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Muriel Es Mi Esposa Pero No Mi Mujer


Me llamo Diego tengo 33 años y estoy casado con Muriel de 28 años, tenemos dos hijos gemelos de casi un año, un niño y una niña, me encantaría decir que desde que nos convertimos en padres nuestra relación mejoró notablemente y ahora estamos viviendo una vida soñada, pero ha decir verdad, nos cambió la rutina completamente debido a que las criaturas demandan mucho tiempo, por tal motivo mi esposa tuvo que abandonar su trabajo de secretaria para ocuparse exclusivamente de la crianza de los bebés. Y ni hablemos de nuestra vida sexual que es casi inexistente, ella siempre está cansada y no quiere saber nada, con suerte hacemos el amor una vez a la semana y abre sus piernas más por compromiso que por deseo.
Yo soy ingeniero de una importante empresa de aceros, en la cual conocí a Muriel, quien trabajaba como secretaria privada del Presidente un tipo genial que se llama Franco, con él y su esposa somos amigos y acostumbramos hacer salida de parejas juntos.
Muriel es una hermosa morocha de cabellera larga y lacia, con tacos llega al metro setenta de altura, delgada pero no como las mujeres actuales que son anorexicas, ella tiene carnes de donde agarrarse, unas caderas grandes con un tremendo culazo fuera de borda, bien parado y redondo, que continua hacia abajo con unas piernas deslumbrantes de muslos fornidos, siempre tuvo buenas tetas pero ahora como amamanta las tiene cargadas de leche, creciendo en volumen, son redondas y firmes, con areolas grandes y pezones gordos, además tiene un rostro dulce de labios carnosos y nariz aguileña, que cuando se maquilla la cara angelical se transforma en una loba como hombres, demás está decir que nunca pasa desapercibida.
Esto paso hace muy poco, con mi señora invitamos a Gustavo y Natalia, su esposa, a cenar en nuestra casa. Ella tiene 54 años y él 51 años pero parece más joven que yo ya que hace mucho deporte, tiene un cuerpo atlético que en nada se parece al mío con algo de pancita.
Ellos llegaron como a las 19:00 hs, como todavía era verano hacia mucho, pero mucho calor, y nos obligó a vestirnos liviano, nosotros los hombres estábamos vestidos con bermudas de vestir, zapatos náuticos y camisa de mangas cortas, Natalia con una solera de vestir floreada, amplia y acampanada, y mi esposa con un vestido negro de algodón que le llegaba hasta bastante más arriba de las rodillas, era tan fino que transparentaba su tanga blanca, raro en ella porque siempre está atenta a todos los detalles.
Cuando nos saludamos noté algo raro, Gustavo abrazó a mi esposa de una manera muy apretada, pegando su entrepierna a la de ella, como rozándole la pija contra la concha, pero por miedo a que sea producto de mi imaginación, quedar mal y sobre todo quedar sin trabajo, no dije nada, pero permanecí muy atento a lo que pasaba entre ellos.
Luego de la breve charla cordial de salutación, pasamos al jardín, para disfrutar de una abundante tapa de comida y un par de botellas de buenos vinos, estábamos sentados en sillones campestres, pero como la mesa estaba algo separada, había que levantarse para servirse y advertí que cada vez que Muriel se paraba también lo hacía Gustavo y le arrimaba la abultada bragueta cada vez que podía y ella hacia como que no se daba cuenta.
El ocaso dio paso a la noche y mi señora entró para encender las luces del jardín, como tardaba le pregunté que pasaba y ella me respondió que la llave estaba trabada, cuando me estaba por levantar para ir ayudarle, mi jefe me ganó de mano.
  • Deja Diego que voy yo, de chico ayudaba a mi padre que es electricista... vos quedate acá y contale a Natalia de la máquina de tubos de acero sin soldadura que diseñaste... y gracias a la cuál aumentamos en un 20 porciento nuestras ganancias.
A través de los dos grandes ventanales de la casa que daban a la parte en donde nos encontrábamos avizoraré que Muriel estaba agachada peleando con la llave de luz y que Gustavo se situó por detrás, encendió la luz de su celular y en lugar de alumbrar el interruptor de electricidad, lo hacía en dirección a las nalgas de mi mujer para verle la tanga en todo su esplendor. Natalia no se percataba de esto porque ella estaba sentada dándole la espalda a la casa.
Yo intentaba mantener la conversación con la esposa de mi jefe pero a mí me mataba la curiosidad de lo que estaba sucediendo dentro de la casa. Muriel seguía agachada, con las piernas bastante abiertas y se le veía la tanga bien enterrada en la cola, él se apretaba la verga por sobre el pantalón, en un momento dado Gustavo se le acerca fingiendo ayudar y le apoya su bulto, ella inmediatamente al sentirlo se irguió, giró y al ver la descomunal carpa que se le había formado debajo de los pantalones comenzó a reírse, él permanecía en silencio. Luego mi esposa se inclina para retomar la posición en que segundos atrás se encontraba, pero esta vez le mostraba más descaradamente su inmenso culo y le hizo un ademán de que la ayude, su ex jefe se le pega y le frota impúdicamente su pelvis agarrándola por la cintura con una mano y con la otra le acariciaba un muslo, ella paró más sus glúteos haciendo que la falda se le subiera y que directamente sintiera el roce masculino por sobre la tanga, quedando el descomunal bulto en la raya de su grandioso culo.
Yo quería reaccionar, la sangre me hervía y el corazón me palpitaba a un ritmo frenético, pero estaba congelado, no podía moverme, mis músculos estaban tensos y la rabia me carcomía, pero al mismo tiempo estaba por demás excitado, como nunca estuve, al presenciar como Gustavo la empujaba con su entrepiernas para que ella sintiera bien su verga.
Por suerte se iluminó el jardín y mi señora salió de esa posición, se dio vuelta quedando los dos de frente mirándose a los ojos, él la sujetó de una muñeca obligándola a que le palpe su erecta pija.
Al rato ella regresó y se sentó sin decir nada en el lugar que ocupaba cruzando sus piernas y como a los dos minutos volvió ese traidor con una mancha a la altura de su bragueta, evidente señal que ella se mojó al sentir el pene frotándole la vagina. Él se sentó frente a ella y para disimular apoyó su copa de vino sobre la mancha.
No tengo noción del tema de la conversación, eso me era intrascendente.
Con el correr de los minutos ella al tiempo que hablaba con Natalia que estaba sentada a su lado, empezó a entreabrir sus torneadas piernas para enseñarle la bombacha a Gustavo, de reojo yo miraba como su bulto volvía a crecer.
  • Mis disculpas, voy a a pasar al tocador.
Se excusó él y cuando se levantó ella observó la descomunal erección bajo las bermudas y luego lo miró a la cara con una sonrisa sarcástica. A los cinco minutos volvió a aparecer pero ya normalmente, sin ninguna hinchazón incómoda, Muriel al darse cuenta se ríe por lo bajo.
Dije que iba por otra botella de vino y camino a la cocina me desvié al baño, necesitaba desaparecer de la vista de todos para aclarar mis ideas, estar solo, pero para mí desgracia vi que de la llave de la ducha colgaba una tanga de encaje negra, tipo g-strig, diminuta, básicamente era un pequeño triangulo de tela transparente en la parte frontal con tiras elásticas en el resto. Sin pensar, como un autómata la agarre entre mis manos y noté que estaba húmeda, pero no por estar recién lavada, sino por la cantidad de semen que albergaba, el muy hijo de puta se había pajeado con ella, grumos de esperma colgaban de la prenda.
Con asco la puse en donde estaba, mis piernas temblaban y eran incapaces de soportar mi peso, caí al suelo y sujetándome al inodoro vomité lo poco que había comido. Como pude me levanté, me lavé la cara y mirándome al espejo me infundí valor para enfrentarlo.
De nuevo en el jardín, me senté dado que las piernas me flaqueaban y un segundo antes de que yo abriera la boca, escuchó la voz de Natalia decirme:
  • ¿Diego y la botella?
  • ¿Eh? -respondí-
  • Ay... ¿Dónde tiene la cabeza mi marido? Voy a buscarla y de paso voy hacer pis... jijijijiji
Expresó mi esposa y antes que pudiera frenarla entró a la casa. Sentía que me faltaba claridad, estaba confundido, como lo estaría Messi jugando la final de la champion league y en un segundo apareciera en San Antonio, Texas, vistiendo la camiseta de los Spurs enfrentando a los Lakers. Por suerte Muriel a los pocos minutos destapó una botella de malbec y nos llenó las copas, tal vez no notara el regalito que le dejó su ex jefe en la bombacha.
La charla prosiguió con Gustavo como protagonista contando algunas anécdotas de su último viaje a Egipto, los tres reían bastante, pero otra vez como quien no quiere la cosa, mi esposa por momentos entreabría sus piernas y al prestar atención casi me desmayo, llevaba puesto la tanga que chorreaba leche y con obscenidad se las mostraba a quien fuera su jefe.
  • ¿Pasamos a cenar a la sala?
Esa pregunta de mi esposa me sacó del trance en el que estaba. Ya en la casa las mujeres estaban poniendo la mesa mientras que con Gustavo levantábamos los restos que habían quedado en el jardín.
Mi cabeza estaba llena de preguntas:
¿Cómo podía permitir que esto estuviera sucediendo sin ponerle fin?
¿En dónde estaba mi valentía?
¿Vendría de antes esta relación?
¿Serían amantes o solamente era un juega de seducción?
Me ponía en el lugar de mi jefe teniendo una secretaria tan exuberante como mi esposa, yo hubiera tratado más mil formas en llevarla a la cama... ¿Pero que estaba haciendo, lo estaba justificando?
Y pensar que a mí para poder sacarle un beso me tuvo remando en arcilla por tres semanas, haciéndose la moralista.
Natalia estaba poniendo los platos cuando mi mujer le pidió ayuda a Gustavo para traer la cena. La cocina tenía dos puertas, una que daba a la sala a través de un largo pasillo y en la otra punta otra que daba a un lavadero con salida al jardín, le dije a Natalia que me había olvidado el teléfono, salí y entré al lavadero, con sigilo abrí apenas la puerta de la cocina y los encontré besándose apasionadamente.
Ella poniéndole los brazos en el pecho logró apartarse de él.
  • Me calentás mucho... paso todo le día con ganas de cogerte...
  • Ya no podemos, es un locura... los dos estamos casados...
  • Sabes muy bien que si estoy con Natalia es por su dinero...
  • Ya no soy tu secretaría ni estoy soltera... tengo marido y tengo dos hijos...
  • Y también tenes mi verga al palo que quiere clavarte...
  • ...
No le dio derecho a replica porque agarrándola bruscamente de un brazo la atrajo hacia él y le cerró la boca con otro beso, ella permaneció estática, no esperaba que él hiciera eso, de sus bocas asomaban las dos lenguas enroscándose.
  • Soltame por favor, del otro lado de la puerta están tu esposa y mi marido...
  • Putita te pusiste la tanga con mi leche... ¿No?
  • Mmm... siii...
  • ¿Tenes la concha mojada con mi semen y pensás en el cornudo de tu marido? Jajajaja
  • No lo llames así... no me gusta...
  • ¿Si tanto lo querés, entonces por qué te la pusiste?.. contestame...
Pregustaba mientras que con sus manos sujetaba la tanga de las tirás elásticas de las caderas y la levantaba para que se meta dentro de los labios vaginales y el culo.
  • Ahhhhhh... porque extrañaba tu leche... me gusta sentirla en mi conchita...
En ese momento le comió la boca en un beso apasionado, sofocándola, al tiempo que con una mano sacó de su pantalón una verga muy larga y dura, mediría como cinco centímetros más que la mía, acto seguido le bajó los breteles y el vestido se deslizó por el curvilíneo cuerpo de Muriel hasta llegar al suelo.
Se aproximó a ella con la punta de su pija clavándose en la abertura vaginal, solamente unos escasos milímetros porque la tanga hacia tope, las manos de él se entretenían apretando las gordas tetas y pellizcando los parados pezones, al tiempo que con movimientos coitales frotaba su pija a lo largo de la concha. Producto de los avances de su amante mi esposa quedó aprisionada entre el fornido cuerpo de este y la pared, él le retiró de entre la vulva la tanga corriéndola a un costado y de un seco movimiento de pelvis la penetró, introduciéndole más de la mitad.
Por experiencia propia sé que ella cuando se calienta se moja mucho, aparentemente él también lo sabía porque se la metió salvajemente sin lubricación.
  • ¿Muriel... Gustavo... les falta mucho para traer la comida?
Preguntó con tono enojoso Natalia.
Corriendo pegue la vuelta y haciéndome el boludo entre a la sala y me senté junto a ella.
  • Es celular estaba enterrado en el pasto... parece ser que alguien sin darse cuenta lo piso... menos mal que lo encontré y que no se rompió... ¿La comida no está lista todavía?.. ¿Qué pasa?
  • No sé justamente eso estaba preguntándoles...
En eso aparecieron ellos con la bandeja de lomo a la mostaza, feteado y las ensaladas, Natalia los miraba con mala cara.
  • Perdón por el retraso, pero al lomo le faltaba un poco...
  • ¿Mi amor cómo decís eso, si lo cocinaste a la tarde y estaba perfecto?
  • Te habrá parecido Diego...
  • Te lo digo yo Diego que estaba muy jugosa... la carne... además fría no tiene gracia, es mucho más rica caliente por eso la estaba calentando... con el permiso de tu esposa claro está...
Mencionó irónicamente ese mal parido.
La cena transcurrió en silencio, se bebió abundante vino, sobre todo Natalia, tal vez para ahogar la sospecha que algo estaba pasando entre nuestras parejas.
Justo cuando estábamos haciendo la sobremesa, se escuchó estruendosamente el llanto de nuestros bebés reclamando que querían comer, mi esposa fue a tranquilizarlos y darles el pecho, mientras que a Natalia el alcohol le jugó una mala pasada y se recostó en el sofá a descansar, quedando dormida al rato, su marido por otra parte decidió darse un chapuzón en nuestra piscina, supongo que para enfriarse ya que volaría de calentura al no poder vaciar sus huevos en su ex secretaria.
Muriel trajo a nuestros hijos para darles de mamar y se acomodó cerca del jardín por miedo a que el llanto despierte a Natalia, yo acurrucaba a uno y ella le daba la teta al otro, pero con estupor se fue acercando a la alberca enseñándole a Gustavo su seno y como la pequeña Cristina mamaba del gordo pezón.
Yo no podía creer el descaro de esa mujer, que un juez de paz y un sacerdote decían que era mi esposa, a menos de dos metros de ella estaban su esposo con su otro hijo y ella incitando a su amante, a pesar que era de noche, los faroles del parque dejaban al descubierto que él tenía la pija parada.
Cambiamos de bebés y ella se sentó en el borde de la pileta, con los pies dentro del agua, bien cerquita del tipo, no hay que ser Einstein para darse cuenta que quería calentarlo:
  • Gus si vieras lo glotón que es Danielito, la nena comé lo justo y necesario, pero este... ufff, si fuera por él tendría la teta todo en día en la boca...
  • ¡Quien no!.. ¿Quién no... sabe que los nenes siempre son más hambrientos que las nenas? -replicó el mal nacido mirándome a la cara-
Habrían pasado como diez minutos cuando me llamó:
  • Amor el nene ya se llenó, por favor llevá a la nena a dormir que ahora te alcanzo.
Yo había terminado de acunar a Cristina cuando llegó ella con nuestro otro bebé y una marca rojiza de mordisco en una teta.
  • ¿Qué te pasó?
  • Ehhhh...queeeee el nene no se quiso destetar... eso... pero si continua comiendo le va a ser mal...
  • Pero te lastimó...
  • Es que le encanta tener mi teta en la boca, es como si estuviera enamorado de ellas, las extraña...
  • Pero si le diste de comer antes que vengan ellos... ¿Cómo las va a extrañar?
  • Es que es un muerto de hambre... además que tantos peros... ¿Quién le da de comer todos los días vos o yo?.. Ahora me vas a venir que sabés más vos que yo de mis tetas...
Como estaba levantando la voz y se le notaba los efectos del vino cuando hablaba, no quise que los bebés se despertaran y no seguí con la conversación.
  • Quedate unos minutos con ellos por si se despiertan...
Casi me ordenó y se retiró de la habitación con la teta de la mordida al aire, diciendo que iba a nuestra habitación para ponerse crema de ordeñe.
Con desconfianza, luego de unos segundos apagué la luz de la habitación y la seguí sin que me viera, fue hasta la piscina y le pregunto al desgraciado:
  • ¿Como está el agua?
  • Calentita... igual que ESTA...
Contestó sacándose los genitales del calzón tipo bóxer con el que se metió a nadar a falta de traje de baño.
Ella se saca el vestido y se mete también en ropa interior, con un corpiño media copa y la tanga negra, él se le acercó con la verga muy erecta, ella se dio vuelta para mirar si alguien salia de la casa y su ex aprovechó para rodearla con sus brazos y penetrarla vaginalmente por detrás.
Gustavo le pasaba la lengua por la cara y le mordía el cuello, sus fuertes manos sobaban las cargadas tetas como si las estuviera ordenando, ella cerraba los ojos y se mordía el labio inferior denotando sentir placer.
Al rato, agarrándola de la mano la condujo hasta las escalinatas de la alberca, se sentó dándole la espalda a la casa en uno de los escalones altos, el agua le llegaba a la base de los huevos, y aferrándole la cabeza con sus manos la obligó a chuparle la verga.
  • Nooooooooo... ¿Sos loco?.. si viene alguien nos ve y nos matan...
  • Nadie nos puede ver, así agachada te tapo con mi espalda... si escuchamos a alguien venir hacés que estás nadando...
Y haciendo fuerza, le bajó la cabeza, ella pasaba lentamente la lengua en círculos por el glande, luego cubrió con suaves besos la extensión del gordo pene, más tarde con la punta de su lengua jugó con el agujero de la pija, el tipo arqueaba su cabeza hacia atrás. Hábilmente con su boca cubrió la cabeza de la verga al mismo tiempo con una mano lo masturbaba y con la otra le acariciaba los testículos, por momentos tragaba lo más que podía, después se la sacaba tomaba aire y volvía a empezar.
Mi jefe estaba perdiendo el control.
  • Papi se te puso como piedra... la tenés muy dura... ¿La vieja no te da mimitos en la chota como yo?
  • Nooo... pocas mujeres hay que san tan putas como vos... ¿Y el cornudo te deja calmada o te tenés que arreglar con los deditos?..
  • Qué malos sos...
Dejaron de hablar y ella retomó la fellatio a mayor ritmo, él le hundió más la cabeza contra su cuerpo y ella emitía sonidos de falta de aire, le hacia señas pero él no le llevaba el apunte, se la seguía metiendo. Cuando se la sacó, ella dio una inspiración profunda para llenarse los pulmones, abriendo su boca, él aprovechó para a volver a insertársela en la garganta y le eyaculó abundante semen.
A mi señora le escurría mucha leche por la boca, mirándole a los ojos exclamó:
  • ¡Me vas a matar!
  • Me haces hervir la sangre nena, mirá como la tengo, no se me bajó nada y me duelen mucho las pelotas...
  • Hijo de puta me hiciste tragar la leche y casi me ahogás y yo todavía no acabé... ¿Te creés que no estoy caliente?
  • No te confundas putita yo tengo mucho más leche para darte, no soy el cornudo...
Él se levantó y se acomodó de perfil a un costado de la escalinata, se besaban de lengua y las manos de cada uno recorrían el cuerpo del otro.
El aro de metal del brasier apuntalaba el busto logrando que tenga las tetas más paradas aún, las manos de él sacaron los pezones afuera y se los llevó a la boca chupándolos intercaladamente, mientas apretaba las tetas, no tardó mucho mi esposa en segregar leche, amamantó a su macho como si fuera uno de nuestros bebés, en este caso uno vergudo.
Cariñosamente Muriel con una mano se sujetaba una teta y con la otra le acaricia la cabeza.
  • Vaciámelas amor... así, asiiiiiiiiii... que placer me daaaaas... ahhhhh... ¿Te gusta como tu putita te da la leche?.. Mi concha también necesita tu leche... ¿Me la vas a dar?..
Sin hacerse rogar con sus dedos tanteó la abertura vaginal y la penetró con demencia sin dejar de ordeñarla, ella gemía y gemía.
Me acerqué a dos metros del borde de la piscina, no sé si para cagarles el polvo o para ver mejor, y les hice saber de mi presencia. Gustavo continuó bombeándola pero le tapaba la boca.
  • ¿Y mi mujer está por acá?
  • Diego ella está nadando por debajo del agua... mmm... ¿Querés que la llamé?
  • No... ¿Linda noche, no?
  • Uffffff, siiiiiiii... muuuuuuy caliente esssssssta...
Estuvimos así como media hora, de mi posición solamente veía la cabeza de él y no quería correrme porque iban a quedar en evidencia y yo tenía una excitación que ni en siete reencarnaciones había vivido.
Al tiempo que hablaba conmigo le seguía dando duro. Como él no podía girar a verme le dije que entraba a prepararme un café, pero me escondí detrás de un arbusto, entonces aprovechó para ponerla de espaldas contra la pared de la piscina, ella lo rodeó con sus piernas y las embestidas aumentaron en ímpetu
La boca hambrienta continuó succionando salvajemente las abundantes tetas, se notaba que le enloquecía.
  • Ayyyy... no seas bruto... despacio que me duelen... acordate que amamanto a mis bebés varias veces en el día...
  • Me importa una mierda, que se jodan por tener una madre buscona, dales un biberón...
Le contestó martillando con la cabeza de la verga al cuello uterino, causándole algo dolor, pero también placer por no sentir nunca mi pija tan adentro.
  • ¿Estás tomando la pastilla?
  • Nooohh... porque no estoy en fecha...
  • No quiero correr riesgos...
Perdido por la lujuria y sin medir las posibles consecuencias, la llevó a las escalinatas, la puso en cuatro y la enculó con la misma bravura que lo hizo con la vagina.
  • Aghhhh... hijo de puta... me duele el orto... nooo... nooooo por el culooo nooooooo... me duele... ahhhh... ahhhhhhhh...
Con las manos le exprimía los pechos y los chorros de leche volvían blanquecina el agua de la alberca.
Sádicamente se la sacaba del todo y la clavaba con la poronga bien dura y parada nuevamente hasta los huevos, arrancándole un grito de dolor que acalló hundiéndole la cabeza en el agua unos segundos y luego tapándole la boca. El descomunal ojete recibía un duro castigo.
  • Que estrecho tenés el culo... ohhhhhh... se nota que no se lo entregas al cornudo...
Ella le mordió la mano y él instintivamente la retiró.
  • Usame como que quieras pero con mi marido no te metas porque te mando a la mierda... ahhhhhhh... mmmmmmm...¿Entendiste pelotudo?
No esperaba este comentario defendiéndome, se me llenaron lo ojos de lágrimas, me dio a entender que ella nunca dejó de amarme, que esto era solo sexo.
Prosiguió la rotura de culo varios minutos que se me hicieron eternos y de pronto Muriel anunció:
  • Me caaago... me caaaaaago... sacamela que me cagohhh... no doy mááááás...
Esta vez le hizo caso y un chorro de líquido marrón ensució la piscina.
Enardecido Gustavo apuntó con su pija el esfínter anal y se lo tapó para seguir con la culeada, mi esposa ya no podía ni gritar de lo cansada que estaba, se desplomó, lo único que seguía manteniendo en alto eran las nalgas porque su amante estaba aferrado a ellas se lo estaba apuntalando a vergazos.
Al rato largo, le llenó los intestinos con su semen, quedando los dos tirados. Él notablemente más calmado la tomó entre sus brazos y la llevó a la parte donde el agua estaba limpia, se lavaron y luego salieron, mi jefe la tuvo que vestir porque ella no tenía fuerzas para moverse, antes de subirle el vestido volvió a devorarle las tetas.
Yo hace rato había acabado en la planta, y me di prisa por entrar sin que me vieran, la visita se fue enseguida y mi esposa sacando energía de no se donde se mantuvo en pie y caminó hasta nuestra cama matrimonial cayó desmayada. La desvestí y la acosté.
En las tetas había incontables marcas de mordidas y la zona vaginal y anal estaba muy irritada. Mis hijos por unos días tuvieron que conformarse con leche fortificada en biberón porque los pechos no estaban en condiciones de amamantar ni contaban con leche, el muy hijo de puta se las vació. Obviamente que ella me dio no se que excusa, la cual acepté... como mis cuernos.

RECUERDEN COMENTAR CADA RELATO de esta forma sabemos que valoran nuestro trabajo y nos motivan a seguir escribiendo. Creemos en la comunión Escritor - Lector, ambos somos uno, y uno sin el otro está solo.


Comentarios

  1. Muy bueno, pero por que no hacen una segunda parte en la que diego se la cobra a muriel y al pelotudo de gustavo, y de pasada se divorcia, las continuaciones con venganza me gustan mucho. Gracias.

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  2. Kalary: que morbo 😈 y caliente este relato!!
    Vouyerismo, infidelidad y muy caliente.. con ganas de más 🔥🔥

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  3. un relato con mucho morbo y bastante romántico, me hizo gracias cuando ella dice: "Usame como que quieras pero con mi marido no te metas..." jajajaja eso si es amor, en el fondo lo respeta, muy en el fondo.... te quedo muy bien el relato felicitaciones. te dejo mi email: edueduardov@gmail.com

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Me llamó Damián, vivo en la capital de una provincia muy importante de mi país, voy al secundario como cualquier chico de mi edad, soy hijo único, mi papá se llama Miguel, tiene 42 años y es gerente de una sucursal de un Banco muy importante, mi mamá Elsa 37 años y es enfermera, lamentablemente ellos se divorciaron muy recientemente, ya que mamá contó que lo enganchó a papá con otra mujer, desde ese momento las cosas entre ellos quedaron muy mal y todo el amor que se tuvieron tiempo atrás hoy en día se transformó en odio, pero no un odio cualquiera como quien dice odio los días nublados, sino en un odio visceral, se hablan lo justo y necesario siempre y cuando sea concerniente a mí. Mi relación con papá sigue siendo buena, aunque no me gustó para nada lo que hizo con mamá porque no se merecía eso, sigue siendo el mismo padre bueno y comprensivo que fue siempre y para alterar lo menos posible mi vida, el nos dejó la casa y decidió mudarse cerca a un pequeño departamentito alquilado para...

Familia Campestre 2

Ahora pasaré a narrarles un par de situaciones que me ocurrieron desde ese día tan hermoso en que me masturbé por primera vez. Al día siguiente en que ocurrió todo, almorzábamos en familia, al terminar de comer, mis hermanas se fueron corriendo a jugar a su cuarto, yo me quedé un rato más haciendo sobremesa, mis tíos conversaban con mi madre sobre asuntos que tenían que ver con el campo, pero como curiosidad, mi mamá dijo en un determinado momento: –       ¿Sabés Amalia que mi dulce hijito ya ha comenzado a masturbarse? Y me acarició en la cabeza, sonriéndome. –       ¿En serio? (respondió tía con su tan particular voz). La tía Amalia no era gorda, sino corpulenta, los kilos de más estaban bien distribuidos en sus tetas y nalgas, y además poseía ese tipo de voz que excitaba a los hombres, le hubiera ido muy bien siendo actriz de doblaje de películas porno. –        Siiii...  (confirmó mamá)  ayer ...

Mamá Regresa A Su Pueblo

Mi nombre es Gustavo, tengo 11 años y vivo solamente con mi madre, que se llama Laura quien tiene 30 años, pues nunca conocí a mi papá, ella lo único que me contó de él, es que era su novio y cuando se enteró que estaba embarazada, se fue sin decir donde y nunca más nada supo más de él. Mamá se las arregló para criarme y nunca me faltó nada en especial amor, ya que ella es súper cariñosa. Ella es oficinista trabaja de la mañana hasta pasadas las 15 hs y dos veces por semana a la tarde trabaja de recepcionista en un consultorio odontológico, para tener una entrada de dinero extra pue el departamento donde vivimos es alquilado y la renta se lleva una buena parte de su sueldo. Mami es alta, mide casi 1,75 mts de altura, es de tez blanca, delgada, cabellera larga y morocha con ondas pronunciadas, ojos miel, medidas 96 D-66-90 o sea con muy buen cuerpo que quita el hipo a cualquier caballero que la observe pasar. Los papás de mi mamá murieron muy jóvenes en un accidente y el...

El Macho De Mi Madre (y de mis mujeres) -1ra Parte-

Toda historia tiene un origen y la mía comenzó cuando tenía unos 16 años, en aquella época me consideraba un chico normal, con los gustos que cualquier joven de mi edad podría tener: fiestas, conocer chicas, ir a la cancha a alentar a Independiente, etcétera, pero había un gusto oculto en mí que pronto descubriría y pasaría a formar parte de mi vida… Internet es una fuente de placer constante, barato y anónimo en donde cotidianamente descargaba mis tensiones emociones con la pornografía probando diversos escenarios, recuerdo que inicié con las típicas chicas desnudas, pasando por películas porno con trama como las del director italiano Mario Salieri y una que otra visita a los temas de sexo duro. Con todo mi placer preferido era las llamadas Milf, esas señoras de entre 30 y 50 años que en pleno desarrollo de madurez eran todas unas bellezas con sus cuerpos bien cuidados pero con la experiencia sexual desarrollada a tal grado de impartir placer a cualquiera. Quizá, ciertamente, parte de...