El grito llegó de la planta baja de la casa, donde se encontraban mi madre, su amiga Marcela y mi hermana. Creo que al menos dos de las tres fueron las que emitieron el estridente sonido que me apartó de la pantalla de la computadora. Otro grito, esta vez ahogado seguramente contra la palma de una mano, me hizo bajar corriendo. Las encontré a las tres en el salón. Habían estado merendando, dando al acto un repelente aura de clase alta que a mi madre y mi hermana tanto les gustaba, por no hablar de la invitada de familia aristocrática venida a menos. Sin embargo algo atraía su atención hacía el jardín de la parte de atrás de casa, las tres observaban a través de las puertas acristaladas que lo comunicaban con la sala.
Una vez abajo, viendo que no les ocurría nada a ellas, dirigí mi mirada en la misma dirección que las de ellas, todas cargadas con una superficial preocupación. La escena que observé me sorprendió, no al extremo de gritar, y me divirtió. Un hombre alto, muy fornido y negro, corría por el jardín, dos guardias de seguridad de nuestro barrio privado corrían para atraparlo, uno un chico joven, un par de años mayor que yo y en buena forma, el otro era un gordo que estaba a punto de darle un infarto por la actividad física, esa escena me recordaba a una película cómica en blanco y negro de “El gordo y El Flaco”, el intruso negro una vez que saltó el muro los driblaba a los vigilantes como Maradona a los ingleses en el mítico gol del Mundial ‘86. Cuando finalmente lo pudieron atrapar gracias a que nuestro perro Drako, de la feroz raza dogo argentino, lo acorraló en la piscina, llamaron a la puerta, dado que nuestra asistenta contemplaba todo con el resto mujeres, me dirigí a abrir yo la puerta, con una sonrisa en la cara de la que no era consciente al ver a las mujeres de casa hipnotizadas con el espectáculo. Me encontré con el gordo que resultó ser el jefe de los guardias gambeteados por el Diego Maradona de ébano, vestido con un uniforme azul y la gorra negra que con letras bordadas blancas rezaba “Segurex” el nombre de la empresa. Lo invité a pasar sin necesidad de que dijera nada, mientras seguía riéndome y eso al obeso le provocó un gesto poco amistoso.
- Buenas tardes.
Dijo entrando mientras en la puerta se quedaba el compañero junto al aprendido. De pronto el negro con un empujón tiró a la mierda al flaco y se dio a la fuga pero Drako lo corrió y lo obligó a saltar a la alberca para escapar del perro. Un coro de carcajadas se apoderó de las mujeres que había en casa, yo solté una risotada más alta. El gordo ayudó a pararse a su compañero y entre los dos sacaron al negro empapado de la piscina, su fina remera era un estropajo mojado que se le adhería al torso como una segunda piel marcándole la plancha de abdominales, lo que provocó suspiros en las féminas.
Cuando finalmente los dos vigilantes volvieron a estar frente a mí sujetando a su prisionero, habló Marcela la amiga de mi mamá.
- ¿Se puede saber que hizo este muchacho?
Dado que ella es una chismosa hecha y derecha, preguntó para hacer correr la noticia a todos los del barrio cerrado. Entonces el gordo hinchó su pecho, orgulloso de su captura, como esperando una medalla y contestó:
- Este zarrapastroso seguramente entró para robar algo.
Motumboh: - Yo no roba, yo querer trabajo, ayudo con jardín, limpio...
Un golpe en las costillas por parte del gordo lo hizo callar y doblegarse. De cerca pude verlo bien, el negro era joven, quizá más que yo, más alto también, seguramente metro ochenta y cinco, delgado con los músculos marcados y la cara huesuda, de tan negro que era sus dientes brillaban como las teclas blancas de marfil de un piano, era feo y de cierta manera infundía temor.
- ¡Pare!, No le pegue que le hace daño. ¿No ve que no ha hecho nada, el pobre?
Dijo mi madre para sorpresa de los presentes. Lo cierto es que solo había intentado huir, en ningún momento se había comportado de forma agresiva con sus captores.
- Pero señora... ¿No le creerá a este desgraciado, no? Está mintiendo claramente... estos negros son unos vagos de mierda que solo sirven para robar y hacer daño...
Volvió a la carga el gordo pero ahora con el pecho desinflado y triste porque sospechaba que no lo condecorarían por su aprehensión. Ignorando al guardia mi madre preguntó:
- ¿Cuál es tu nombre?
- Motumboh. -respondió sin más el negro-.
Mamá: - ¿De verdad buscas trabajo? -mirándolo a los ojos al chico-.
Motumboh: - Sí, sí señora... tener hambre, hago lo que sea...
El gordo con una de sus fuertes manos le apretó el cuello al negro, con la otra lo sujetó de un brazo y lo obligó a caminar rumbo a la casilla de seguridad. Mi madre con pasos apresurados los alcanzó, se puso delante de ellos cortándoles el camino y dijo:
- No sea bruto... suéltelo, yo me hago cargo. Ese pobre hombre solo busca trabajo, no vino para robar a nadie.
El gordo intentó discutir con ella sin éxito y acabo marchándose con su compañero, dejando al chico en casa.
Mamá: - Gertrudis, trae una toalla para que se seque.
Ordenó mi madre, tras cerrar la puerta de cristal en las narices de los vigilantes que echaban humo. La empleada domestica cumplió al segundo la instrucción de su jefa, el chico se secó y pasó a la cocina, a indicación de mi madre, mi hermana los siguió y Marcela se despidió. Cuando se marchaba la amiga de mi madre pasó a mi lado y sin que nadie más la oyese, salvo tal vez la asistenta, me dijo:
- Gusti no le saques los ojos de encima a ese negro, yo no me fio de esa gente...
En la última parte de la frase de ella no solo cargaba su xenofobia sino también su clasismo. Para no contradecirla y volver rápido a mis quehaceres la despedí asintiendo con una sonrisa. Marcela era todo un caso, había enterrado a su primer esposo cuando ella tenía 35 años y él 77 años. Actualmente ella tiene 46 años y su segundo marido 81 años y me parece que va por el mismo camino que su antecesor, por tal motivo siempre pensando en asegurar su futuro, intenta mantenerse atractiva para atrapar a su próxima víctima millonaria. Es una mujer con un cuerpo despampanante, 1.60 mts de altura, unas piernas tornadas que nacen en unas monumentales nalgas, sus pechos, retocados en quirófano, se yerguen desafiando a la gravedad con una redondez que tienta a morder, siempre va muy arreglada y de no ser por un deje altivo que la acompaña sería preciosa, sus ojos juzgones marones y sus labios carnosos le dan aspecto de bruja de cuento, atractiva pero mala.
Pero como tampoco carezco de prejuicios, nada más irse Marcela, me asomé a la cocina, fingiendo normalidad me apoyé en el marco de la puerta, mirando en dirección a donde estaba mi madre interrogando a Motumboh, que contestaba lo mejor que podía.
Mi hermana también estaba allí, junto a ellos comiendo una manzana, asintiendo con su cara de póker para todas las situaciones cotidianas, la misma que usaba en clase, en en familia o en una discoteca, claro, en este último lugar si aun no había empezado a beber alcohol. Cuando por casualidad me vio le hice un gesto para que se acerque, ella se levantó de la mesa diaria disculpándose pomposamente, siempre le encantó ser el centro de atención, caminó despacio meneando el culo y de inmediato los ojos del negro se posaron en sus nalgas.
Celeste, mi hermana melliza, es una chica atractiva, destaca con su más de 1.70 mts de altura y su figura de modelo, es casi tan alta como yo, tiene la cabellera morocha pero se la tiñe rubia por lo general, ojos celestes como el cielo en un día despejado de verano (de ahí su nombre) y dueña de una mirada sagaz, tez blanca, nariz respingada y labios sensuales, a pesar de sus 22 años, nunca da puntada sin hilo, es muy calculadora a diferencia mía que soy más bien impulsivo. Sus tetas no son grandes pero si bien paradas y duras, el culo por otro lado es de lo que más presume, en el gimnasio solo se dedica a muscular sus nalgas, logrando que sean imponentes y que llamen la atención con cualquier prenda que use.

Cuando llegó a mi lado, me preguntó con su voz un poco aguda:
- ¿Qué quiere mi hermanito?
Me hablaba en ese tono burlón en referencia a los escasos minutos que la convertían en mi hermana mayor.
Yo: - ¿Qué le pasa a mamá? -pregunté señalando con mi mentón en dirección a ella-
Celeste: - Que se yo nene, le habrá dado la vena humanitaria...
Mi madre era muy dada a sufrir períodos de interés inusitado por los temas más variopintos, una vez convirtió, o lo intentó por lo menos, el jardín en un huerto, pero esta vez la afición parecía más encomiable, aunque seguramente esto de ser justiciera social se le pasaría en un par de días, como todo a lo que se abocaba. Luego de unos segundos de silencio, mi hermana con una mirada pícara siguió hablando.
Celeste: - Es eso o tal vez quiera comerse un chocolate... mirá los pantalones mojados como le marcan el paquete, te aseguro que tiene una barra enorme de chocolate delicioso, nunca vi nada igual, eso es de otro mundo...
Inmediatamente mi vista buscó su entrepierna, era la primera vez que hacía algo así de forma consciente, al darme cuenta de semejante hinchazón entre las piernas, tragué saliva y mi hermana sonrió.
Celeste: - ¿Ya lo viste, no? jejeje...
Yo: - Por ahí robó algo y lo está ocultando debajo del pantalón...
Celeste: - Una anaconda brasilera super desarrollada, pobrecita seguro se debe estar asficciando, si hay que hacerle respiración boca a boca yo me ofrezco voluntaria... vos andá a terminar el trabajo práctico de derecho comercial que to me quedó acá con mami por si necesita ayuda para liberar el pitón...
Con mi hermana estudiamos abogacía por mandato de mi padre y somos compañeros de facultad, claro que yo soy mucho mejor estudiante que ella y tengo un promedio casi perfecto.
Yo: - No digas tonterías, mamá jamás haría algo así, no es una zorra, ella es una buena persona y seguramente debe estar pensando la forma de darle una mano para mejorarle la vida...
Celeste: - ¿Así no empiezan los videos que tenés en tu computadora?, Me refiero a esos que guardas en una carpeta llamada MILFS y todos tratan de mujeres cuarentonas que ayudan desinteresadamente a mendigos negros... ¿Mendigos o mandingos?, esos hombres son tan pobres que andan desnudos y ellas les brindan calor humano con sus cuerpos...
Enfurecido, salí de la cocina y me encaminé hacia mi habitación, intentando quitarme de la cabeza la imagen que mi hermana hábilmente había implantado de mamá.
Ya en mi cuarto mientras intentaba estudiar, cada tanto miraba la puerta de reojo, intentando imaginar que ocurría abajo, con un espíritu voyeur apoderándose de mí. La idea de mi madre haciendo algo con aquel negro no paraba de rondarme y me causaba culpa y morbo en cantidades iguales.
Mi madre se llama Ariella, tiene 45 años, pero pasa perfectamente por una mujer de 30 y tantos, es una hermosa mujer de 1.65 mts de altura, tez blanca, con una cabellera morocha hasta por debajo de sus hombros, delgada y con un cuerpo lleno de curvas, tiene un par de tetas descomunales, redondas y turgentes, una cintura marcada y su culo no tiene nada que envidiarle al de mi hermana. Siempre despertó pasiones en mis amigos, lo cual me enfurecía pero me excitaba, ella tiene una manera muy sensual de moverse por la vida, siempre fue de mente abierta, de carácter jovial y nunca se toma nada demasiado en serio, en contrapunto con mi padre que ultra conservador y estructurado. Mamá estudió muchas carreras pero no terminó ninguna, nunca lo necesitó, dado que es hija única y su padre es el dueño de la compañía petrolera que dirige mi padre, su vida siempre ha sido fácil y ha viajado por todo el mundo, en su juventud fue hippie y siempre nos cuenta que hizo muchas locuras en su pasado, pero todo eso quedó atrás desde que se casó con mi padre, desde ese momento ella se dedicó exclusivamente a nuestra crianza y a ser una devota esposa.
Me carcomía por dentro la posibilidad de que se liase con el negro, ella es un bocado que todo hombre quiere devorar, de no haber sido mi madre yo...
No ella jamás haría algo así, nuestra familia y nuestro circulo social, enraizamos unos valores morales, por así decirlo, que niegan ese tipo de aventuras. Si bien algunas amigas de mamá, vecinas del barrio cerrado, madres de mis amigos tienen o tuvieron algún que otro desliz con profesores de tenis, entrenadores personales, chóferes, etc., pero un desconocido, así como así y para colmo negro, escapaba a la norma de la alta sociedad (o alta suciedad como diría Andrés Calamaro).
Inconscientemente en medio de mis atribulados pensamientos, me encontré viendo en la compu uno de mis videos de sexo interracial, de “Brothalovers” que tanto me gustan, en donde Anissa Kate es empalada con una verga negra de dimensiones descomunales, mentalmente superponía la cara de mi mamá a la de ella mientras la destrozaban a vergazos, fue terriblemente perturbador lo que llegué a excitarme, tuve que masturbarme para calmar mi calentura y finalmente centrarme en mis estudios.
Perdí la noción del tiempo ahogándome en textos jurídicos, densos y soporíferos, hasta que mi madre golpeó en mi puerta, asomó la cabeza, sonriente y me dijo que Gertrudis estaba sirviendo la cena, me incorporé y la acompañé abajo, mi padre y mi hermana ya estaban a la mesa. Papá y Celeste discutían de trabajo, él era un hombre hecho a sí mismo que sabía de todo, el problema es que casi siempre era así, algo un poco pedante, me invitó a unirme a la conversación y antes del segundo plato ya me dejaron de lado, Cele y él monopolizaron la charla. Fue con la llegada del postre que mi madre sacó a relucir la anécdota del día, mi padre no se escandalizó lo más mínimo, a diferencia de nosotros él pisaba el mundo real cada día. Escuchó atento cómo mi madre exponía el caso de Motumboh, hacía unos meses que logró llegar al país proveniente de Níger, con la única esperanza de labrarse un futuro mejor... Lo narraba como la típica periodista de informativos, se extendió contando hasta el último detalle. La conclusión fue pedirle a mi padre un trabajo para el chico, a lo que él contestó con un rotundo NO y siguió cenando.
Mamá: - ¿Por qué?
Papá: - Por tres razones: en la compañía estamos reduciendo el personal, no voy a contratar para trabajar a alguien que no conozco y que se metió a mi propiedad vaya uno a saber con que intenciones, y no se me da la gana. Si algún día nuestros hijos quieren un trabajo tendrán que ganárselo, yo no soy la caridad de nadie, para eso esta la iglesia.
Mi madre se quedó con cara de disgusto.
Miguel, mi padre es un hombre duro, hecho a sí mismo y de fuertes convicciones, como ya las he mencionado, ultra conservador, lo crió su tío, militar de carrera, sus padres murieron cuando era un niño, es disciplinado, siempre lo ha sido, asegura que es la clave del éxito. Empezó de mensajero y se pagó los estudios sin ayuda de nadie, eternamente intenta recordarnos el valor de las cosas que tenemos, pero a lo largo de los años no ha podido evitar mimarnos con dinero, aunque solo sea un poco. Físicamente, es de altura promedio, espalda ancha, calvo y su rostro luce siempre un perfecto afeitado, ni feo ni guapo, normal, con una mirada severa cuando lo desea, es 6 años mayor que mi madre.
Mamá: - Pero yo quiero ayudarlo.
Papá: - Me parece bien, pero no será a costa de la compañía.
Mamá: - Entonces lo contratamos como jardinero, me puede ayudar con el huerto...
Papá: - No Ariella, el jardinero se llama Antonio ¿No te acuerdas?, ya tenemos de todo... menos un huerto... si es que huerto llamas a ese intento de plantar dos zanahorias... además volvemos a lo mismo, es un mugriento que si no fuera por tu intervención estaría ahora durmiendo en la cárcel, conformate con eso.
Desde que nací tuve un don para meter la pata y esa noche no fue la excepción.
Yo: - Mamá, si querés ayudar a la gente vas a tener que crear una fundación filántropa.
Mi padre en ese preciso instante me fulminó con su mirada.
Mamá: - Hijo sos un genio, eso voy a hacer. ¿Ustedes me pueden ayudar o decirme cómo montarla?
Ella lanzó la pregunta esperando que alguien la respondiese, yo guardé silencio a sabiendas que si volvía a abrir la boca papá descargaría su furia en mí.
Papá: - No vas a hacerlo.
Mi madre estalló en quejas, pidiéndome que me implicase en la discusión, ya que la idea había sido mía. Mi padre de hecho me metió en la discusión apuntando que había sido una idea propia de un idiota. Mi hermana salió en mi defensa, poniendo un poco de paz:
Celeste: - Papá, no es mala idea, no del todo, pensalo bien, empresarialmente nos puede servir para deducir menos impuestos al fisco, a nosotros a sumir las responsabilidades que siempre nos inculcas y a demostrarte que servimos para trabajar en la compañía, y a mamá para que ayude a las personas necesitas.
Mi hermana conocía el punto débil de mi padre y sabía explotarlo.
Papá: - Ok, hijos muéstrenme que son capaces y les doy un puesto en la compañía, mañana lo consulto con la gente de legales para ver la mejor manera de hacerlo viable y ahora dejemos el tema.
Cele asentía con seguridad, yo procuraba hacer lo mismo y rezaba para que todo saliera bien, porque la idea salió de mi boca y seguramente si algo malo sucediera me culparía a mí.
Papá: - Te quiero hijita, tenés mente para los negocios... y vos tarambana aprende de tu hermana.
Mamá: - Hijos gracias por ayudarme, son las luz de mis ojos.
Luego de cenar volví a mi habitación a corregir y terminar el que era el último trabajo de aquel año para la facultad. Era más de media noche y yo seguía tecleando en mi computadora, estaba a punto de desfallecer, cuando mi hermana irrumpió entonces en mi habitación.
Celeste: - ¿No terminaste todavía? No me creo que seamos hermanos, vos debes ser adoptado porque yo tengo mente para los negocios, en cambio vos tenés boca para meter la pata jajaja
Ella llevaba un top de tirantes y un pantaloncito corto ceñido al culo, los pezones se la marcaban, como si quisieran atravesar la tela.
Yo: - Déjame trabajar, en paz.
Celeste: - Cerebrito vengo a cerrar la idea de la Fundación.
La miré de reojo mientras escribía, ahora más despacio.
Celeste: - Si sale todo bien, puede ser una referencia muy buena para el futuro, sé que vos te conformas con poco, yo aspiro a metas más altas...
Con la mano trazó una especie de podio donde ella estaba en la cima.
Celeste: - Quiero que te esfuerces, yo dirigiré todo y vos por supuesto vigilarás a mamá, vas a tener la titánica misión de que esta vez no se le pase el interés y deje esto a la mitad.
Mientras hablaba caminaba por todo mi cuarto y el pantaloncito se le metía en medio de los cachetes del culo. Yo desvié la mirada, ella hizo un gesto de desesperación con la cabeza.
Celeste: - Bueno para nada hacé todo lo que yo te ordene y tendremos éxito.
Yo: - ¿Y si papá dice que no se hace?
Celeste: - Papá me hará caso, yo soy su niña mimada.
Esperaba esa respuesta, me dejó solo y con la atención perdida. Entrada la madrugada acabé el trabajo y caí dormido al instante. Mi hermana no sé cómo hizo para sacarse un 10 en el trabajo, nunca la vi tipear una letra, en cambio a mí me pusieron un mísero 9.
Mi padre nos comunicó que estaba todo dispuesto para el proyecto de la Fundación y nos pasó un USB con todos los datos técnicos, el presupuesto con que contamos y la dirección de la sede. A la mañana siguiente él nos acompañó hasta el lugar donde se iba a erigir la Fundación. Se trataba de la antigua sede de planimetría en que había estado la compañía, era la mitad de grande que la actual, a las afueras de la ciudad en un lugar descampado, pero muy bien puesta, un viejo edificio de dos plantas, rodeado de un gran parque con altos y fuertes muros perimetrales, estaba bastante sucia y llevaba años cerrada, tan solo disponía de una oficina interior de no más de veinte metros cuadrados y unos servicios. Nos dijo que todo estaba dado de alta de nuevo, pero que había que conectar el agua, el gas y la luz, amablemente y con cierta sorna nos indicó como hacerlo. Mi hermana y mi madre eran las más contrariadas, yo me esperaba una jugada así de mi padre. De momento no había más personal que nosotros y nos dijo que tardaría en asignar a alguien, cosas del Departamento de Recursos Humanos, mencionó. Nos alentó a buscar voluntarios, o sea gente que quiera trabajar sin paga, porque al fin y al cabo era un proyecto solidario.
Mi padre como gesto de buena voluntad nos dejó productos de limpieza para que nos ocupásemos de limpiar todo. Mi madre andaba prácticamente de puntas de pies y si tocaba algo lo hacía con dos dedos. Ni de lejos era agradable, siguió a mi padre hasta el coche quejándose, él le respondió con un beso y saliendo de allí.
Yo me temía que las dos princesitas me cargaran a mí la tarea de limpiar, lo que no me hacía ninguna gracia, ni había hecho nunca. Mi hermana me llamó y empezó a dar órdenes, primero conectamos la luz, no fue tan difícil, grandes y ovales lámparas que colgaban del techo se encendieron con un zumbido, también la oficina. El agua fue otro cantar, tuve que levantar una pesada tapa de metal que daba a la caja de registro, meter la mano en aquel agujero húmedo y oscuro no me resulto agradable, en un par de ocasiones la retiré de golpe al sentir alguna clase de roce que no identifiqué. Cuando abrí el grifo del baño, para lavarme, el agua salió marrón durante un rato, hasta volverse de un color blancuzco fruto de la cal, en cuanto al gas, tuvimos que esperar al otro día que viniesen personal técnico a revisar las cañerías y conductos y concluir la labor.
Ahora quedaba solo limpiar, pero mi hermana y mi madre estaban desaparecidas, las busqué y recién a la media hora encontré a mi hermana, chateando con su teléfono, seguramente con su novio, sentada en el coche de mamá, con el aire acondicionado prendido, mientras que afuera la temperatura derretía. Me hizo un gesto para que la dejase en paz, me susurró que empezase a limpiar, que estaba buscando gente para ayudarnos. Me alejé y atisbé a lo lejos a mi madre, caminaba cerca de la entrada principal con una falda por encima de la rodilla y una blusa, los pocos talleres y negocios que quedaban cerca tenían a su personal masculino en la puerta mirando con atención y diciéndole piropos bastantes subidos de tono. Cuando la alcancé ella hablaba con tres personas, frente a lo que parecía un taller mecánico.
Mamá: - Necesitamos ayuda., estamos empezando... bla, bla, bla...
Explicaba a los hombres que la devoraban con los ojos, ese taller parecía una cueva de rufianes. Sujetándola por la cadera quise sacarla de ese lugar, pues en mi mente la nube de escenas porno, temía que se materializasen con esa gente.
Yo: - Mami, Cele ya te está buscando.
Me miró sorprendida, tuve que tirar un poco de ella para que reemprendiese el camino de vuelta.
Mientras nos alejábamos, escuché como le decían groserías:
- ¡Me gustaría que fueses un pollo para meterte el palo por el culo y hacerte sudar!
- Decime quien es tu ginecólogo para chuparle los dedos.
- Si tu culo fuera un banco te la metería a plazo fijo.
- Tus tetas son como 2 sartenes que cuando las miro me fríen los huevos.
- Putita cuando quieras tener otro hijo, recuerda que tengo la mejor fábrica.
De nuevo en la sede, por así llamarla, mi hermana nos puso tareas a ambos, a mi limpiar, a mi madre supervisarme. Había llamado a una empresa de limpieza, pero hasta después de comer no podían venir, pensó que cuanto más tuviésemos listo mejor, cobraban por horas. Ya había hecho números, preparado encargos de mobiliario necesario, mesas largas donde podría llegarse a servir comida, estanterías para almacenar alimentos y ropas, e incluso había pensado en dedicar una zona a dormitorio, para los casos de mayor necesidad. Mientras lo explicaba iba señalando cada zona en la planta rectangular de la nave, dibujada sobre un folio. No me quedó más remedio que dar la razón a mi madre cuando dijo aquello de: "que hija más lista tengo". Sin embargo objeté que me cargase a mí todo el trabajo físico, mi hermana se excusó diciendo que le quedaban gestiones que hacer y mi madre alegó que el calzado y la ropa que llevaban no eran los adecuados, que la próxima vez vendría más informal.
Llené con agua el balde que nos había dejado mi padre, añadí alguno de los productos de limpieza y con la escoba empecé a restregar el suelo. Decir que me daba poca maña sería quedarse corto, pero además en apenas cinco minutos el agua ya estaba negra y el piso de la oficina, por donde empecé, no había mejorado demasiado. Repetí el proceso desde el principió un par de veces para lograr dejarlo presentable. En ese rato mi madre había abandonado su puesto de supervisora, se encontraba en la nave, el gran espacio vacío hacía que su voz sonase con eco, hablaba con alguien por teléfono, con su característica alegría casi infantil. Volvió conmigo sonriente, miró dentro de la oficina y dijo:
Mamá: - Le hace falta otro repaso, ¿no?
Me encogí de hombros e hice caso. Cuando terminé el lugar estaba bastante limpio, yo volví a estar solo, miré alrededor hasta encontrarme con mi hermana y mi madre que caminaban junto a un chico... ¡¡¡Negro!!!, hablando como cotorras las dos. Llegaron a mi altura y nos presentaron formalmente:
Mamá: - Motumboh, este es Gustavo, mi hijo.
Me tendió la mano, se la estreché, ambos sonreímos por la circunstancia.
Mamá: - Él es el chico del otro día ¿Recuerdas?.
Mi madre finalizó la innecesaria presentación.
Mamá: - Lo llamé para pedirle que viniese a ayudarnos, si quería, y ha querido, es un buen chico, como le dije a tu padre.
Se atropellaba a sí misma mientras hablaba, el lado bueno es que si él había venido a ayudar tal vez yo podía escaparme.
Mamá: - Bueno Motumboh, de momento estamos adecentando esto un poco, si nos ayudas ahora será de voluntario, luego haré todo lo que este a mí alcancé para hacerte algún tipo de contrato.
Mi hermana llevaba en la mano el teléfono, no apartaba la vista de él y luego de que mamá la presentara, ella solo atinó a decir:
Celeste: - Bienvenido, manos a la obra.
Yo: - Ahora que Motumboh está acá, yo podría ayudarte a vos hermanita.
Sonreí tendiendo la escoba al recién llegado y limpiándome las manos en mis pantalones.
Celeste: - No hace falta, yo me basto solita.
Me sonrió con suficiencia y me devolvió la escoba.
Mamá: - Hace falta más ayuda ahí en el rincón, para quitar esos escombros, hierros y chapas.
Nos pusimos a trabajar, Motumboh con más diligencia que yo. Las tareas no parecía tener fin, mi madre nos observaba a una distancia prudencial de tres metros, regalándonos algunos ánimos de aliento de vez en cuando. Cuando llevábamos un rato el negro gruñó y dejó caer un hierro pesado causando un estruendo. La sangre corría desde el índice de la mano izquierda por toda la palma. Al percatarse mi madre se llevó sus manos a la boca con un gesto casi teatral de preocupación y corrió de prisa en ayuda del negro:
Mamá: - ¿Te lastimaste?¿Estás bien? -dijo sujetándole la mano herida-.
Motumboh: - No pasa nada, estar bien -respondió sin perder la sonrisa-.
Mamá: - No, no, no, esto hay que curarlo, vamos al hospital.
Mi madre intentó tirar de él sin éxito.
Motumboh: - No hace falta, solo limpia y ya está.
Yo: - En el servicio hay un botiquín, se puede curar con eso, digo yo... es superficial, no parece nada grave.
Intervine, viendo allí una oportunidad para dejar el trabajo lo que restaba de mañana. Cuando me disponía a llevarlo, mi progenitora me ganó de mano.
Mamá: - Acompañame Motumboh...
Nuevamente mi madre tiró del chico y esta vez él se movió acompañándola.
Mientras se alejaban yo fui bajando el ritmo y una vez que entraron en la oficina paré de mover los escombros por completo. Quería sentarme, mirar y perder el tiempo un rato. Ya que el suelo en aquella zona estaba hecho un asco decidí unirme a mi hermana en el coche. Entré y me senté atrás con ella, el espacioso habitáculo estaba fresco y los asientos me resultaron más cómodos que de costumbre, al verme allí ella preguntó:
Celeste: - ¿Qué haces descansando? Tenes que seguir trabajando, no pienso gastar algo del escaso presupuesto en personal de limpieza, vamos movete.
Ella seguía pendiente de todo lo referente a ese proyecto, eso sí, sin salir de su burbuja de comodidad.
Yo: - El negro se cortó la mano, así que voy a descansar un rato.
Dije acomodándome lo mejor posible y apuntando las torretas de refrigeración en mi dirección.
Celeste: - ¿Está bien él?
Yo: - si, es un rasguño nomas... ese negro resultó bastante flojito, es una mantequita.
Celeste: - Entonces súper macho, volvé al trabajo o le diré a papá que holgazaneaste olímpicamente.
Era mala hasta la médula, solo regresé a mis tareas porque el reto de mi padre seguramente sería peor que un poco de trabajo.
La luz de la oficina, con sus ventanas aun sucias de polvo, seguía encendida, yo solo limpiado el suelo. Continué sacando escombros un rato largo y al abrirme paso entre los hierros más pequeños me topé con un trozo de chapa grande y demasiado pesada para mí, entonces fui en busca de ayuda a la oficina, y es aquí donde la historia dio un giro que no me esperaba.
Antes de ingresar me asomé por uno de los sucios, casi opacos cristales, aproveché una zona limpia en una esquina. La oficina estaba desierta, entré y escuché voces que venían del vestuario. Tendría que haberme anunciado o haber hecho algún ruido, sin embargo sigilosamente me acerqué a la fuente de los sonidos, me movía con un instinto de espía que no podía remediar, saqué la cabeza y afiné el oído cuando alcancé el pasillo de dos metros que conducía al vestuario más pequeño.
La puerta estaba abierta, de par en par, mi madre daba la espalda al lavabo y Motumboh estaba sentado en el inodoro, tenía un vendaje algo aparatoso en la mano, los dos se miraban, incluso sentado la cabeza del chico quedaba casi a la altura de los pechos de mi mamá, allí pasaba algo, se notaba tensión entre ambos y la conversación que capté me hizo entender que él se había propasado con ella.
Motumboh: - Yo siento, hace mucho no tocar una mujer.
Aquello elevó mi nivel de alerta y mi corazón empezó a galopar con fuerza. El chico parecía más afectado.
Mamá: - No pasa nada... es halagador, en cierto sentido.
Ella tenía cara de circunstancia, seguí la línea de sus ojos, para encontrar donde estaban fijos y advertí que el negro tenía una tremenda erección debajo de los pantalones, el bulto era tan grande que daba la impresión que estaba a punto de romperlos. Mi madre intentando quitarle dramatismo al asunto, sin apartar la vista de su entrepiernas, dijo:
Mamá: - Eres joven, estas cosas pasan. ¿Qué edad tenés, 20?
Motumboh: - Si.
Mamá: - Pero si podría ser tu madre... -parecía intentar convencerse a sí misma-.
Motumboh: - Usted más hermosa.
Dijo con su sonrisa de dientes de marfil, atrapando la atención de ella y desviando su mirada de nuevo a la cara de él.
Motumboh: - Además mi madre es negra... jajaja
Las risas falsas de ambos, ante el contexto de broma, resonó en el vestuario. A breves segundos, mi madre retornó al oscuro objeto de su deseo, respiraba despacio pero de forma exagerada, hinchando mucho el pecho y juntando los labios al soltar el aire. El negro observaba el sube y baja de las tetas dentro de la ajustada musculosa de tirantes. Los dos sudaban, mi madre tenía las mejillas encendidas. Yo también transpiraba, el calor era tremendo y la situación sexual no ayudaba.
Mamá: - Mis hijos están fuera, trabajando para poner todo en condiciones...
Intentaba con desesperación cambiar de tema.
Mamá: - Será mejor que no salgas así...
Señaló con la mano la erección y estuvo a menos de 2 centímetros de tocarla.
Mamá: - No quiero que piensen algo que no es...
Río nerviosa, pero se frenó al ver la cara de él, que no la había entendido.
Mamá: - Ya sabes...
Hizo un explicativo gesto de coito con sus manos.
Entonces el negro comprendió y ni corto ni perezoso, se bajó los pantalones y los calzoncillos, dejando todo al aire, saltando como un resorte su enorme mástil de ébano quedó totalmente erecto apuntando e techo. Mi madre giró la cara de golpe, pero nunca dejó de mirar y él empezó a masturbarse observándola, en ese momento aquello no me pareció una malinterpretación de costumbres distintas, sino más bien algo deliberadamente cabrón. Ella poco a poco perdió la vergüenza inicial y lo miró de frente, se humedeció los labios inconscientemente con la punta de su lengua. Como si estuviera en trance, dijo con un escueto hilo de voz:
Mamá: - Es gigante.
Con la mano herida Motumboh tomó la mano derecha de mami, ella se estremeció un segundo. Lentamente, al menos a mí me pareció una eternidad, la condujo hasta su descomunal verga. Mi madre acarició con un arco reflejo la gorda cabeza de la pija del negro, en ese instante él paró de masturbase. Se miraron a los ojos. Si yo hubiera producido un ruido, una pisada fuerte, un carraspeo, hubiese puesto fin a aquello, pero no lo hice, quería ver hasta donde llegaban.
Mama: - No puedo... mis hijos, mi marido...
Ella suplicó y él extendió su largo brazo hasta sujetarla por la nuca, mi madre ya se encontraba algo encorvada sobre él, de a poco la llevó hasta su boca de labios anchos y se besaron.
De manera lenta la lengua de él fue entrando en la boca de ella, quien con sus sensuales labios la recibió gustosamente, durante lo que duró el beso, el sube baja del pecho de ella, producto de su respiración, se detuvo, bastó aquel beso para que la mano de mi madre cobrase vida propia y empezara a recorrer de forma automática todo el tronco venoso de la verga.
Ella terminó por arrodillarse en el suelo del baño, algo sucio como el resto del lugar, en esta postura era Motumboh el que inclinaba la cabeza hacia abajo para besarla de manera apasionada, como si quisiera extraerle el alma, al tiempo que ella continuaba pajéandolo. Cuando sus bocas se separaron la de mi madre ocupó una nueva tarea, sin dejar de mirarlo a los ojos colocó sus humedos labios sobre el glande, que era más claro que el resto de la piel, de un color casi rosado y como si su boca estuviese cosida y aquella fuese la única forma de abrirla, ella hizo fue acercando su cabeza hacia el cuerpo de él, comiendo de a poco la monstruosa pija, que debía medir más de 22 centímetros y con un grosor de al menos cuatro dedos, por no decir que era como el antebrazo de mi madre.
Una mano de Motumboh se metió por el escote de la blusa de tirantes de ella y sacó una de las turgentes tetas, la cual al principio acarició con suavidad, para luego estrujarla con fuerza. Lentamente la boca de mami hacía desaparecer más y más en su garganta el atroz falo, cuando parecía no poder más, retiraba un poco la cabeza dejando tras de sí un rastró de saliva y tomando aire volvía a la carga, él con su otra mano empujaba contra su cuerpo la cabeza de ella para ayudarla.
Ella se esforzaba en la mamada pero no podía tragar más de la mitad de la enorme pija y en un momento dado, tosiendo y mirando s u macho con adoración dijo como pudo:
- No puego más, es demasiago gande....
Entonces él, gentilmente tomándola de las axilas la ayudó a levantarse, yo pensé que había terminado aquello, pero me equivoqué. La sentó sobre el lavabo sin aparente esfuerzo, le sacó primero la blusa, luego las sandalias de taco alto y luego le quitó el jeans y la tanga, la muy putita se lo facilitó moviendo el culo sobre la pileta, ya estaba lista para penetrarla, pero nos sorprendió (digo nos porque me refiero a mi madre y a mí), hundiendo la cabeza en la entrepierna y chupó con ansiedad la concha peludita de mami, ella empezó a dar ligeros respingos y gemidos, que como podía trataba de ahogar, llegó al punto de morderse el dorso de la mano izquierda, para alejar las ganas de gritar, sollozaba de puro placer y se echó hacia atrás apoyando su espalda contra el espejo polvoriento, marcando su silueta en el, en cierta forma quedó grabado en ese espejo el primer orgasmo extramatrimonial de ella. Una caravana de orgasmos encadenados se apoderó de mamá y ya no pudo contener sus gemidos, por suerte mi hermana estaba en el auto y era imposible que pudiera escucharla.
Ese semental negro tenía la verga más al palo y dura que nunca, hasta parecía que le latía. Con su cara empapada por los fluidos vaginales, él se incorporó, se colocó entre las piernas de mi madre y las sujetó de los tobillos para abrirlas bien. Seguramente el grifó se la debía estar clavando en el culo a mamita, quien no se quejada de eso.
El negro avanzó y su larga pija le precedió en el asedio, al notar el caliente glande posicionarse entre los mojados labios vaginales, mami se tensó y gimió. Por suerte para ella Motumboh no la clavó de golpe, con cada centímetro que le entraba los gemidos de ella aumentaban en intensidad y se contorsionaba como poseída, era imposible que mi padre tuviese una pija así y dudo de que algún hombre con el que ella había estado lo tuviese, ese hombre era demasiado macho para mamá.
Pasada la marca de saliva donde mi madre había detenido su mamada Motumboh paró, dejó claro que ese iba a ser el límite, colocó una mano ahí a menera de tope y empezó a bombear.
Aunque fue despacio al principio estaba claro que el tamaño importaba a mi madre, que temblaba con cada golpe, conforme aumentó el ritmo mi mami intentó morderse la mano de nuevo, para ahogar sus gemidos, pero no sirvió, terminó enroscada al cuello del negro mientras este la martilleaba salvajemente, las tetas acompañaban el movimiento de las embestidas subiendo y bajando, los pezones rosados y grandes estaban completamente erectos y duros como piedras, el negro no se pudo resistir, ¿Quién podría? y empezó a comerle las tetas, chupaba con fuerza los pezones y los mordía. El contraste de color de piel entre ellos era sumamente excitante.
Sus gemidos cobraban un volumen importante, yo los oía como si estuviese gritándome al oído. Mamá se debió dar cuenta y a ciegas, estirando el brazo, alcanzó la puerta y la empujó para cerrarla, pero por suerte no con tanta fuerza, dejando una estrecha abertura que me permitía continuar espiando. Motumboh interpretó el brazo extendido de ella como señal que la levantara y sujetándola de los muslos la alzó como una pluma haciendo que las penetraciones sean más profundas dado que el tope de la mano no existía.
Ese toro reproductor estaba masacrando la concha, no me quedaba claro si los gritos de ella eran de placer o dolor, seguro era una mezcla de ambos, estoy convencido que esa pija estaba llegando a lugares nunca explorados en las profundidades vaginales. El ruido “CHAF-CHAF-CHAF” que producían sus cuerpos al chocar se entremezclaban con los quejidos y los gritos. La lujuria de mamita desbordó su contención emocional y comenzó a vociferar insultos y palabrotas cargadas de connotaciones sexuales que ni en mis más obscuros sueños imaginé.
- Ahh... siiiiii... uhhh... si si si si si... metemela asíííííííí... me estas abriendooh... ayyy... ¿Te gusta tanto como a mí?.. me estas cogiendo como una muñequita... me encanta tu verga, ese tamaño no es real, nunca pensé que existían machos así... ufff... ¿Te gusta?... desquita conmigo todo el racismo que sufriste... siii... metemela así bebé, pobrecita de mí... me estas partiendo... chiquito que pijudo que sos... tenes más centímetros de verga que años...
De forma estúpida, con mi tórax pegado contra la pared, que me serbia de escondite, estire el cuello cuanto pude para poder ver más, hasta que mi cabeza asomó por completo en el pasillo. De pronto un escalofrío recorrió mi columna vertebral al encontrar a mi hermana en el otro lado del acceso al vestuario, Cele y yo parecíamos unos guardias apostados para defender el pasillo, me miró con desaprobación pero no dijo nada, hasta se llevó un dedo a los labios en señal de silencio, eso me hizo darme cuenta de que ella había sido testigo como yo del espectáculo sexual de protagonizado por nuestra madre. Especulé con la idea de cómo había llegado hasta allí y se me vino a la cabeza todo eso que dicen de los gemelos, los mellizos, que pueden sentir lo que el otro está viviendo y demás. Por otro lado era prueba suficiente de que éramos hermanos, pues habíamos reaccionado igual ante la situación.
Los gemidos no cesaban y de nuevo se oían más altos, estuvieron así casi diez minutos más, luego mi hermana calculó que todo había durado algo más de media hora, a mí me pareció mucho más. A esta altura del partido, los sonidos que emitía nuestra mami solo podían calificarse de alaridos e incluso el negro gruñó para acentuar que había acabado.
Quise volver a asomarme para ver si eyaculó dentro de ella pero mi hermana me golpeó en el brazo en clara señal de que nos fuéramos, conforme nos alejábamos yo recuperaba la compostura y digería lo visto, llegamos al coche y nos metimos, ambos sudábamos y tiritamos un segundo al entrar, ella rompió el silencio:
Celeste: - Wow, madre mía.
Gesticuló con las manos para denostar la expresión de sorpresa.
Yo: - Si, madre tuya y mía... -corregí y no pude contener lo que siguió- tremenda puta resultó con ese negro de mierda, cuando papá se entere los mata.
Celeste: - ¿Pero qué dices nene? Nadie se tiene que enterar de esto.
Exclamó como si fuese mucho mayor que yo y no solo unos minutos.
Celeste: - Nadie ¿Entendiste bien?, ¡Nadie!, si metes la pata como siempre nos vas a cagar la vida a todos, especialmente a ella y mamá no se lo merece, ella siempre estuvo cuando lo necesitamos y papá estaba viajando por el mundo o metido en sus putos negocios.
Yo: - ¿Pero vos te cagas en papá? Ella lo hizo cornudo... ¡Y con un negro!.. andá a saber donde le habrá largado su apestosa leche, capaz que tenemos un hermanito negro... ¿Cómo se lo explicamos al abuelo?
Celeste: - No me salgas con ese prepotente machismo de mierda, como si papá fuera un santo, su secretaría tiene 19 años y no sabe ni hacer la “O” con un canuto, pero bien que se pasa todo el día con él, ¿Te crees que no se la garchó? ¿O que esa estúpida no le tiró la goma?
Esas sospechas eran vox populi en la empresa y en buena parte de nuestro entorno social, pero no lo había visto con mis ojos.
Celeste: - Esto ha sido un desahogo de mamá y punto. Me voy a asegurar que cuando la Fundación marche sobre ruedas a ella no le quede tiempo para travesuras.
Yo: - ¿A tremenda cogida llamas travesura?
Celeste: - ¿Pero que te haces el moralista? Si en tu computadora lo único que hay es pornografía interracial, tenes membresía en todos los sitios porno donde hay negros con trancas impresionantes montando mujeres de la edad de mamá, Blacked, Brothalovers, DarkX, BBCpie, sos tan pajero que te olvidas que compartimos la tarjeta de crédito y aparecen todos esos sitios en el resumen de compra... Mírate como estas.
Llevó una de sus manos a mi bragueta y me apretó con fuerza la erección que ostentaba haciendo que me acabara encima.
Celeste: - No te noto enojado, más bien caliente... cerrá la boca que esto es es importante para mí -dijo mirándome a los ojos con su mano aun sobre mi pija dura- ya te compensaré por tu silencio.
Una parte de mí malinterpretó el comentario e hizo avanzar mi mano en dirección a sus tetas, la irrupción de mi madre abriendo una de las puertas del auto, puso fin a aquello. Por fortuna los cristales son polarizados y apareció por la puerta del conductor, nosotros estábamos atrás, ella estaba empapada en sudor, emanaba de su cuerpo un olor fuerte, tenía la cabellera revuelta y uno de los tirantes de su blusa estaba roto lo que provocaba que tuviera media teta a punto de escapar y asomara por arriba de la prenda una parte de la areola rosada.
Mamá: - ¿Llevan mucho rato esperando?
Preguntó con cierto nerviosismo, el coche podía ser el único lugar de alrededor donde no hubiesen retumbado sus gemidos.
Celeste: - Sí, yo ultimando algunos detalles y este echándose una siesta.
Mamá: - Bien... -soltó un suspiro de alivio- voy a llevar a Motumboh a su casa, para que descanse de lo de la mano. ¿Te ha dicho tu hermano que se ha cortado?
Yo: - Sí, se lo conté. Por cierto, sería mejor que él tomara un taxi, no creo que su domicilio nos quede de paso.
No iba a servirle en bandeja la oportunidad que ellos pudiesen echarse un segundo polvo.
Mamá: - Hijo, no creo que tenga dinero, además es un momento...
Yo: - ¿Cómo ha venido?
Mamá: - En autobús me ha dicho, pero por acá no pasan muy a menudo...
Yo: - No te preocupes, yo le pago el taxi y además le doy dinero para que coma algo suculento que lo ayude a reponer energía, que hoy a quedado extenuado...
Mi hermana me dio un codazo por como dije la última parte.
Yo: - Además es muy temprano para nosotros volver a casa, todavía quedan muchas cosas pendientes y es mejor que los tres estemos finiquitando todos los detalles.
Me costó pero al final ella cedió, personalmente pedí el taxi y acompañé a Motumboh dentro. Me devoraba la idea de saber en que parte de la anatomía de mi madre había vaciado sus huevos ese negros de mierda. ¿Dentro de la vagina?, ¿En las las tetas?, ¿En la cara?.. ¡¿Dónde?!, ¿Ella habrá extendido la leche sobre su piel como en las pelis porno?, ¿O en su boca y se lo habrá tragado como una buena puta?, Estos pensamiento hizo que se me vuelva a parar, por suerte no se me puso tan dura como se le pone al macho de mamita y pude disimular.
Para salir de dudas inspeccioné el baño y sobre todo el espejo polvoriento... ¡Eureka!, fue sobre la superficie cristalina donde encontré la prueba del delito, en un lado, a media altura colgaba un gordo grumo de semen, esto me dejo más tranquilo, suponía que nada había quedado dentro de ella. Después de comer aparecieron los de limpieza, les llevó casi cuatro horas terminar, mi hermana regateó el precio de su trabajo y les hizo fírmar todo tipo de documentos que yo ignoraba de donde había sacado.
La cena de aquel día fue la peor de mi vida, la más tensa, cada vez que miraba la cabecera de la mesa mi imaginación colocaba unos cuernos a mi padre. Él preguntó por el día, y mi hermana informaba todos los detalles laborales y las ideas financieras para evadir impuestos de la compañía, mientras papá escuchaba con orgullo a su consentida niña, yo lo soñaba con una cornamenta de ciervo como corona. Cuando mi hermana mencionó por arriba la herida del negro, mi padre se preocupó ante una eventual denuncia por su parte, pero mi madre dijo que no se preocupase, que él se marchó muy feliz por haber ayudado en saciar las necesidades de la Fundación. Para cuando la cena terminó, a mi padre lo imaginaba como Olaf, el vikingo. Cuando me acosté, rememoré la bestial clavada del negro a mi madre y tuve que pajearme 3 veces para poder dormir.
CONTINUARÁ
Autores: Gran Chakal & Gus Becker
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Magnífico relato, y lo mejor de todo es que el inicio de una nueva serie!! Como siempre muy bien escrito y muy morboso y aunque este primer capítulo fue algo evidente y esperado te deja dándole vueltas a todas las fantasías que pueden desarrollarse a continuación
ResponderBorrarQué bueno! que buenos son tus relatos! Felicitaciones!!
ResponderBorrarExcelente comienzo, espero con ansias la segunda parte.
ResponderBorrarGran relato Gus me gustó por qué siempre la madre lo defendió de la seguridad espero ojalá me des una membresía para leer la segunda parte que está en los relatos privados davidsantiagot49@gmail.com un abrazo y la mejor energía para que sigas dándonos tan excelente relatos
ResponderBorrarTus relatos son los mejores, alto morbo
ResponderBorrarmuy buen relato, la verdad q lo volvi a reeler y me parece cada vez mejor
ResponderBorrarBuenas, muy bueno, no puedo imaginar la segunda parte, me gustaría ver como se desarrollara la relación de la hija y las travesuras de su mamá ¿Ella también sea capaz de ser traviesa? ¿El hijo solo sea un espía o podrá también entra en las travesuras? Estaré atento a la continuación.
ResponderBorrarUn relatazo!!! Bienvenido Gran Chakal, espero que este sea el primer exito de varios que vendran. Que historia tan morbosamente maravillosa, me encantó, va de a poco y cuando nos damos cuenta ya estamos dentro de la historia deseando que ese negro del orto se la recontra garche a mami y haga mas cornudo al papi.
ResponderBorrarSaludos genios
Hora de leer una nueva obra maestra. Te cuento que me pareció en un par de días
ResponderBorrarMe he tardado en leerlo, pero valió cada momento espectacular y sin decir la espera de volver a leer un gran relato, que sin duda me ha calentado muchísimo. Me encanta la tensión, la infidelidad de por medio y encima y negro ufff. Me ha encantado esa parte en la que los hijos espían y tratan de ocultar lo que han visto, mientras que al hijo le da morbo y duda en donde se ha venido el negro.
ResponderBorrarBienvenido y gracias por el nuevo relato
ResponderBorrarSiempre son bienvenidos el hecho de compartir con nosotros
Muchísimo morbo en el relato.
Gracias
Excelente relato tiene para hacerla una serie de donde se garche también ah la hija y el hermano también pueda participar
ResponderBorrarQue buen avance del relato Tus
ResponderBorrarSeguramente quedaron prendidos con esto
Muy buen relato. Cómo funda la fundación, esperar para una segunda parte
ResponderBorrarmuy buen relato, me gusta asi este tema
ResponderBorrarMuy buen relato como siempre el morbo de hijo voyeur de la madre me encanta, se me va a ser eterna la espera por el próximo capítulo
ResponderBorrarExcelente! Ansioso por el siguiente capítulo, muchas gracias!
ResponderBorrarmuy buen relato, te atrapa desde el principio y desarrolla muy bien los personajes espero que haya una continuacion
ResponderBorrarFelicitaciones por este relato , muy bueno
ResponderBorrarMe encantó, el hijo tiene que ser comprensivo con su mami... Tendrá que ser él quien pronto cubra las aventuras de su madre y posiblemente la hermana. Todos felices, espero que así sigas
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