Me
llamo Diego tengo 33 años y estoy casado con Muriel de 28 años,
tenemos dos hijos gemelos de casi un año, un niño y una niña, me
encantaría decir que desde que nos convertimos en padres nuestra
relación mejoró notablemente y ahora estamos viviendo una vida
soñada, pero ha decir verdad, nos cambió la rutina completamente
debido a que las criaturas demandan mucho tiempo, por tal motivo mi
esposa tuvo que abandonar su trabajo de secretaria para ocuparse
exclusivamente de la crianza de los bebés. Y ni hablemos de nuestra
vida sexual que es casi inexistente, ella siempre está cansada y no
quiere saber nada, con suerte hacemos el amor una vez a la semana y
abre sus piernas más por compromiso que por deseo.
Yo
soy ingeniero de una importante empresa de aceros, en la cual conocí
a Muriel, quien trabajaba como secretaria privada del Presidente un
tipo genial que se llama Franco, con él y su esposa somos amigos y
acostumbramos hacer salida de parejas juntos.
Muriel
es una hermosa morocha de cabellera larga y lacia, con tacos llega al
metro setenta de altura, delgada pero no como las mujeres actuales
que son anorexicas, ella tiene carnes de donde agarrarse, unas
caderas grandes con un tremendo culazo fuera de borda, bien parado y
redondo, que continua hacia abajo con unas piernas deslumbrantes de
muslos fornidos, siempre tuvo buenas tetas pero ahora como amamanta
las tiene cargadas de leche, creciendo en volumen, son redondas y
firmes, con areolas grandes y pezones gordos, además tiene un rostro
dulce de labios carnosos y nariz aguileña, que cuando se maquilla la
cara angelical se transforma en una loba como hombres, demás está
decir que nunca pasa desapercibida.
Esto
paso hace muy poco, con mi señora invitamos a Gustavo y Natalia, su
esposa, a cenar en nuestra casa. Ella tiene 54 años y él 51 años
pero parece más joven que yo ya que hace mucho deporte, tiene un
cuerpo atlético que en nada se parece al mío con algo de pancita.
Ellos
llegaron como a las 19:00 hs, como todavía era verano hacia mucho,
pero mucho calor, y nos obligó a vestirnos liviano, nosotros los
hombres estábamos vestidos con bermudas de vestir, zapatos náuticos
y camisa de mangas cortas, Natalia con una solera de vestir floreada,
amplia y acampanada, y mi esposa con un vestido negro de algodón que
le llegaba hasta bastante más arriba de las rodillas, era tan fino
que transparentaba su tanga blanca, raro en ella porque siempre está
atenta a todos los detalles.
Cuando
nos saludamos noté algo raro, Gustavo abrazó a mi esposa de una
manera muy apretada, pegando su entrepierna a la de ella, como
rozándole la pija contra la concha, pero por miedo a que sea
producto de mi imaginación, quedar mal y sobre todo quedar sin
trabajo, no dije nada, pero permanecí muy atento a lo que pasaba
entre ellos.
Luego
de la breve charla cordial de salutación, pasamos al jardín, para
disfrutar de una abundante tapa de comida y un par de botellas de
buenos vinos, estábamos sentados en sillones campestres, pero como
la mesa estaba algo separada, había que levantarse para servirse y
advertí que cada vez que Muriel se paraba también lo hacía Gustavo
y le arrimaba la abultada bragueta cada vez que podía y ella hacia
como que no se daba cuenta.
El
ocaso dio paso a la noche y mi señora entró para encender las luces
del jardín, como tardaba le pregunté que pasaba y ella me respondió
que la llave estaba trabada, cuando me estaba por levantar para ir
ayudarle, mi jefe me ganó de mano.
- Deja Diego que voy yo, de chico ayudaba a mi padre que es electricista... vos quedate acá y contale a Natalia de la máquina de tubos de acero sin soldadura que diseñaste... y gracias a la cuál aumentamos en un 20 porciento nuestras ganancias.
A
través de los dos grandes ventanales de la casa que daban a la parte
en donde nos encontrábamos avizoraré que Muriel estaba agachada
peleando con la llave de luz y que Gustavo se situó por detrás,
encendió la luz de su celular y en lugar de alumbrar el interruptor
de electricidad, lo hacía en dirección a las nalgas de mi mujer
para verle la tanga en todo su esplendor. Natalia no se percataba de
esto porque ella estaba sentada dándole la espalda a la casa.
Yo
intentaba mantener la conversación con la esposa de mi jefe pero a
mí me mataba la curiosidad de lo que estaba sucediendo dentro de la
casa. Muriel seguía agachada, con las piernas bastante abiertas y se
le veía la tanga bien enterrada en la cola, él se apretaba la
verga por sobre el pantalón, en un momento dado Gustavo se le acerca
fingiendo ayudar y le apoya su bulto, ella inmediatamente al sentirlo
se irguió, giró y al ver la descomunal carpa que se le había
formado debajo de los pantalones comenzó a reírse, él permanecía
en silencio. Luego mi esposa se inclina para retomar la posición en
que segundos atrás se encontraba, pero esta vez le mostraba más
descaradamente su inmenso culo y le hizo un ademán de que la ayude,
su ex jefe se le pega y le frota impúdicamente su pelvis agarrándola
por la cintura con una mano y con la otra le acariciaba un muslo,
ella paró más sus glúteos haciendo que la falda se le subiera y
que directamente sintiera el roce masculino por sobre la tanga,
quedando el descomunal bulto en la raya de su grandioso culo.
Yo
quería reaccionar, la sangre me hervía y el corazón me palpitaba a
un ritmo frenético, pero estaba congelado, no podía moverme, mis
músculos estaban tensos y la rabia me carcomía, pero al mismo
tiempo estaba por demás excitado, como nunca estuve, al presenciar
como Gustavo la empujaba con su entrepiernas para que ella sintiera
bien su verga.
Por
suerte se iluminó el jardín y mi señora salió de esa posición,
se dio vuelta quedando los dos de frente mirándose a los ojos, él
la sujetó de una muñeca obligándola a que le palpe su erecta pija.
Al
rato ella regresó y se sentó sin decir nada en el lugar que ocupaba
cruzando sus piernas y como a los dos minutos volvió ese traidor con
una mancha a la altura de su bragueta, evidente señal que ella se
mojó al sentir el pene frotándole la vagina. Él se sentó frente a
ella y para disimular apoyó su copa de vino sobre la mancha.
No
tengo noción del tema de la conversación, eso me era
intrascendente.
Con
el correr de los minutos ella al tiempo que hablaba con Natalia que
estaba sentada a su lado, empezó a entreabrir sus torneadas piernas
para enseñarle la bombacha a Gustavo, de reojo yo miraba como su
bulto volvía a crecer.
- Mis disculpas, voy a a pasar al tocador.
Se
excusó él y cuando se levantó ella observó la descomunal erección
bajo las bermudas y luego lo miró a la cara con una sonrisa
sarcástica. A los cinco minutos volvió a aparecer pero ya
normalmente, sin ninguna hinchazón incómoda, Muriel al darse cuenta
se ríe por lo bajo.
Dije
que iba por otra botella de vino y camino a la cocina me desvié al
baño, necesitaba desaparecer de la vista de todos para aclarar mis
ideas, estar solo, pero para mí desgracia vi que de la llave de la
ducha colgaba una tanga de encaje negra, tipo g-strig, diminuta,
básicamente era un pequeño triangulo de tela transparente en la
parte frontal con tiras elásticas en el resto. Sin pensar, como un
autómata la agarre entre mis manos y noté que estaba húmeda, pero
no por estar recién lavada, sino por la cantidad de semen que
albergaba, el muy hijo de puta se había pajeado con ella, grumos de
esperma colgaban de la prenda.
Con
asco la puse en donde estaba, mis piernas temblaban y eran incapaces
de soportar mi peso, caí al suelo y sujetándome al inodoro vomité
lo poco que había comido. Como pude me levanté, me lavé la cara y
mirándome al espejo me infundí valor para enfrentarlo.
De
nuevo en el jardín, me senté dado que las piernas me flaqueaban y
un segundo antes de que yo abriera la boca, escuchó la voz de
Natalia decirme:
- ¿Diego y la botella?
- ¿Eh? -respondí-
- Ay... ¿Dónde tiene la cabeza mi marido? Voy a buscarla y de paso voy hacer pis... jijijijiji
Expresó
mi esposa y antes que pudiera frenarla entró a la casa. Sentía que
me faltaba claridad, estaba confundido, como lo estaría Messi
jugando la final de la champion league y en un segundo apareciera en
San Antonio, Texas, vistiendo la camiseta de los Spurs enfrentando a
los Lakers. Por suerte Muriel a los pocos minutos destapó una
botella de malbec y nos llenó las copas, tal vez no notara el
regalito que le dejó su ex jefe en la bombacha.
La
charla prosiguió con Gustavo como protagonista contando algunas
anécdotas de su último viaje a Egipto, los tres reían bastante,
pero otra vez como quien no quiere la cosa, mi esposa por momentos
entreabría sus piernas y al prestar atención casi me desmayo,
llevaba puesto la tanga que chorreaba leche y con obscenidad se las
mostraba a quien fuera su jefe.
- ¿Pasamos a cenar a la sala?
Esa
pregunta de mi esposa me sacó del trance en el que estaba. Ya en la
casa las mujeres estaban poniendo la mesa mientras que con Gustavo
levantábamos los restos que habían quedado en el jardín.
Mi
cabeza estaba llena de preguntas:
¿Cómo
podía permitir que esto estuviera sucediendo sin ponerle fin?
¿En
dónde estaba mi valentía?
¿Vendría
de antes esta relación?
¿Serían
amantes o solamente era un juega de seducción?
Me
ponía en el lugar de mi jefe teniendo una secretaria tan exuberante
como mi esposa, yo hubiera tratado más mil formas en llevarla a la
cama... ¿Pero que estaba haciendo, lo estaba justificando?
Y
pensar que a mí para poder sacarle un beso me tuvo remando en
arcilla por tres semanas, haciéndose la moralista.
Natalia
estaba poniendo los platos cuando mi mujer le pidió ayuda a Gustavo
para traer la cena. La cocina tenía dos puertas, una que daba a la
sala a través de un largo pasillo y en la otra punta otra que daba a
un lavadero con salida al jardín, le dije a Natalia que me había
olvidado el teléfono, salí y entré al lavadero, con sigilo abrí
apenas la puerta de la cocina y los encontré besándose
apasionadamente.
Ella
poniéndole los brazos en el pecho logró apartarse de él.
- Me calentás mucho... paso todo le día con ganas de cogerte...
- Ya no podemos, es un locura... los dos estamos casados...
- Sabes muy bien que si estoy con Natalia es por su dinero...
- Ya no soy tu secretaría ni estoy soltera... tengo marido y tengo dos hijos...
- Y también tenes mi verga al palo que quiere clavarte...
- ...
No
le dio derecho a replica porque agarrándola bruscamente de un brazo
la atrajo hacia él y le cerró la boca con otro beso, ella
permaneció estática, no esperaba que él hiciera eso, de sus bocas
asomaban las dos lenguas enroscándose.
- Soltame por favor, del otro lado de la puerta están tu esposa y mi marido...
- Putita te pusiste la tanga con mi leche... ¿No?
- Mmm... siii...
- ¿Tenes la concha mojada con mi semen y pensás en el cornudo de tu marido? Jajajaja
- No lo llames así... no me gusta...
- ¿Si tanto lo querés, entonces por qué te la pusiste?.. contestame...
Pregustaba
mientras que con sus manos sujetaba la tanga de las tirás elásticas
de las caderas y la levantaba para que se meta dentro de los labios
vaginales y el culo.
- Ahhhhhh... porque extrañaba tu leche... me gusta sentirla en mi conchita...
En
ese momento le comió la boca en un beso apasionado, sofocándola, al
tiempo que con una mano sacó de su pantalón una verga muy larga y
dura, mediría como cinco centímetros más que la mía, acto seguido
le bajó los breteles y el vestido se deslizó por el curvilíneo
cuerpo de Muriel hasta llegar al suelo.
Se
aproximó a ella con la punta de su pija clavándose en la abertura
vaginal, solamente unos escasos milímetros porque la tanga hacia
tope, las manos de él se entretenían apretando las gordas tetas y
pellizcando los parados pezones, al tiempo que con movimientos
coitales frotaba su pija a lo largo de la concha. Producto de los
avances de su amante mi esposa quedó aprisionada entre el fornido
cuerpo de este y la pared, él le retiró de entre la vulva la tanga
corriéndola a un costado y de un seco movimiento de pelvis la
penetró, introduciéndole más de la mitad.
Por
experiencia propia sé que ella cuando se calienta se moja mucho,
aparentemente él también lo sabía porque se la metió salvajemente
sin lubricación.
- ¿Muriel... Gustavo... les falta mucho para traer la comida?
Preguntó
con tono enojoso Natalia.
Corriendo
pegue la vuelta y haciéndome el boludo entre a la sala y me senté
junto a ella.
- Es celular estaba enterrado en el pasto... parece ser que alguien sin darse cuenta lo piso... menos mal que lo encontré y que no se rompió... ¿La comida no está lista todavía?.. ¿Qué pasa?
- No sé justamente eso estaba preguntándoles...
En
eso aparecieron ellos con la bandeja de lomo a la mostaza, feteado y
las ensaladas, Natalia los miraba con mala cara.
- Perdón por el retraso, pero al lomo le faltaba un poco...
- ¿Mi amor cómo decís eso, si lo cocinaste a la tarde y estaba perfecto?
- Te habrá parecido Diego...
- Te lo digo yo Diego que estaba muy jugosa... la carne... además fría no tiene gracia, es mucho más rica caliente por eso la estaba calentando... con el permiso de tu esposa claro está...
Mencionó
irónicamente ese mal parido.
La
cena transcurrió en silencio, se bebió abundante vino, sobre todo
Natalia, tal vez para ahogar la sospecha que algo estaba pasando
entre nuestras parejas.
Justo
cuando estábamos haciendo la sobremesa, se escuchó estruendosamente
el llanto de nuestros bebés reclamando que querían comer, mi esposa
fue a tranquilizarlos y darles el pecho, mientras que a Natalia el
alcohol le jugó una mala pasada y se recostó en el sofá a
descansar, quedando dormida al rato, su marido por otra parte decidió
darse un chapuzón en nuestra piscina, supongo que para enfriarse ya
que volaría de calentura al no poder vaciar sus huevos en su ex
secretaria.
Muriel
trajo a nuestros hijos para darles de mamar y se acomodó cerca del
jardín por miedo a que el llanto despierte a Natalia, yo acurrucaba
a uno y ella le daba la teta al otro, pero con estupor se fue
acercando a la alberca enseñándole a Gustavo su seno y como la
pequeña Cristina mamaba del gordo pezón.
Yo
no podía creer el descaro de esa mujer, que un juez de paz y un
sacerdote decían que era mi esposa, a menos de dos metros de ella
estaban su esposo con su otro hijo y ella incitando a su amante, a
pesar que era de noche, los faroles del parque dejaban al descubierto
que él tenía la pija parada.
Cambiamos
de bebés y ella se sentó en el borde de la pileta, con los pies
dentro del agua, bien cerquita del tipo, no hay que ser Einstein para
darse cuenta que quería calentarlo:
- Gus si vieras lo glotón que es Danielito, la nena comé lo justo y necesario, pero este... ufff, si fuera por él tendría la teta todo en día en la boca...
- ¡Quien no!.. ¿Quién no... sabe que los nenes siempre son más hambrientos que las nenas? -replicó el mal nacido mirándome a la cara-
Habrían
pasado como diez minutos cuando me llamó:
- Amor el nene ya se llenó, por favor llevá a la nena a dormir que ahora te alcanzo.
Yo
había terminado de acunar a Cristina cuando llegó ella con nuestro
otro bebé y una marca rojiza de mordisco en una teta.
- ¿Qué te pasó?
- Ehhhh...queeeee el nene no se quiso destetar... eso... pero si continua comiendo le va a ser mal...
- Pero te lastimó...
- Es que le encanta tener mi teta en la boca, es como si estuviera enamorado de ellas, las extraña...
- Pero si le diste de comer antes que vengan ellos... ¿Cómo las va a extrañar?
- Es que es un muerto de hambre... además que tantos peros... ¿Quién le da de comer todos los días vos o yo?.. Ahora me vas a venir que sabés más vos que yo de mis tetas...
Como
estaba levantando la voz y se le notaba los efectos del vino cuando
hablaba, no quise que los bebés se despertaran y no seguí con la
conversación.
- Quedate unos minutos con ellos por si se despiertan...
Casi
me ordenó y se retiró de la habitación con la teta de la mordida
al aire, diciendo que iba a nuestra habitación para ponerse crema de
ordeñe.
Con
desconfianza, luego de unos segundos apagué la luz de la habitación
y la seguí sin que me viera, fue hasta la piscina y le pregunto al
desgraciado:
- ¿Como está el agua?
- Calentita... igual que ESTA...
Contestó
sacándose los genitales del calzón tipo bóxer con el que se metió
a nadar a falta de traje de baño.
Ella
se saca el vestido y se mete también en ropa interior, con un
corpiño media copa y la tanga negra, él se le acercó con la verga
muy erecta, ella se dio vuelta para mirar si alguien salia de la casa
y su ex aprovechó para rodearla con sus brazos y penetrarla
vaginalmente por detrás.
Gustavo
le pasaba la lengua por la cara y le mordía el cuello, sus fuertes
manos sobaban las cargadas tetas como si las estuviera ordenando,
ella cerraba los ojos y se mordía el labio inferior denotando sentir
placer.
Al
rato, agarrándola de la mano la condujo hasta las escalinatas de la
alberca, se sentó dándole la espalda a la casa en uno de los
escalones altos, el agua le llegaba a la base de los huevos, y
aferrándole la cabeza con sus manos la obligó a chuparle la verga.
- Nooooooooo... ¿Sos loco?.. si viene alguien nos ve y nos matan...
- Nadie nos puede ver, así agachada te tapo con mi espalda... si escuchamos a alguien venir hacés que estás nadando...
Y
haciendo fuerza, le bajó la cabeza, ella pasaba lentamente la lengua
en círculos por el glande, luego cubrió con suaves besos la
extensión del gordo pene, más tarde con la punta de su lengua jugó
con el agujero de la pija, el tipo arqueaba su cabeza hacia atrás.
Hábilmente con su boca cubrió la cabeza de la verga al mismo tiempo
con una mano lo masturbaba y con la otra le acariciaba los
testículos, por momentos tragaba lo más que podía, después se la
sacaba tomaba aire y volvía a empezar.
Mi
jefe estaba perdiendo el control.
- Papi se te puso como piedra... la tenés muy dura... ¿La vieja no te da mimitos en la chota como yo?
- Nooo... pocas mujeres hay que san tan putas como vos... ¿Y el cornudo te deja calmada o te tenés que arreglar con los deditos?..
- Qué malos sos...
Dejaron
de hablar y ella retomó la fellatio a mayor ritmo, él le hundió
más la cabeza contra su cuerpo y ella emitía sonidos de falta de
aire, le hacia señas pero él no le llevaba el apunte, se la seguía
metiendo. Cuando se la sacó, ella dio una inspiración profunda para
llenarse los pulmones, abriendo su boca, él aprovechó para a volver
a insertársela en la garganta y le eyaculó abundante semen.
A
mi señora le escurría mucha leche por la boca, mirándole a los
ojos exclamó:
- ¡Me vas a matar!
- Me haces hervir la sangre nena, mirá como la tengo, no se me bajó nada y me duelen mucho las pelotas...
- Hijo de puta me hiciste tragar la leche y casi me ahogás y yo todavía no acabé... ¿Te creés que no estoy caliente?
- No te confundas putita yo tengo mucho más leche para darte, no soy el cornudo...
Él
se levantó y se acomodó de perfil a un costado de la escalinata, se
besaban de lengua y las manos de cada uno recorrían el cuerpo del
otro.
El
aro de metal del brasier apuntalaba el busto logrando que tenga las
tetas más paradas aún, las manos de él sacaron los pezones afuera
y se los llevó a la boca chupándolos intercaladamente, mientas
apretaba las tetas, no tardó mucho mi esposa en segregar leche,
amamantó a su macho como si fuera uno de nuestros bebés, en este
caso uno vergudo.
Cariñosamente
Muriel con una mano se sujetaba una teta y con la otra le acaricia la
cabeza.
- Vaciámelas amor... así, asiiiiiiiiii... que placer me daaaaas... ahhhhh... ¿Te gusta como tu putita te da la leche?.. Mi concha también necesita tu leche... ¿Me la vas a dar?..
Sin
hacerse rogar con sus dedos tanteó la abertura vaginal y la penetró
con demencia sin dejar de ordeñarla, ella gemía y gemía.
Me
acerqué a dos metros del borde de la piscina, no sé si para
cagarles el polvo o para ver mejor, y les hice saber de mi presencia.
Gustavo continuó bombeándola pero le tapaba la boca.
- ¿Y mi mujer está por acá?
- Diego ella está nadando por debajo del agua... mmm... ¿Querés que la llamé?
- No... ¿Linda noche, no?
- Uffffff, siiiiiiii... muuuuuuy caliente esssssssta...
Estuvimos
así como media hora, de mi posición solamente veía la cabeza de él
y no quería correrme porque iban a quedar en evidencia y yo tenía
una excitación que ni en siete reencarnaciones había vivido.
Al
tiempo que hablaba conmigo le seguía dando duro. Como él no podía
girar a verme le dije que entraba a prepararme un café, pero me
escondí detrás de un arbusto, entonces aprovechó para ponerla de
espaldas contra la pared de la piscina, ella lo rodeó con sus
piernas y las embestidas aumentaron en ímpetu
La
boca hambrienta continuó succionando salvajemente las abundantes
tetas, se notaba que le enloquecía.
- Ayyyy... no seas bruto... despacio que me duelen... acordate que amamanto a mis bebés varias veces en el día...
- Me importa una mierda, que se jodan por tener una madre buscona, dales un biberón...
Le
contestó martillando con la cabeza de la verga al cuello uterino,
causándole algo dolor, pero también placer por no sentir nunca mi
pija tan adentro.
- ¿Estás tomando la pastilla?
- Nooohh... porque no estoy en fecha...
- No quiero correr riesgos...
Perdido
por la lujuria y sin medir las posibles consecuencias, la llevó a
las escalinatas, la puso en cuatro y la enculó con la misma bravura
que lo hizo con la vagina.
- Aghhhh... hijo de puta... me duele el orto... nooo... nooooo por el culooo nooooooo... me duele... ahhhh... ahhhhhhhh...
Con
las manos le exprimía los pechos y los chorros de leche volvían
blanquecina el agua de la alberca.
Sádicamente
se la sacaba del todo y la clavaba con la poronga bien dura y parada
nuevamente hasta los huevos, arrancándole un grito de dolor que
acalló hundiéndole la cabeza en el agua unos segundos y luego
tapándole la boca. El descomunal ojete recibía un duro castigo.
- Que estrecho tenés el culo... ohhhhhh... se nota que no se lo entregas al cornudo...
Ella
le mordió la mano y él instintivamente la retiró.
- Usame como que quieras pero con mi marido no te metas porque te mando a la mierda... ahhhhhhh... mmmmmmm...¿Entendiste pelotudo?
No
esperaba este comentario defendiéndome, se me llenaron lo ojos de
lágrimas, me dio a entender que ella nunca dejó de amarme, que esto
era solo sexo.
Prosiguió
la rotura de culo varios minutos que se me hicieron eternos y de
pronto Muriel anunció:
- Me caaago... me caaaaaago... sacamela que me cagohhh... no doy mááááás...
Esta
vez le hizo caso y un chorro de líquido marrón ensució la piscina.
Enardecido
Gustavo apuntó con su pija el esfínter anal y se lo tapó para
seguir con la culeada, mi esposa ya no podía ni gritar de lo cansada
que estaba, se desplomó, lo único que seguía manteniendo en alto
eran las nalgas porque su amante estaba aferrado a ellas se lo estaba
apuntalando a vergazos.
Al
rato largo, le llenó los intestinos con su semen, quedando los dos
tirados. Él notablemente más calmado la tomó entre sus brazos y la
llevó a la parte donde el agua estaba limpia, se lavaron y luego
salieron, mi jefe la tuvo que vestir porque ella no tenía fuerzas
para moverse, antes de subirle el vestido volvió a devorarle las
tetas.
Yo
hace rato había acabado en la planta, y me di prisa por entrar sin
que me vieran, la visita se fue enseguida y mi esposa sacando energía
de no se donde se mantuvo en pie y caminó hasta nuestra cama
matrimonial cayó desmayada. La desvestí y la acosté.
En
las tetas había incontables marcas de mordidas y la zona vaginal y
anal estaba muy irritada. Mis hijos por unos días tuvieron que
conformarse con leche fortificada en biberón porque los pechos no
estaban en condiciones de amamantar ni contaban con leche, el muy
hijo de puta se las vació. Obviamente que ella me dio no se que
excusa, la cual acepté... como mis cuernos.
RECUERDEN
COMENTAR CADA RELATO de esta forma sabemos que valoran nuestro
trabajo y nos motivan a seguir escribiendo. Creemos en la comunión
Escritor - Lector, ambos somos uno, y uno sin el otro está solo.
Muy bueno, pero por que no hacen una segunda parte en la que diego se la cobra a muriel y al pelotudo de gustavo, y de pasada se divorcia, las continuaciones con venganza me gustan mucho. Gracias.
ResponderBorrartremendo
ResponderBorrarKalary: que morbo 😈 y caliente este relato!!
ResponderBorrarVouyerismo, infidelidad y muy caliente.. con ganas de más 🔥🔥
un relato con mucho morbo y bastante romántico, me hizo gracias cuando ella dice: "Usame como que quieras pero con mi marido no te metas..." jajajaja eso si es amor, en el fondo lo respeta, muy en el fondo.... te quedo muy bien el relato felicitaciones. te dejo mi email: edueduardov@gmail.com
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