasta un frigobar que tenía al costado
de su silla, al lado de su escritorio y sacó una botella con un
líquido verdoso, llenó un vaso y me lo ofreció...
- Tomalo tranquila, es un jugo de vegetales para tranquilizarte y armonizarte.
Lo
bebí, era asqueroso pero por lo menos estaba azucarado, se quedó un
rato viéndome y después volvimos a sentarnos como la primera vez,
enfrentados pero mucho más cerca, me tomó las manos y me susurró:
- Relajate, cerrá los ojos, escuchá la música y dejá que tu mente se eleve... ( ¿¿¿A dónde???).
Lo
escuchaba balbucear palabras que ni idea si era un idioma extraño o
eran rugidos, pero a los pocos minutos me sentí mareada y con
nauseas...
- Tranquila, aguantá las ganas de vomitar que pronto pasarán, bebé otro vaso que te ayudará..
Lo
hice y si, las nauseas cedieron pero no el mareo y al poco tiempo
comencé a temblar sin poderme controlar...
- Shh... tranquila.
El
temblor aumentaba, era una sensación de ansiedad, miedo, hasta
excitación, no se como cuernos describirla pero iba en aumento. Y de
repente me desinflé, sentí un cansancio muy grande y como que mi
cuerpo no me respondía, aparte de quedar como embobada mirando al
maestro.
- Bueno, bueno... linda, relajate y estarás bien, yo iré un ratito a la habitación de al lado para atender a tu hijo... tú quedate quieta que pronto se te irá el mareo y estarás muy bien.
Todo
me daba vueltas, con la vista un poco nublada vi que sacaba
nuevamente del frigobar la botella con el liquido verde oscuro y se
fue.
El
estado nauseabundo en el que estaba fue cediendo de a poco y comencé
a recuperar mis fuerzas, pero lo maravilloso era que me encontraba
por fin tranquila y sonriendo. El maestro regresó no sé después de
cuanto tiempo, pero fue bastante, se volvió a sentar frente a mi...
- Preciosa ya podes irte, te voy a dar un frasco con polvos para que los mezcles con agua y lo bebas tres veces por día, tranquila, no es droga, no estoy en esa... el sábado es la primer cura y preparate para estar mucho tiempo acá... Lalo vendrá contigo pues él también debe purificarse, va a beber la pócima de Exú, similar a la tuya pero no tan fuerte... lo verás cambiado y su relación contigo será mucho más feliz. Puede ser hija que mañana cuando comiences a ingerir los vegetales te descompongas del estómago, eso es muy bueno para depurarte y limpiarte bien para el sábado. Ponte de pie hija.
Me
levanté y ya estaba bien, recuperé el equilibrio.
- Ya podes irte, te espero el sábado a las 10 de la mañana, ven preparada para quedarte casi todo el día.
- Muchas gracias, estoy mucho mejor, me siento serena al fin, el sábado acá estaremos sin falta.
Le
di un beso en la mejilla, afuera me esperaba Lalo con un sonrisa,
saludamos a la recepcionista y nos fuimos.
Esa
semana fue muy rara, mi hijo y yo bebíamos nuestros brebajes pero
ambos teníamos actitudes fuera de lo normal, por ejemplo, el jueves
yo me bañé y salí del baño solamente con una bata excesivamente
corta, sin ropa interior, era solo inclinarme un poquito y se me veía
todo, y así fui a la cocina a tomar mate como algo natural, Lalo me
miraba con cara extraña, se me cayó una servilleta y cuando me
agaché a levantarla, escuché:
- ¡Wow mamá!
- ¿Qué pasó?
- Nada mami, nada...
Sonreí
y seguí con lo mío, más tarde él me abrazó y se apretó contra
mis tetas murmurando, no comprendí que pasaba pero disfrutaba eso.
El
viernes yo estaba como nerviosa, excitada, ¿Sería la pócima?, no
lo sé. Esa tarde, mi hijo estuvo muy cariñoso, en un momento yo
estaba en el sillón mirando la tele con un camisón transparente y
sin ropa interior, raro en mí, pero extrañamente no me importó
eso, Lalo se sentó a mi lado y apoyando su cabeza en mi hombro me
dijo:
- Que que bonita sos mami...
- Gracias hijo por el cumplido.
- Que suerte que tiene ese maestro negro, horrendo que va a curarte...
- ¿Por qué lo decís? ¿Te dijo algo él?
- Nada mami, nada... mañana vas a quedar bien, él me lo prometió.
Llegó
el sábado y yo estaba afiebrada, literalmente, tenía unas líneas
pero no era temperatura por enfermedad, más bien era un fuego
recorriendo todo mi cuerpo y para colmo Lalo estaba como ido. Me puse
un vestido muy corto blanco con detalles en negro y zapatos de taco haciendo juego. ¿Por
qué me vestí así?, No lo sé realmente todo era impulso en mí,
como que algo me tenía dominada y yo no podía o no quería
contenerme. Me perfumé bien, agarré mi cartera, y salimos.
Llegamos
pronto, estacioné el vehículo y bajamos. Primera sorpresa, al
entrar vimos que María estaba con una especie de bata algo
traslúcida (no había mucho que mostrar) y con voz agitada nos
saludó y cerró la puerta presurosa, nos hizo sentar en la sala, no
había nadie, solamente un olor repulsivo penetrante, como de
sahumerio, no se podía distinguir el aroma, pero era como a rancio,
como a los quince minutos por fin nos hicieron pasar a ambos.
Segunda
sorpresa, en el consultorio había una pareja, también eran negros y
mayores, como el manosanta. Ella regordeta de tal vez 50 años, él
también con sobrepeso y algo más viejo, los dos estaban con batas
negras muy transparentes, claramente sin nada abajo.
El
maestro, estaba vestido para la ocasión como la pareja, pero se
diferenciaba por tener ribetes dorados y rojos en la bata, no tan
trasparente, pues no me permitía ver debajo como estaba.
Esta
vez me hizo sentar en un sillón y a Lalo lo ubicaron en una silla
del rincón, mi hijo estaba muy ansioso y era todo sonrisa con todos,
como agradeciendo su puesto de observador, María nos sirvió a
todos los adultos un té caliente que sabía muy amargo y repugnaba,
en un tazón de color raro, Lalito en cambio, bebió un vaso de una
bebida rojiza, como de color sangre.
Para
pasar el mal trago lo antes posible, lo ingerí sin degustar y para
mí mala suerte me sirvieron nuevamente. El hombre luego de recibir
una seña del maestro, apagó la luz, solo dos lámparas de pie con
bombillas rojas de alto voltaje quedaron encendidas, permanecíamos
todos en silencio, solo se escuchaba la música tétrica que subía
de volúmen, el maestro se sentó frente a mí y me hizo cerrar los
ojos...
- Ahora comienza la purificación, relájate, distiende los músculos del cuerpo y quedate en silencio.
Creo
que no pasó ni diez minutos, que un mareo intenso se apoderó de mi
y el estómago comenzó a tener unos retortijones terribles, me tomé
la panza pensando que pasaría algo...
- Tranquila hija, ya pasará.
Luego
me agarró temblores en las manos y en las piernas, el cuerpo lo
sentía pesado.
- No abras los ojos, dejate llevar...
Escuchaba
tenuemente que hablaban entre ellos en un idioma incomprensible para
mí, inmediatamente, dos manos me tomaron de los hombros y la voz de
María calmándome.
- Ya estas casi lista, ahora debés beber el último trago de esto que apoyaré en tus labios, con pequeño sorbos, no te vayas a hogar y mantén los ojos cerrados.
¡Ahggg!,
era asqueroso y no fue un trago sino que un vaso largo, creí
vomitar, las manos de María me sujetaban, hasta espasmos tuve, de
repente pasaron y quedé ardiendo de calentura, ¡Por favor!, ¿Qué
me estaba pasando? No podía controlarme, no era dueña de mi cuerpo,
María notó eso y sus manos comenzaron a bajar, llegaron a mis tetas
y las manoseo un rato, continuaron a mi cadera y a mis piernas, ahí
sus manos abrieron mis cerradas piernas y fue directo a mi
entrepierna, lancé un gemido, me retorcí.
- Muy bien querida, no hay ropa interior, muy bien, hiciste lo indicado, ahora disfruta mientras tu cuerpo se libera de todo.
Manejaba
muy bien su mano, me hacía explotar de lujuria, suavemente un dedo
me penetraba, haciéndome delirar de placer. Yo estaba como en un
sueño, dudada si eso era real o producto de mi imaginación.
- Basta, pod favod, dejammme, no agguanto más...
- Ok linda, ya estas preparada para recibir al maestro, relájate y lentamente abre los ojos.
Sacó
su dedo de mi interior húmedo y entreabrí mis ojos, yo temblaba y
no podía articular bien mis palabras. El maestro ahí estaba frente
a mi, parado sin la bata sujetando con una de sus manos algo muy
largo, pero muy largo, de un ancho respetable, con venas hinchadas y
una cabeza enorme, que parecía llena de sangre.
- Preciosa, vamos un poquito a la alfombra.
Me
despojaron de mis prendas dejándome absolutamente desnuda y me
acostaron en una alfombra con dibujos esotéricos muy mullida. Yo
obedecía a todo, era como estar en una hipnosis pero al mismo tiempo
consciente. Todos se sentaron rodeándome haciendo un círculo, pero
a distancia y el maestro se acostó a un costado mio, con sus fuertes
manos me sujetó de la cabeza y me susurró:
- No tengas miedo, aflojate, pronto vas a sentirte nueva, no volverás a ser la misma... lo malo quedará atrás y olvidado, te sentirás aliviada... la relación con tu hijo será distinta y excelente... todo cambiará en ti.
Yo
lo miraba muda, él se volvió a levantar su inmenso miembro me
apuntó amenazante.
- ¿Sabes hija que bien te ves? Estas esperándome, deseas que tu fuego consuma todo lo nocivo que padeciste... y yo te voy a liberar de todo lo que tenés contenido, porque tu problema es que nunca fuiste atendida como mereces... nunca conociste lo que es recibir en tu interior la grandeza de Exú... y yo te la voy hacer sentir... eso te liberará de todo... tenemos todo el día para recibas la semilla que te voy a introducir...
Yo
miraba inmóvil y con mucho calor, escuchaba esas palabras pero no me
daban miedo, me sentía flotar, como que no estaba dentro de mi
cuerpo, que él le estaba hablando a otra persona. Hizo un gesto y
los que me rodeaban, cada uno me sujetaron de mis extremidades, los
ancianos de mis tobillos (luego de abrirme las piernas), mi hijo de
una muñeca y María de la otra, además ella con su otra mano me
acariciaba la cara como a una niña que necesita consuelo. Los ojos
del maestro parecían congestionarse y se montó arriba mío, sentía
su cuerpo aplastándome, mis piernas y mis brazos formaban una X,
parecía estaqueada.
Él
empezó a penetrarme, grité pues mi vagina era estrecha y recibir
semejante pene poco lubricado me causó un dolor punzante, me clavó
toda su verga sin mucha pausa, rasgando cada milímetro de las
paredes de mi vagina, a pesar del sufrimiento, de a poco comencé a
mojarme y eso hizo que su pija de ébano se deslizara fácilmente en
mi interior, llegando a lo más recóndito de mi ser, con embestidas
terribles, sabia que sus embates estaban dañando mi concha. Él me
abrió la boca y me besaba de lengua, pero no podía corresponderle,
yo solo gemía despacio.
De
pronto me di cuenta que mi hijo estaba presenciando todo eso,
sonriendo. Me llevó tiempo pero puede acomodar mi pelvis para
acompañar los embates, que ya eran violentos. El negro rugía,
gemía, escupía dentro de mi boca obligándome a tragar, siempre
saltando sobre mí, montándome sádicamente y enterrándome su verga
bien adentro. A excepción de Lalo, las manos de quienes me sujetaban
me estrujaban las tetas, tironeaban de mis pezones, introducían
dedos en mi ano y estimulaban mi clítoris, no quedó lugar de mi
cuerpo que no fuera manoseado, cuando el maestro liberaba mi boca,
los otros me besaban, sobre todo María y la otra mujer, cubriendo
de saliva mi rostro, llegó un momento que por fin comencé a
disfrutar, gimiendo fuerte abría bien la boca para entrelazar mi
lengua con quien quisiera, dándome lo mismo que fuera hombre o
mujer.
- Te voy a llenar de leche, dame un hijo querida, dámelo.
Parecía
interminable, no sé cuanto tiempo estuvo estropeándome la vagina
hasta que lo sentí que se venía y con fuertes chorros de semen
inundó mi matriz, dejándome su gorda cabeza a modo de tapón en la
concha para asegurarse que todo su esperma me quedara adentro, estuvo
así, descansando arriba mío un rato hasta que me la sacó y una
cantidad exorbitante de leche tibia escurrió de mi vagina. Todos
reían, festejaban y hablaban con satisfacción. El maestro se fue de
mi lado y apareció mi hijo, se tiró arriba mío, abrazándome, con
sus manos me secaba el rostro, ya nadie me sujetaba y pude contenerlo
entre mis brazos.
- Mami, mami, estuviste genial... y te veías hermosa.
- Te amo hijo, nunca te olvides.
- Yo te amo mami.
Me
ayudaron a levantar y María me acompañó al baño, todavía me
salía semen de mi vagina, me limpié bien y regresamos al
consultorio. Almorzamos sandwiches y todos estaban exultantes, pensé
que ya mi “limpieza” había terminado, no era así, casi diría
que recién comenzaba.
Durante
la comida se bebió gran cantidad de vino, yo tuve que ir de nuevo al
baño y mientras orinaba, se abrió la puerta, entró el otro hombre
y me puso su pene en mi boca.
- Chupa hermosa, chupámela bien que me dejaste al palo.
Todo
era nuevo acá, yo seguía haciendo pis y mamando un pene interesante
en tamaño con la puerta abierta y todos observando. El negro tomó
mi cabeza con sus dos manos, la apretó contra él y en pocos
minutos, gimiendo acabó dentro de mi boca. Me atoré tragando su
pastosa leche, pero no desperdicié nada.
Cuando
salimos todos estaban mirándonos sonrientes, yo estaba mareada por
todo el alcohol y me tuvo que ayudar mi hijo a caminar sin caerme,
entre el té extrañó que me dieron y el semen que tragué tenía
una revolución en el cerebro.
Las
batas estaban apiladas en el suelo, ya nadie las usaba. El estómago
lo tenía alterado, no pasó una hora que me levanté nuevamente para
ir al baño, el maestro se levantó cruzándome en el camino,
sujetándome del brazo, me dijo:
- No, ahora no es conveniente... después.
- Pero me molesta el estómago.
- Vamos, más tarde irás.
De
la mano me llevó a un dormitorio con una cama enorme de metal con
barrotes dorados, colchón alto con sábanas negras, como las
paredes, que eran iluminadas por una lámpara con luces rojas, antes
de cerrar la puerta dijo con tono severo:
- Lalo ven, tu solo... así lo quiere Exú.
Una
vez adentro los tres, cerró la puerta con llave, se paró frente a
mí masturbándose, parecía poseído, me arrojó sobre la cama boca
abajo, mi hijo se sentó a mi lado, me dio un beso en la mejilla.
- Tranquila mamita, quedate quieta y dejá al maestro trabajar, esto te va a hacer bien, te amo muchísimo mami.
Yo
estaba otra vez como hipnotizada, inerte. Sentí como primero un dedo
y luego dos se introducían en mi ano, poniéndome crema, el
manosanta me penetraba el culo con sus dedos con saña y me dolía,
mi hijo al notarlo me tomó de la mano, yo sentí que mi vida se iba
del sufrimiento.
- ¡¡¡AYY!!! Aiiiiiiiiiaaa, me duele... noo...
Absurdo
seguir gritando, lo incentivaba más, pues ese monstruo cabezón se
metía sin piedad, el maestro me estaba sodomizando salvajemente.
- ¡¡¡Por favor!!! Pare... basta, se lo suplico.
Parecía
que me ahogaba, que mi vientre quería explotar, me aferré de los
barrotes de la cama, mientras Lalo me acariciaba la cabeza y me daba
besitos en la cara.
- Ya esta mami, ya está... el maestro está rompiendo tus males...
- ¡Y mi culo!
Sentía
el aliento del negro en mi nuca, insultándome, diciéndome que ese
era mi castigo, por tener mala onda, se reía en mi oído con
carcajadas demoníacas.
- ¿Tenías ganas de ir al baño? jajaja, acá tenés un tapón...
No
me daba respiro, comenzó a embestirme el orto con violencia, creo
que me sangraba, lo sentía golpear sus huevos en mi culo, me pegaba
cachetazos en las nalgas, me tiraba del cabello haciéndome levantar
para atrás a mi cabeza, me pegaba sopapos en las mejillas. A pesar
de todo eso tuve un terrible orgasmo, no conocía hasta ese momento
una sensación de esa característica, tan intensa.
- No no mami, no te resistas, es peor... él me dijo que tenés que aprender a gozar, de esta forma tus males se van a ir...
La
voz de mi hijo la escuchaba de lejos, yo lloraba, quería moverme
pero la verga me inmovilizaba, me clavaba a la cama. Duró mucho
tiempo esa brutal y terrible culeada, se ve que se contuvo de acabar,
porque salió de adentro de mi culo, me dio vuelta como un trapo y me
ensartó la vagina, llenándome de semen bien adentro. Permaneció un
rato interminable arriba de mí con su pija hasta el fondo de mi ano
y con sus manos apretándome las tetas, mordiéndome el cuello y
lamiendo mi cara.
Cuando
se levantó, me refregó su verga todavía dura por la cara y
apoyándola en mis labios sugirió que se la limpie con mi boca.
- Me gustas muchísimo... Exú me prometió que si le daba un hijo tuyo, en agradecimiento serías mía.
Dijo
esto y se fue. me quedé abrazada a mi hijo, despatarrada, desarmada,
echa una porquería, Lalito me peinaba con sus dedos.
- Te amo mami, sos lo más, vas a ver que todo cambiará.
Lo
miré con ternura y vergüenza, pensé “Cuanta razón tienes
hijo mío, no dudo que todo ya cambió”.
Ayleen
Love
@ok_ayleen
RECUERDEN
COMENTAR CADA RELATO de esta forma sabemos que valoran nuestro
trabajo y nos motivan a seguir escribiendo. Creemos en la comunión
Escritor - Lector, ambos somos uno, y uno sin el otro está solo.
Se
publicará un nuevo relato la próxima quincena, siempre y cuando se
superen los 15 comentarios. Caso contrario, habrá que esperar 30
días.
Que alegría entrar y ver un nuevo relato de Ayleen, ustedes son magníficos.
ResponderBorrarGracias.
Muchas Gracias Marcelo, te mando un abrazo
BorrarEs espectacular este relato Saludos jcntop
ResponderBorrarVIVA LA PATRIA!!! JAAJAJAJ
ResponderBorrarque bueno, me gusta como va la historia
ResponderBorrarA mí también jajaja
BorrarPor favor que Ayleen escriba más seguido que sus relatos son muy buenos.
ResponderBorrarAlta paja me hice
ResponderBorrarBuen relato
ResponderBorrarSe agradece tu comentario Alfacar
BorrarRelato diferente, un poco raro pero bueno
ResponderBorrarme gusta esta historia, muy buena
ResponderBorrarExelente relato... ME la ah puesto Tiesa.... como roca.... Me gusta mucho la historia; Exelente...
ResponderBorrarMuy buen relato
ResponderBorrarMuy bueno como siempre espero que haya segunda parte 😊
ResponderBorrarDe hecho esta es la cuarta parte.
BorrarEsperemos que Ayleen se espire y nos mande una quinta parte de la historia.
Saludos Jonatan.
Excelente cómo nos tienen acostumbrados!!!
ResponderBorrarMuy buen relato ayleen������
Grazie!!!
BorrarGus, ¿habra de nuevo algún relato, donde el hijo vea como su madre promiscua tiene relaciones?. El relato de ahora empezo bien, pero no me gusto lo del sexo en grupo. No es de mi gusto ese tipo de relatos tan raros.
ResponderBorrarUn saludo, y gracias por otro relato.
Hola Edu, lamento que mucho no te haya gustado, pero con Marcel y los autores invitados tratamos de crear diferentes historias para no hacer siempre lo mismo y que terminemos aburridos todos, nosotros de escribir de un cuckoldson (hijo voyeur) y ustedes de leer la misma historia pero con distintos personajes.
BorrarPor suerte los lectores son varios y no todos tienen los mismos gustos, por citarte un ejemplo al amigo Carlos Hidalgo le encantan el sexo grupal y los gang bang y nos pide que escribamos más sobre ello.
Te mando un abrazo y ojalá te guste el prox. relato.
Che, re bueno el relato. Sos un capo.
ResponderBorrarGracias, pero nos es un capo, sino una capa, la autora es mujer y se llama Ayleen.
BorrarAlta paja loco, todavia me duele la japi.. sublime!!!.
ResponderBorrarMilord sigue vivo? Cuando vuelve a publicar algo? Debe ser hijo de rico, trabaja 2 meses y los otros 10 de vacaciones.
ResponderBorrarSip, hoy hablé con él jajaja
Borrarmuy bueno!
ResponderBorrarGran trabajo sigan asi exelente relato
ResponderBorrarMuy bueno, pero ha terminado de manera muy abrupta y eso no me gustó.
ResponderBorrarBuen relato y buena historia para desarrolar desde otros personajes. Yo haría una versión narrada por el hijo en primera persona, donde se cuente como el maestro acude a la ayuda del hijo para convencer que su madre debe convertir en una putita para olvidar de sus males.
ResponderBorrarEste relato en particular me gusto eso de la purificacion me causo gracia pero es cierto, muchas personas se sugestionan tanto que creen a ciegas lo que estos supuestos sanadores les dicen.... uno se queda con las dudas de que mas podria haber pasado ahi... felicitaciones. te dejo mi email edueduardov@gmail.com
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